Infundir miedo en los corazones de aquellos que cometieron un crimen fue el principal propósito del arquitecto John Haviland cuando diseñó Eastern State Penitentiary (Penitenciaría Estatal del Este) en Filadelfia, Estados Unidos. Una cárcel que fue reabierta, tras 23 años, en 1994 como museo y atractivo turístico que se debe visitar si se viaja a esta ciudad ubicada a dos horas en auto de Nueva York.

Este centro penitenciario fue, en su tiempo, la prisión más famosa y cara del mundo (costó 780.000 dólares). Un conjunto inquietante de bloques de celdas, torres de vigilancia, cuartos de castigos, pasillos lúgubres y enormes “muros del terror”. Sus celdas abovedadas albergaron a muchos de los criminales más reconocidos de EE. UU., incluidos “Slick Willie” Sutton y Al “Scarface” Capone.

La prisión, que abrió sus puertas en 1829 y fue cerrada en 1971, estaba a dos millas de Filadelfia y fue diseñada para parecer un castillo medieval. A lo largo de su funcionamiento fallecieron al menos 1.200 presos por diferentes circunstancias, entre ellas enfermedades como la tuberculosis. Hoy, debido a la expansión urbana, el expenal se sitúa en medio de la ciudad.

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Los turistas que ahora recorren el lugar pueden observar y sentir lo duro que fue para los reclusos pagar su condena en ese lugar. Hay literas metálicas intactas, inodoros, ropa, sábanas que fueron utilizadas por los presos. En ciertas celdas hay representaciones artísticas que impactan a los espectadores.

El recorrido, que dura unas tres horas, se realiza con un dispositivo de audioguía que entregan al ingresar a la prisión. Aunque hay traducción al español, la versión en inglés es más completa y, además, se pueden escuchar testimonios de personas que estuvieron en la cárcel. La entrada tiene un valor de $19 por persona.

El agujero

El aislamiento siempre se aplicó en Eastern State Penitentiary, pero su uso cambió drásticamente con el tiempo. En el siglo XX, el aislamiento se utilizó como un fuerte castigo.

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Las celdas de castigo en Eastern State Penitentiary eran usadas frecuentemente.

Las celdas de castigo se llamaban, en la jerga de los reclusos, “el agujero” o “Klondike”. Personajes reconocidos como el pensador francés Alexis de Tocqueville, que visitó el penal, lo calificó como una fuente de “remordimiento” y el escritor inglés Charles Dickens denunció las secuelas mentales del aislamiento extremo aplicado en la cárcel al que consideraba “inmensamente peor que la tortura del cuerpo”.

Una estadía de lujo para Al Capone

En 1929, el famoso gánster Alphonse “Scarface” Capone pasó ocho meses en una celda de Eastern State Penitentiary. El diario Philadelphia Daily Ledger informó, en aquella época, que Capone estaba disfrutando de muchos lujos durante su estadía en la cárcel.

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Su celda tenía alfombras orientales en el suelo, pinturas al óleo en las paredes y una radio de armario. La celda ha sido restaurada a la apariencia original que tuvo durante la estadía del gánster.

La celda donde estuvo recluido Al Capone en su estadía en Eastern State Penitentiary.

Scarface (o “cara cortada’', en español) fue detenido el 16 de mayo de 1929, junto a su guardaespaldas Frank Cline, a la salida de un teatro en el centro de Filadelfia. Acusado de portar un revólver ilegal, Al Capone fue condenado a un año de prisión por el juez Edward Carney, quien le dijo: “Las autoridades en algunas ciudades (...) le temen. Pero Filadelfia no le tiene miedo, señor Al Capone”.

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Ingresado como el preso C5527, Capone cumplió siete meses de su condena (del 8 de agosto de 1929 al 16 de marzo de 1930). Al salir fue consultado por los medios de comunicación sobre cómo estuvo su estadía en la cárcel: “Fue muy confortable”, contestó.

Corredor de la muerte

El bloque de celdas 15 se inauguró en abril de 1959, reemplazando al bloque de celdas 13 como el de máxima seguridad. Tenía 17 celdas en cada uno de sus dos pisos. Este bloque se conoció como “corredor de la muerte” cuando los hombres condenados a muerte fueron colocados aquí entre 1959 y 1961. Sin embargo, nunca hubo ejecuciones en Eastern State.

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El corredor de la muerte en Eastern State Penitentiary.

Para minimizar el contacto entre los presos y los guardias, se instaló una fila de barras en el centro del corredor creando dos pasillos distintos. Cuando se cerró la prisión en 1971, estos barrotes, así como las puertas de las celdas, fueron retirados y vendidos como chatarra.

Condenados por vagancia, abortar, producir alcohol o practicar sexo oral

Varios de los reclusos que estuvieron en Eastern State Penitentiary fueron condenados por acciones que actualmente no se consideran delitos. En el tiempo que funcionó la cárcel se recibieron personas procesadas por vagancia (personas en situación de calle), sodomía (acusados de practicar sexo oral y anal) y producir alcohol.

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También eran sentenciadas las mujeres que decidían abortar u hombres que facilitaban los abortos a las féminas.

Fotos de los reos condenados por vagancia, sodomía, producir alcohol o por ayudar en abortos.

En la propia exhibición de la cárcel se realiza una reflexión de cómo estas acciones en aquellos años eran delitos, pero actualmente ya no lo son.

Al mostrar fotografías de algunos de los condenados por estas acciones se lee la frase: “Las personas que se muestran aquí cumplieron una condena en la Penitenciaría del Estado del Este por cosas que ya no son ilegales. Algunos de estos actos permanecen restringidos, pero ninguno resultaría en una sentencia de prisión hoy”.

Pep, el perro que fue condenado a cadena perpetua

El 12 de agosto de 1924 un perro llamado Pep fue condenado a cadena perpetua e ingresado con el número de prisionero C2559 a Eastern State Penitentiary. Se dijo, en recortes de prensa, que fue por asesinar al gato de la esposa del gobernador, Gifford Pinchot.

Un perro llamado Pep fue condenado a cadena perpetua en Eastern State Penitentiary.

Sin embargo, otras teorías aseguran que fue el propio gobernador quien regaló su perro a la prisión para levantar el ánimo de los prisioneros. Hoy se venden tazas y camisetas con la foto de Pep y su placa de identificación. Además, en la tienda de souvenirs se pueden encontrar camisetas, llaveros, imanes, gorras alusivas al antiguo penal.

Intentos de escape

Durante los 142 años que Eastern State Penitentiary estuvo en funcionamiento más de cien presos se dieron a la fuga. Solo el reo Leo Callahan no fue recapturado y no se supo de él. Junto a otros cinco prisioneros armados con pistolas consiguió escapar en 1923 al saltar una de las murallas, improvisando una escalera.

El modelo de construcción y el sistema aplicado en Eastern State Penitentiary se replicó en más de 300 prisiones alrededor del mundo, por lo que se ganó el título de la cárcel “más influyente”. (I)