India teme que el retorno al poder de los talibanes en Afganistán aliente a los rebeldes en la parte de Cachemira que controla, una región de población mayoritariamente musulmana donde crecen las tensiones.

Durante una cumbre del G20 esta semana en Roma, el primer ministro indio Narendra Modi instó a mayores esfuerzos internacionales para garantizar que Afganistán no se convierta en un refugio para “la radicalización y el terrorismo”.

Desde la llegada de los talibanes a Kabul, a mediados de agosto, Cachemira es escenario de crecientes tensiones, con ataques de rebeldes contra civiles, ataques de las fuerzas de seguridad contra escondites de los insurgentes e infiltraciones a través de la línea de alto el fuego entre India y Pakistán.

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Enfrentamientos entre rebeldes y fuerzas gubernamentales provocaron este sábado seis muertos en la zona india de Cachemira, informaron las autoridades.

Dos militantes del Frente de Resistencia, entre ellos un comandante, fueron abatidos en las afueras de la ciudad de Srinagar.

Unas horas después, hombres armados abatieron a un vendedor callejero y a un obrero y dos soldados “perdieron la vida” en un intercambio de disparos cerca de la línea de separación entre la Cachemira india y la paquistaní.

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India y Pakistán comparten Cachemira desde su independencia, en 1947, y ambos reivindican la totalidad de la región himalaya como parte de su territorio.

Desde hace más de tres décadas, grupos rebeldes combaten a los soldados indios y reclaman la independencia de Cachemira o su fusión con Pakistán.

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India no ha imputado abiertamente la responsabilidad de este aumento de la violencia a la llegada al poder de los talibanes, pero ha intensificado sus patrullas cerca del Cachemira paquistaní, según testimonios a la AFP de habitantes y responsables de las fuerzas de seguridad.

Riesgos de infiltraciones

Modi, que también expresó sus preocupaciones al presidente de Estados Unidos Joe Biden, declaró en septiembre ante la Asamblea general de la ONU que ningún país debía ser autorizado a servirse de Afganistán “para sus propios intereses egoístas”.

Ese comentario es percibido como una alusión al vecino Pakistán, principal apoyo de los talibanes, ya desde cuando estuvieron en el poder en Kabul de 1996 a 2001.

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Pakistán no ha reconocido al nuevo gobierno talibán, pero India acusa a este país de ayudar a los grupos islamistas paquistaníes Lashkar-e-Taiba y Jaish-e-Mohammad, responsables de numerosos ataques en Cachemira. Pakistán niega estas acusaciones.

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India apoyó el régimen comunista en Kabul, hasta que fue derrocado por los muyaidines (combatientes islamistas) en 1992. En 2001, ayudó a Estados Unidos y a sus aliados para derrocar al poder talibán.

Ahora, con el retorno de los talibanes, India teme nuevas infiltraciones de armas y de combatientes.

“Sacando lecciones del pasado, podemos decir que cuando el precedente régimen talibán estaba en el poder, teníamos terroristas extranjeros de origen afgano en Jammu-Cachemira”, la región controlada por India, declaró el jefe del Estado mayor militar indio, el general Manoj Mukund Naravane.

“Y tenemos todas las razones para pensar que eso se va a reproducir”, agregó.

“Balón de oxígeno”

Las manifestaciones son casi imposibles en Cachemira debido a las restricciones impuestas por India desde 2019 y la revocación del estatuto de semiautonomía de la región. Pero algunos se felicitan discretamente por el retorno de los talibanes, y lo consideran como una victoria a la que ellos también podrían aspirar.

“Si pueden vencer a la mayor potencia militar del mundo, nosotros también podemos ganar nuestra libertad” declaró a la AFP un empresario de la principal ciudad de Cachemira, Srinagar, quien rehusó revelar su identidad.

“La victoria de los talibanes supone un balón de oxígeno para nuestro movimiento” afirmó un exmilitante de Cachemira, que se entrenó en Afganistán en los años 1990 y combatió junto a los muyaidines afganos en Cachemira. (I)