La crianza debe sostenerse en la honradez y el amor genuino, para que las niñas y niños se formen como seres autónomos, capaces de reconocer sentimientos negativos que, inevitablemente, experimentarán en su vida.

En ocasiones, por la incapacidad de manejar sus propias emociones, los padres pueden abrumar y lastimar emocionalmente a sus hijos. Tanto mamás y papás como cuidadores deben aprender a lidiar con su propio odio, rabia y frustración.

La separación es una de las adversidades más comunes y genera un cambio drástico en la dinámica familiar, pero bajo ninguna circunstancia debería poner en riesgo el pleno desarrollo de niños o adolescentes. Debemos reconocer, por supuesto, lo difícil que es para ellos el duelo de una separación y lo que implica. Estas situaciones están llenas de angustia y, muchas veces, ni la madre ni el padre están disponibles para aliviarla. Por lo tanto, es necesario que los hijos cuenten con el apoyo de quienes confían, de la familia ampliada o círculos de amistades; esto va también para mamá y papá, ya que estas relaciones permitirán a los padres expresar sus sentimientos y pensamientos tal y como surgen, evitando que se manifiesten sin control delante de sus hijos. Si bien la comunicación abierta entre padres e hijos es vital durante un proceso de separación, es igual de importante que esta se dé en temas en los que se necesite realmente la opinión del niño, y no un espacio donde se juzgue y critique la imagen de uno de los padres.

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La pensión alimenticia es uno de los elementos de mayor conflicto durante una separación y que se usa, con frecuencia, como un medio de manipulación. Es necesario que se explique a los hijos cómo funciona una pensión alimenticia y para qué sirve, sin emitir juicios u opiniones negativas sobre el responsable. Podemos ser honestos sobre cómo nos sentimos, pero bajo ningún concepto distorsionemos la situación. Muchas veces el enojo nos lleva a exagerar o solo mencionar los aspectos negativos del otro, olvidando que esa persona cumple un rol esencial en la vida de sus hijos, así sea de manera simbólica o en la imaginación (en el caso de padres o madres ausentes y negligentes).

Escuche con atención a sus hijos, sin tomar sus palabras de manera personal ni juzgándolas, trate de poner la honestidad por delante; esta es una de las más valiosas acciones que mamás y papás pueden hacer para educar a sus hijos. Recuerde siempre la edad que tienen antes de hablar o cuestionarlos. Utilice los cuentos, como estrategia, para conocer qué tanto entienden de las contrariedades del mundo, y sobre todo, para ayudarlos a expresar cómo se sienten y qué piensan a través de los personajes. Jugar es la mejor forma de enseñarles y aprender de ellos. En los juegos de roles, por ejemplo, los niños pueden convertirse en mamá y papá y los padres en los hijos. Esto es ideal para saber cómo actuarían ellos en situaciones en las que usted probablemente se encuentre y, además, podría aprender muchísimo de sus propios hijos. (O)