Los musulmanes elegidos para participar este año en la gran peregrinación a La Meca se regocijan, mientras que cientos de miles están muy decepcionados por no poder hacerla, debido a la drástica reducción de participantes por la pandemia de COVID-19.

Hasta 60.000 personas residentes en Arabia Saudita están autorizadas a participar en el hach que comenzó este sábado, y son muy envidiadas por los millones de musulmanes que viven en otras partes del mundo y que han sido excluidos por segundo año consecutivo a causa del coronavirus.

Antes de la pandemia, más de dos millones de fieles venidos de todo el mundo convergían en la ciudad más santa del islam, La Meca (oeste), durante varios días.

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Este año, los participantes, ciudadanos o residentes en el país del golfo, fueron elegidos entre más de 558.000 candidatos.

El ritual anual constituye uno de los cinco pilares del islam, obligatorio para los musulmanes, si tienen la capacidad física y financiera de realizar el hach.

Amin, un empresario petrolero de la ciudad de Dammam (este), fue seleccionado junto con su esposa y sus tres hijos adultos. “Estamos locos de alegría. Muchos de nuestros amigos y familiares no fueron aceptados”, confiesa este expatriado indio, de 58 años, que prefirió no revelar su nombre completo.

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La peregrinación, que dura cinco días, está reservada a los residentes totalmente vacunados, de 18 a 65 años, que no padezcan ninguna enfermedad crónica, según los criterios establecidos por el ministerio de hach.

Los peregrinos seleccionados en línea son originarios de 150 países, según el Gobierno saudí. Al igual que otros países del golfo, Arabia Saudita alberga una importante comunidad de trabajadores extranjeros, procedentes sobre todo de Asia, África y Medio Oriente.

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“Siento que gané la lotería”, afirma Mohamed al Eter después de haber sido seleccionado. “Es un momento especial e inolvidable en la vida”, destaca este farmacéutico egipcio de 31 años.

Profundamente tristes

Otros candidatos no tuvieron tanta suerte. Y muchos protestan ante las autoridades a través de las redes sociales en un país donde las críticas públicas contra el Gobierno son muy raras.

“Todavía estamos ansiosos por ser aceptados, como si tuviéramos que pasar un examen”, escribió un internauta en Twitter.

En 2020, antes de la llegada de las vacunas, las autoridades sauditas habían organizado el hach más pequeño de la historia moderna, con solo 10.000 participantes, para evitar la propagación del virus.

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“Me entristece profundamente”, señala Zafar Ullah, comerciante de ropa paquistaní de 64 años, tras el anuncio de Arabia Saudita de la prohibición de los peregrinos venidos del extranjero.

“Ya quería hacer el hach el año pasado, y tenía la esperanza de hacerlo este año. Incluso fui vacunado junto con mi esposa”, explica este habitante de Rawalpindi, en el norte de Pakistán.

Los musulmanes menos afortunados a menudo esperan toda una vida antes de ir a La Meca, después de haber ahorrado años para pagar los gastos de la peregrinación.

Entre los candidatos seleccionados, algunos se quejan del elevado coste de la peregrinación, con precios fijados por el gobierno que superan los 12.000 riales (unos 3.200 dólares).

El año pasado, los fieles aseguraron que el Gobierno saudita había cubierto los gastos de todos los peregrinos, proporcionándoles comida, alojamiento en hoteles y atención de la salud. (I)