El Banco Mundial anunció este lunes su participación junto al mecanismo Covax para distribuir hasta 430 millones de dosis de vacunas contra el coronavirus, suficientes para administrar a 250 millones de personas en 92 países de ingresos bajos y medios.

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El nuevo mecanismo de financiación permitirá a los países más pobres acceder a dosis adicionales más allá de la cuota ya financiada en su totalidad por los países donantes, según un comunicado.

“Este mecanismo importante y oportuno de financiación permitirá que Covax distribuya dosis adicionales”, afirmó Seth Berkley, ejecutivo principal de la Alianza para las Vacunas GAVI.

Desde el comienzo de la pandemia el Banco Mundial ha aportado más de $ 157 millones para lidiar con los impactos sanitarios, económicos y sociales del COVID-19.

“El acceso a las vacunas es el mayor reto para que los países en desarrollo protejan a sus poblaciones del impacto de la pandemia de COVID-19 desde el punto de vista sanitario, social y económico”, dijo el jefe del Banco Mundial, David Malpass.

Por el momento, la desigualdad en la vacunación entre países ricos y pobres es la norma.

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Hasta el 26 de julio, los 29 países más pobres solo habían podido administrar 1,5 dosis por cada 100 habitantes, mientras que los más ricos habían alcanzado las 95,4 dosis por cada 100 habitantes, según un recuento de AFP.

El sistema Covax, una asociación entre la Organización Mundial de la Salud, la Alianza para las Vacunas (Gavi) y la Coalición para las Innovaciones en Preparación para Epidemias (CEPI), solo ha podido suministrar algo más de 135 millones de dosis a 136 países, muy por debajo de sus objetivos iniciales.

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En parte se explica porque los países ricos han estado acaparando las dosis de vacunas disponibles, pero también porque India -que debía suministrar gran parte de las dosis- lleva varios meses prohibiendo las exportaciones para poder combatir la pandemia en su territorio.

En tanto, el Banco Mundial dijo que esta colaboración “es la única iniciativa global que trabaja con los Gobiernos y los fabricantes (de vacunas) para asegurar que las vacunas contra el COVID-19 estén disponibles en todo el mundo, tanto para los países de más altos ingresos como para los de ingresos más bajos”.

Los países en desarrollo participantes tendrán una “visibilidad mayor de las vacunas disponibles, las cantidades en que están disponibles y los cronogramas de distribución, lo cual les permitirá asegurarse que obtienen dosis más temprano, y prepararse para las campañas de vacunación”.

Por otro lado, en países como Francia y Estados Unidos los Gobiernos han visto la necesidad de volver la vacunación obligatoria.

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La ciudad de Nueva York exigirá a todos sus trabajadores públicos que se vacunen contra el COVID-19 o que se sometan a test semanales, anunció el lunes su alcalde, Bill de Blasio.

Esta medida entrará en vigor el 13 de septiembre y afectará a más de 300.000 personas, entre ellos policías, bomberos y profesores de la mayor ciudad de Estados Unidos, donde la variante delta se está propagando de forma alarmante.

La variante delta representa más del 89 % de las infecciones en Estados Unidos.

En el caso de la potencia europea, más de cuarenta millones de franceses ya han recibido al menos una dosis de la vacuna contra el COVID-19 y está próxima la instauración de un certificado sanitario obligatorio para entrar en lugares públicos, recoge Efe.

La medida del certificado sanitario, que compromete a todos los ciudadanos a presentar un documento de doble vacunación, un test negativo reciente o una prueba de haber tenido el virus en los seis meses previos, ha recibido ya el voto de los parlamentarios, tras su paso por el Senado este fin de semana.

El objetivo del Gobierno francés es llegar a 50 millones de primeras inyecciones a finales de agosto, para contrarrestar la expansión de la variante delta, que está dejando unos 20.000 nuevos contagios al día desde hace una semana, aunque con 6.843 pacientes ingresados, los datos en hospitales se mantienen estables. (I)