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Afganistán: la escalofriante dimensión ilegal de la economía del país

La economía de Afganistán está "moldeada por su fragilidad y la dependencia de la ayuda", asegura un reporte del Banco Mundial publicado este año.

La recaudación de impuestos ilegales para permitir el paso de mercancías genera millones en Afganistán. Foto: Getty Images

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Aunque tras dos décadas de la caída del Talibán las condiciones de vida en Afganistán habían mejorado, así como su sistema educativo y de salud, los dirigentes nunca lograron fortalecer la economía formal del país ni acabar con su dependencia de la ayuda extranjera, que financia el 75% del gasto público.

Ahora, con los talibanes nuevamente en el poder, las perspectivas económicas son aun peores.

Se espera que el dinero extranjero deje de fluir, golpeando fuertemente las arcas del Estado. En 2019, el Banco Mundial estimó que dicha ayuda equivalía al 22% de su ingreso nacional bruto.

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Pero esos son solo datos de la economía formal, aquella que se registra ante las autoridades fiscales.

La realidad es que el grueso del dinero que entra a la nación es difícil de estimar: la mayoría proviene de actividades ilegales, según explica David Mansfield, experto en Afganistán y autor del libro “A State Built on Sand: How opium undermined Afghanistan” (Un Estado construido sobre arena: cómo el opio socavó Afganistán).

En junio, la ONU publicó un informe que asegura que “las principales fuentes de financiación de los talibanes siguen siendo actividades delictivas”, incluido “el tráfico de drogas y la producción de adormidera (utilizada para producir opio), la extorsión, el secuestro con el fin de cobrar rescate, la explotación de minerales y los ingresos procedentes de la recaudación informal de impuestos en las zonas bajo control de los talibanes”.

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De acuerdo a David Mansfield, es precisamente esta última actividad la que genera más dinero.

Según un estudio que él lideró, publicado este mes por el Overseas Development Institute, solamente en la provincia de Nimruz, cerca de las fronteras con Irán y Pakistán, la recaudación de impuesto para permitir el paso de mercancías, incluyendo drogas, aporta cerca de US$235 millones al año tanto a los talibanes como a figuras pro-gubernamentales.

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A modo de comparación, la provincia recibía menos de US$20 millones de ayuda extranjera al año.

“Es la principal fuente de ingresos de los talibanes”, le dice el analista a BBC Mundo.

“Y si remontamos a informes publicados a finales de la década de 1990, podemos ver que la principal fuente de financiación de los talibanes en aquella época también eran los impuestos recaudados por el transporte de bienes y combustible”, prosigue.

El negocio de las drogas

La industria de las drogas en Afganistán es gigante.

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Los narcos afganos controlan más del 80% del suministro mundial de opio, según la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC), y se estima que la heroína elaborada con opio afgano representa el 95% del mercado en Europa.

Esta agencia, que monitorea los cultivos ilícitos en todo el mundo, estimó en un estudio publicado en 2019 que la economía del opio genera entre US$1.200 y US$2.100 millones anuales, mucho más que los US$500 millones al año que Estados Unidos aportaba en ayuda humanitaria antes de que los talibanes tomaran Kabul.

En 2018, la UNODC señaló que la producción de opio contribuía al 11% de la economía del país.

Tras la toma de Kabul, el portavoz de los talibanes, Zabihullah Mujahid, dijo que cuando ellos estaban en el poder “no había producción de drogas” y prometió que volverían a “reducir el cultivo de opio a cero”.

Sus palabras contradicen las cifras del Departamento de Estado de EE.UU., que muestran que el cultivo de adormidera aumentó sustancialmente bajo el mando de los talibanes. Pasó de 41.000 hectáreas en 1998 a más de 64.000 en 2000.

ste negocio es también una importante fuente de empleo en Afganistán. En 2019, solamente el cultivo de opio sumaba casi 120.000 puestos de trabajo, de acuerdo a la UNODC.

El Departamento de Estado de EE.UU. estima que los talibanes cobran un impuesto al cultivo del 10%. Hay reportes de que también recaudan dinero de los laboratorios que convierten el opio en heroína, así como de los comerciantes que se dedican al contrabando.

Cabe señalar que el opio y sus derivados no son las únicas drogas que mueven la economía afgana.

El país asiático es también es uno de los principales productores de hachis en todo el mundo e igualmente produce drogas sintéticas como la metanfetamina.

El sistema de impuestos al transporte

David Mansfield, quien ha estado investigando la economía ilícita afgana desde 1997, asegura que el sistema de recaudación de impuesto para permitir el paso de mercancías es mucho más simple.

“Funciona en base a un precio fijo que hay que pagar dependiendo del peso, el volumen o en algunos casos de una unidad de superficie”, agrega.

“Cobrar el 10% del precio por una determinada mercancía sería imposible de administrar y calcular constantemente”.

Por eso, explica, los talibanes les ponen impuestos a bienes que pueden contar en lugar de crear una estructura basada en precios que puede llegar a ser compleja.

Insurgentes y funcionarios cobran impuestos por separado, haciendo que los precios se disparen. Foto: Getty Images

“Ellos cobran impuestos por cada camión, kilo, persona... Así es como funciona el sistema”, insiste el analista británico, destacando que transportar bienes en Afganistán resulta extremadamente costoso.

