Durante dos días, la ucraniana Yuliya Tsaplyuk no ha podido dormir. Ella reside en Ecuador desde el 2015; justamente huyó luego de la anexión de la península de Crimea en 2014 por parte de Rusia, lo que desató un conflicto, que también forma parte de las tensiones actuales entre ambos países.

Tsaplyuk, de 40 años, vive en Cuenca y se mantiene en constante comunicación con sus familiares en Kiev y Dnipropetrovsk.

En Kiev reside su sobrina Nastya Subbota junto con su hijo de tres años y su esposo, Iván; y en Dnipropetrovsk, una tía y una abuela.

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Estamos muy preocupados por ellos. En Kiev, la situación está compleja, porque las tropas rusas atacan a la capital. Pero en Dnipropetrovsk es más o menos tranquilo, porque está lejos”, cuenta.

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Tsaplyuk relata que su sobrina, de 29 años e ingeniera civil, ya no duerme en la casa; prefiere refugiarse con su pequeño en el metro subterráneo por temor a los bombardeos. Además, está sola con su hijo porque su esposo fue reclutado.

“No pueden dormir en la casa, se van a los subterráneos. Ya los hombres deben dejar sus familias y coger armas para ir a la calle a proteger el país. Las mujeres sí están en un lugar seguro, pero los hombres están en las calles”, dice Tsaplyuk.

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Y añade que algunas mujeres, por su profesión, también están siendo reclutadas como médicas. “Algunas mujeres deben dejar hijos, abuelos, padres; no hay otra opción. Algunas mujeres, por ejemplo, que son médicas son llevadas, las que tienen una educación especial para eso”, apunta.

La angustia de Tsapluyk aumenta cada día, porque no sabe cómo ayudar a su familia. Todos tienen miedo a salir. “Ahora la gente prefiere estar en el subterráneo, porque en las carreteras no están seguros. La gente tiene miedo y hay muchos tanques. La gente tiene miedo de moverse a otras ciudades, pueden ser atacados”, menciona.

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Tsaplyuk afirma que, aunque sus otros familiares están un poco lejos, no significa que no puedan estar en peligro. Dice que Dnipropetrovsk es clave para Rusia.

Yuliya Tsaplyuk junto a su Nastya Subbota. Foto: Cortesía Yuliya Tsaplyuk.

“Es al sur de Ucrania, es más profundo; pero este lugar es muy estratégico para Rusia, y tarde o temprano irán para allá”, apunta.

También se mantiene en constante comunicación con su abuela y su tía. Ella anhela sacar a su familia de Ucrania, pero no es una acción fácil.

“Hay que tener dinero y todo está cerrado. No hay cómo moverse muy lejos. Es complejo”, lamenta.

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Hace un llamado al mundo a que se unan para proteger la paz. “No pedimos ayuda militar, sino ayuda de otra manera: que pare la guerra, pero no hay ayuda y no es justo. El mundo no hace nada y solo nos dicen ‘qué pena’”, expresa.

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Tsaplyuk está pendiente cada minuto de lo ocurre en su país natal y guarda la esperanza de que su familia pueda salir hacia Polonia, aunque sueña con traerlos a Ecuador. “Es una situación muy hermosa en palabras, pero complicada para hacerla realidad”, enfatiza.

“Siempre nace un Hitler, un dictador que quiere invadir a otros territorios”

Tener a su madre Olha a su lado es la mayor bendición que puede tener la ucraniana Yulia Kurakova en este momento. Ella vive en Quito hace nueve años y está casada con un ecuatoriano.

Su madre Olha llegó al país hace varias semanas y este domingo era su vuelo de retorno a Ucrania.

Para Kurakova es un gran alivio que su madre esté a su lado en estos momentos, cuando las tropas rusas están invadiendo el territorio ucraniano.

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Sin embargo, mantiene su angustia porque su hermana, sobrinos y tías están lejos. En Kiev está su hermana y en Kherson los demás familiares.

“La situación es complicada, mi tía desde su ventana vio como pasaron carros militares por las calles, y dicen que no van a tocar a civiles, pero igual están atacando. Nuestro pueblo está defendiendo, pero somos muy pocos. Es imposible compararnos con Rusia”, menciona.

A la izquierda Yulia Kurakova y a la derecha, su madre e hijos. Foto: Cortesía: Yulia Kurakova.

Su familia tiene temor abandonar el país por varias razones: que los hombres de la familia sean reclutados o que les pase algo en el trayecto. Ellos se quedarán en sus viviendas, no tienen más opción.

“Mi hermana está asustada. Dice que hay bastantes amigos que se fueron a los refugios. Las calles están vacías porque el Gobierno pide que no salgamos y las alarmas se activan a cada rato”, relata.

Otra de las situaciones son los bombardeos y hace que la angustia aumente. A las 03:00 a. m. del viernes 25 de febrero, la hermana de Kurakova fue despertada por los ataques.

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La ucraniana, residente en Ecuador, se siente impotente no poder hacer algo más por ellos. Pero, cada vez que se contacta trata de darles fuerzas: “Les digo que estamos orando, que confíen en Dios”.

Afirma que este tipo de situaciones, con tantos avances, no deberían ocurrir: “Cómo pueden pasar estas cosas en el siglo XXI y la segunda guerra mundial fue una gran lección para todos, pero siempre nace un Hitler, un dictador que quiere invadir a otros territorios”.

A pesar de todo este escenario, Kurakova está agradecida con todos los ecuatorianos, quienes a través de las redes sociales, han expresado su solidaridad. Dice que se siente en casa. (I)