Europa enfrenta un nuevo reto por el caso de Bielorrusia, un país en el que su máximo líder ha puesto en jaque la diplomacia en esa región.

La orden de su gobierno de obligar a aterrizar a un avión comercial de otro país para detener a un opositor plantea un raro problema jurídico para la aviación civil, según especialistas del sector: el uso de la fuerza por un Estado, potencialmente con mala intención.

“Las reglas de la aviación civil no fueron escritas previendo que un Estado se comporte como un terrorista”, resumió Nathalie Younan, especialista en derecho aéreo del gabinete parisino de abogados FTPA, en entrevista con la AFP.

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Al régimen de Alexander Lukashenko se le acusa de haber desviado el domingo una aeronave de Ryanair, mediante el uso de un caza, para detener a un opositor que iba a bordo, lo que llevó a su país a ser excluido del espacio aéreo europeo.

En ese marco, este miércoles la Agencia Europea de Seguridad Aérea (EASA) recomendó a las aerolíneas evitar el espacio aéreo de Bielorrusia, país cuya acción -afirma- representa “un mayor riesgo para la seguridad de vuelo”.

La indignación de los países occidentales refleja una aparente infracción al Convenio de Chicago de 1944, que establece las reglas de la aviación civil internacional y de la cual Minsk es parte desde 1993, según la Organización de Aviación Civil Internacional (OACI).

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Esta instancia, adscrita a la ONU, dijo que presentó un pedido de investigación del incidente y expresó su “profunda inquietud”.

El convenio, desde su primer artículo, plantea que “todo Estado tiene soberanía plena y exclusiva en el espacio aéreo situado sobre su territorio”.

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Pero “los Estados contratantes reconocen que todo Estado debe abstenerse de recurrir al uso de las armas en contra de las aeronaves civiles en vuelo y que, en caso de interceptación, no debe ponerse en peligro la vida de los ocupantes (...) ni la seguridad”, agrega el convenio.

“En una interceptación por un caza, el comandante a bordo debe obedecer las consignas dadas, Francia defiende este principio como todos los Estados del mundo porque es una cuestión de seguridad”, explicó a la AFP la Dirección General de Aviación Civil (DGAC) francesa.

Escenarios no previstos

“En cambio, cuando un aparato es autorizado a entrar, cumple las condiciones, paga las tasas [para tener derecho a sobrevolar un país], no puede ser detenido sin motivo válido. Eso es lo que está en cuestión sobre la intervención por parte de la fuerza aérea [bielorrusa]”, según la misma fuente.

El Convenio de Chicago indica que los países firmantes no pueden usar la aviación civil para “propósitos incompatibles” con el texto. Pero, según la DGAC, “el vuelo de Ryanair fue desviado por motivos que no tienen nada que ver con la aviación civil”.

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Lukashenko afirmó este miércoles que actuó “legalmente para proteger a la gente”-al invocar una amenaza de bomba que resultó ser falsa- y acusó a los países occidentales de querer estrangular a su país.

Las eventuales recomendaciones emitidas en el marco de la OACI no estarán “dotadas de un poder de sanción, propiamente dicho”, explicó por su parte Sonia Merad, colaboradora especializada en derecho aéreo de FTPA.

La última palabra, en los casos más graves, la tendría el Consejo de Seguridad de la ONU, donde Rusia tiene poder de veto y es aliada de Minsk.

Un piloto de línea, que pidió el anonimato, explicó que existen procedimientos muy detallados sobre la actitud que se debe adoptar ante una amenaza de bomba y “reglas internacionales precisas sobre interceptación por un avión de caza”. Pero “la figura de un Estado que comete el acto de piratería no está previsto en los escenarios”, agregó.

“Es una mentira absoluta decir que el avión se vio forzado a aterrizar por un MiG-29”, insistió Lukashenko. “La misión del caza era establecer la comunicación, acompañar el aterrizaje del avión de pasajeros en caso de urgencia”, agregó.

La tripulación “no tenía otra alternativa que seguir las instrucciones que se les daban”, estimó el miércoles el director general de la Asociación de Transporte Aéreo Internacional (IATA) Willie Walsh.

“Eventos como este son extremadamente raros, pero es muy perturbador ver a un gobierno enviar un avión militar para interceptar un avión comercial por razones claramente falsas”. (I)