El presidente de Colombia, Iván Duque, viajó este martes a la ciudad colombiana de Cali, epicentro de las protestas que vive Colombia desde hace catorce días, después de la visita relámpago de la madrugada del lunes y para reunirse de nuevo con autoridades locales y buscar una salida a la crisis.

El mandatario viajó sin anuncio previo a esta ciudad, la tercera más importante del país, para reunirse, como ya hizo en su visita de la noche del domingo al lunes que duró cuatro horas, con su equipo allí desplazado y la gobernadora del departamento del Valle del Cauca, Clara Luz Roldán, y con el alcalde de Cali, Jorge Iván Ospina.

En este viaje sorpresa queda por ver si, a diferencia del anterior, se reúne con las organizaciones que están detrás de las protestas en esta ciudad o visita alguno de los barrios afectados por los bloqueos o las movilizaciones, según EFE.

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La llegada del mandatario tiene lugar en medio de una de las mayores crisis políticas y sociales que vive Colombia en los últimos años después de catorce días de protestas y movilizaciones sociales con decenas de miles en las calles protestando contra las políticas de Gobierno colombiano.

En esta visita, Duque adelantará una reunión de trabajo en materia de seguridad en Cali y analizará los avances del equipo de Gobierno en los temas sociales. En la cita participarán el ministro de Defensa, Diego Molano; el ministro del Interior, Daniel Palacios; la ministra de Educación, María Victoria Angulo; la directora del ICBF, Lina Arbeláez; la directora del DPS, Susana Correa; la cúpula militar y la policía departamental, refiere El Tiempo.

Desde hace varios días los ciudadanos exigían la presencia de Duque en Cali, más aún luego de la jornada de violencia del domingo en la que hubo ataques con armas de fuego y actos de vandalismo por parte de la población indígena, recoge El Espectador.

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En un inicio, el Ejecutivo colombiano optó por abstenerse de ir a la ciudad alegando que lo hacía “por prudencia”, ya que su presencia podía distraer a la fuerza pública, pero esa postura disgustó a distintos sectores, incluso a miembros de su partido político.

Duque ha repetido en los últimos días un discurso firme para levantar los bloqueos que tienen a Cali en una tensa situación con falta de combustible y algunos productos básicos, sobre todo en las primeras semanas ya que desde el domingo pasado se han abierto corredores humanitarios y las fuerzas de seguridad han pactado con los manifestantes desbloquear algunos puntos.

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El mandatario se encuentra inmerso en los últimos días en una ronda de diálogos con varios sectores de la sociedad civil y política que lo llevaron a reunirse el lunes con los sindicatos y organizaciones que están detrás del Comité Nacional del Paro, en un encuentro que acabó sin acuerdos.

Para conseguir una solución a la crisis que tiene en el abismo al país, el Gobierno colombiano aseguró este martes que está dispuesto a comenzar un ciclo de conversaciones permanentes con el Comité Nacional del Paro.

En Cali es donde se han vivido los hechos más violentos, sobre todo entre el 30 de abril y el 3 de mayo, con episodios de brutalidad policial contra los manifestantes que han dejado 35 muertos, según organizaciones sociales.

El domingo, varias “chivas” (autobuses típicos de pasajeros en las zonas de montaña de Colombia) cargadas de indígenas y escoltadas por la guardia indígena fueron atacadas a balazos “por una turba uribista en conjunto con fuerza pública”, como denunció el Consejo Regional Indígena del Cauca (CRIC), en la zona de Cañasgordas, en el sur de la ciudad, y al menos ocho indígenas resultaron heridos.

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La Policía Metropolitana de Cali, sin embargo, acusó a los indígenas de estar saqueando casas y bloques de apartamentos, y de lesionar a cuatro personas con armas cortopunzantes, por lo que, aseguraron, tuvieron que acudir en “llamado de auxilio de la comunidad del sector”. (I)