Setenta y seis años después de que los campos nazis fueran liberados, una exsecretaria de uno de ellos, de 96 años, será juzgada a partir del jueves en Alemania, una de las pocas mujeres procesadas por su implicación en el horror nazi.

El caso, muy simbólico, será examinado en la víspera del 75º aniversario de la condena a muerte por ahorcamiento de doce de los principales dirigentes del Tercer Reich, ordenada por el tribunal de Núremberg.

A este proceso le seguirá el del exguardia del campo nazi de Sachsenhausen, cerca de Berlín, el 7 de octubre.

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La acusada, Irmgard Furchner, tenía en el momento de los hechos entre 18 y 19 años y será juzgada por un tribunal especial para jóvenes de Itzeohe, en el norte del país. En la actualidad, vive en una residencia de ancianos de Hamburgo.

Está acusada de “complicidad de asesinato en más de 10.000 casos” en el campo de concentración de Stutthof, en la actual Polonia, donde trabajó como taquígrafa y secretaria del comandante del campo, Paul Werner Hoppe, entre junio de 1943 y abril de 1945.

En este campo, próximo a la ciudad de Gdansk y en el que murieron 65.000 personas, “detenidos judíos, partisanos polacos y prisioneros de guerra soviético” fueron asesinados sistemáticamente, según la fiscalía.

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Treinta partes civiles

También será juzgada por “complicidad en intentos de asesinato”.

Se espera que unas 30 partes civiles, la mayoría procedentes del extranjero, acudan a las audiencias, que podrían extenderse al menos hasta junio de 2022.

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No se han divulgado muchos datos sobre la acusada, que hasta ahora no ha comparecido por los cargos de que se le acusa.

Pero, según el abogado Christoph Rückel, que representa desde hace años a supervivientes de la Shoah, ella “administró el conjunto de la correspondencia del comandante del campo”. Además, “también escribió a máquina las órdenes de ejecución y de deportación y estampó sus iniciales”, declaró a la cadena regional pública NDR.

Sin embargo, según su abogado, Wolf Molkentin, Furchner ignoraba la suerte exacta que corrían los detenidos. “Mi clienta habría trabajado en medio de SS experimentados en la violencia. Pero ¿debía compartir su nivel de conocimientos?”, se preguntó en una entrevista con la revista Der Spiegel.

“En mi opinión, esto no tiene que ser necesariamente así”, añadió, insistiendo en que los responsables nazis solían utilizar términos “codificados”, de forma que “una secretaria no podía descodificarlos”.

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Pocas mujeres

El juicio reviste una importancia particular porque, hasta la fecha, se ha procesado a pocas mujeres implicadas en el horror nazi.

“Especialmente, el papel de las mujeres en el régimen nazi y su implicación en el Holocausto han sido ignorados por la justicia durante demasiado tiempo”, destacó en este sentido la historiadora Simone Erpel, en Der Spiegel.

Durante décadas, Alemania no pareció tener prisa por encontrar a los criminales de guerra y llevarlos ante la justicia. Así, la prensa recordó que la secretaria particular de Adolf Hitler, Traudl Junge, fallecida en 2002, nunca fue interpelada.

Pero la condena a cinco años de prisión firme para John Demjanjuk, que era guardia del campo de Sobibor en 1943, emitida en 2011, sentó jurisprudencia, por lo que ahora se puede procesar por complicidad de decenas de miles de asesinatos a cualquier auxiliar de un campo de concentración, del guardián al contable.

Y, por muy controvertida que pueda resultar esta justicia tardía, permite “dar voz a las víctimas, a sus familias” y que la gente sea “consciente” de “los hechos”, señaló el jurista Andrej Umansky, autor de un libro sobre la Shoah en territorio soviético ocupado por los nazis.

En julio de 2020, Bruno Dey, de 93 años, exguardia del campo de Stutthof, fue condenado a dos años de prisión condicional.

En años anteriores, dos exguardias de Auschwitz -ya fallecidos- también fueron condenados. (I)