Joe Biden llegó a la Casa Blanca el pasado 20 de enero y su prioridad fue extender la vacunación contra el coronavirus, algo que ha logrado. Sin embargo, su promesa de llegar a festejar el Día de la Independencia (4 de julio) con el 70 % de la población de adultos vacunados no se dio, se quedó cerca mientras la variante delta amenaza con causar más problemas -ya está en todos los estados y representa más del 25 % de las infecciones en el país-.

En total, el 47 % de la población (328 millones) ya se ha vacunado y solo 16 de 50 estados llegan a este día con el objetivo de haber inmunizado con al menos una dosis al 70 % de los adultos. Otros cuatro al menos al 50 %. El resto, menos.

En general, se quedó cerca, puesto que pasó el 65 %, pero el porcentaje mínimo para comenzar a hablar de una inmunidad grupal es del 70 % -expertos ya comienzan a decir que debe ser mayor-, algo aún más complicado por la disparidad impuesta entre los territorios locales.

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Sin embargo, el ritmo acelerado de vacunación continúa y, según CNN, se inoculan en promedio 539.000 segundas dosis al día y 847.000 primeras dosis. Pero esto también muestra una disminución de casi dos tercios de lo que era hace dos meses. Especialistas piensan que tras abrirse la vacunación a todas las edades en mayo, las personas que se quieren inmunizar lo están haciendo y van quedando los que tienen dudas o no quieren, quienes representan un riesgo de nuevos brotes frente a la variante delta.

De acuerdo con el sitio oficial de los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades de Estados Unidos, se han administrado hasta ayer 329 millones de vacunas y los casos registrados de COVID-19 desde que se inició la pandemia superaban los 33,5 millones.

Anthony Fauci, director del Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas y asesor médico en jefe del presidente Biden, afirmó que pronto se podrían ver dos Estados Unidos, el de las regiones con altos niveles de vacunados y las que tendrán números bajos.

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Pese a todo, Biden se muestra optimista, aunque apenas se disipe el humo de los fuegos artificiales, el presidente ya tendrá que enfrentar desafíos quizás más exigentes, según AFP.

Unos 1.000 invitados (trabajadores de servicios de emergencia y esenciales, miembros del Ejército y sus familias) llegarán a los terrenos de la Casa Blanca este domingo para una fiesta inimaginable hace un año, cuando el país estaba confinado por la pandemia.

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El presidente de Estados Unidos, Joe Biden. Foto: EFE

La fiesta del Día de la Independencia en el Jardín Sur, seguida de un estruendoso espectáculo de fuegos artificiales en el National Mall, permitirá a Biden marcar lo que él llama la “independencia de este virus”.

Tras erigirse en el país con más muertos por COVID-19 en términos absolutos (más de 600.000), Estados Unidos se convirtió en un modelo de control de la pandemia y de recuperación económica.

Por ello, hay quienes le dan crédito de lo hecho en un escenario muy difícil.

“Enfrentó realmente el desafío más abrumador para un presidente entrante (...) desde Franklin Roosevelt en 1933” durante la Gran Depresión, dijo a AFP el profesor de Historia de la American University, Allan Lichtman.

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Nada menos que “una crisis económica” y “una furibunda pandemia”, “una combinación que nunca se había tenido”, agregó.

A ello se suma un expresidente que impugna los resultados de la elección, una estrechísima mayoría en el Congreso, explosivas divisiones raciales, el peligroso repliegue de Afganistán, además de las tensiones internacionales que se extienden desde China hasta Rusia.

El coronavirus y el rescate económico fueron “probablemente tareas menos abrumadoras”, dijo Lichtman.

Y aunque el fortalecimiento de la economía es una gran ventaja, la inflación es una preocupación cada vez más dañina desde el punto de vista político.

Es poco probable que el comunicado de la Casa Blanca sobre la economía del ‘Hot Dog’ (los gráficos muestran caídas de precios de la limonada, la carne de hamburguesa y el helado para el 4 de julio) convenza a muchos.

El índice base de precios subió 3,4 % en mayo respecto del mismo mes del año pasado, el aumento más pronunciado desde 1992. Pero la Casa Blanca, al menos en apariencia, sigue rebosante de confianza.

Y si bien las encuestas de junio mostraron una caída en el apoyo a Biden, este conserva índices de aprobación sólidamente superiores al 50 %, algo que su antecesor en el salón oval, Donald Trump, nunca logró. (I)