Minería ilegal

Afganistán es un país rico en minerales y piedras preciosas. Cuenta con significantes reservas de litio, uranio, bauxita, cobre, cobalto, carbón, hierro, mármol, talco, además de petróleo y gas.

Pero no ha podido explotar debidamente esta riqueza debido a la guerra y la mayor parte de la extracción de minerales en Afganistán se realiza a pequeña escala e ilegalmente.

“Según estimaciones nuestras, el valor potencial de los depósitos minerales oscila entre US$1 billón y US$3 billones de dólares”, le dijo el exministro de Minas afgano, Wahidullah Shahrani, a la BBC en 2010.

A finales de 2020, un informe sobre la extracción de minerales en Afganistán publicado por la ONU aseguró que el país podría recaudar más de US$100 millones anualmente solamente vía regalías y aranceles de exportación de minerales.

Pero, según el informe, esto no había sido posible debido a que el control de la extracción de minerales estaba principalmente en manos de grupos como los talibanes y Estado Islámico, así como de milicias locales, capos y algunas fuerzas de seguridad.

En los últimos años, los ingresos fiscales provenientes de los recursos minerales representaron menos del 2% de los ingresos totales del gobierno afgano, es decir, alrededor de US$42 millones anuales.

Una corrupción endémica

La corrupción es otro gran factor que dificulta la explotación de los múltiples recursos minerales en Afganistán y la distribución de la riqueza.

Afganistán es uno de los países más corruptos del mundo. Ocupa el puesto 165 de 180 países en el Índice de Percepción de la Corrupción de Transparencia Internacional.

De acuerdo a una investigación de Global Witness de 2018, tanto el Talibán como el autodenominado Estado Islámico se han beneficiado de la corrupción y la mala gestión de la riqueza del país

La ONG que trabaja para romper los vínculos entre la explotación de recursos naturales, la pobreza, la corrupción y los abusos de los derechos humanos estimó que los talibanes ganan entre US$2,5 millones y US$10 millones al año solo de la extracción de talco.

Pero la corrupción no se limita a pequeños grupos, sino que es verdaderamente endémica.

"El mayor fracaso de nuestros esfuerzos no fue la insurgencia. Fue el peso de la corrupción endémica", explica Ryan Crocker, exembajador de EE.UU. en Afganistán. Foto: Alex Wong

En 2013, el expresidente de Afganistán, Hamid Karzai, admitió que la CIA le había entregado bolsas de dinero en efectivo a su oficina durante años, y añadió que no era “nada inusual”.

Un informe publicado a principios de agosto por el inspector general para la reconstrucción de Afganistán (Sigar, por sus siglas en inglés), una figura creada en 2008 por el Congreso estadounidense, concluye que el gobierno estadounidense “subestimó” la cantidad del tiempo necesario para reconstruir el país.

Asimismo creó plazos “poco realistas y expectativas que priorizaron el gastorápidamente”, lo cual hizo que la corrupción aumentara, de acuerdo al informe de la autoridad gubernamental.

“El mayor fracaso de nuestros esfuerzos no fue la insurgencia. Fue el peso de la corrupción endémica”, le dijo Ryan Crocker, exembajador estadounidense en Afganistán, a la Sigar.

Futuro incierto

La mayoría de expertos, incluyendo a David Mansfield, no creen que el Talibán vaya a “reducir el cultivo de opio a cero”, como lo prometió.

Tampoco confían en que el nuevo régimen logrará acabar con la corrupción o atraer inversión extranjera para explotar los recursos minerales del país.

Por el contrario, los ingresos económicos de Afganistán disminuyen cada día más tras la llegada de los talibanes.

Por un lado, Irán paralizó todo tipo de comercio con Kabul, en una frontera por la que circulan miles de millones de dólares al año, según cifras oficiales.

El cultivo de opio genera casi 120.000 puestos de trabajo en Afganistán. Foto: Getty Images

Por otro, Estados Unidos le bloqueó al Talibán el acceso a alrededor de US$7 mil millones de los US$9 mil millones de reservas extranjeras del Banco Central de Afganistán (DAB).

“Podemos decir que los fondos accesibles a los talibanes son quizás el 0,1-0,2% de las reservas internacionales totales de Afganistán. No es mucho”, tuiteó Ajmal Ahmady, expresidente del DAB ahora en el exilio.

Igualmente, Alemania anunció la suspensión del envío de US$300 millones en ayuda, mientras que el Fondo Monetario Internacional le congeló el acceso al país a unos US$460 millones de reservas de emergencia.

Para acceder a estos todos estos fondos, vitales para una economía que financia el 75% de su gasto público con ayuda extranjera, el Talibán deberá negociar con Estados Unidos o enfrentarse a una crisis económica aún más profunda, que agudizará la ya catastrófica crisis humanitaria que atraviesa el país.

“Algunos han minimizado el problema económico al escribir que los ingresos de los talibanes provenientes de la minería ilegal, la producción de opio o las rutas comerciales son grandes”, escribió Ajmal Ahmady en un artículo de opinión publicado en el Financial Times.

“Los ingresos de los talibanes de tales fuentes podrían considerarse relativamente grandes para llevar a cabo una campaña de insurgencia. (Pero) son totalmente inadecuados para operar un gobierno que funcione”. (I)

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