“Una nueva protesta traerá otra vez caos en el país”, “dañarán más la economía, las protestas no son la solución”, “¿y los ecuatorianos que no queremos protestas estamos pintados? Ecuador es de todos”, “el paro no sirve para nada, solo para joder la economía”, estos son algunos de los comentarios que cientos de ciudadanos expresaron en redes sociales luego de que Leonidas Iza, lider de la Conaie, anunciara una nueva jornada de movilizaciones en contra del actual Gobierno que empezarían el 8 de marzo próximo.

Actualmente las protestas para un gran sector de la sociedad ecuatoriana son sinónimo de caos y vandalismo. “Paro es igual a saqueos”, es una de las ideas que se replican en redes sociales o en las conversaciones entre amigos. Hay varios puntos que han deslegitimado la protesta social a tal punto que se la vincula hasta con actos delictivos.

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De hecho, en esos días se ha creado la campaña en redes sociales Vamos a frenar el paro. El objetivo es juntar un millón de voces: “un millón de voluntades, para decirle al amigo (Leonidas) Iza que no queremos violencia, no queremos el paro”.

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No obstante, históricamente muchos de los derechos fundamentales del ser humano se han logrado gracias a la protesta de las calles. El salario básico, el aumento de los sueldos, la afiliación obligatoria a la seguridad social, los décimos, mejoras en el sistema de salud, entre otros temas, se han logrado con la lucha en las calles.

Pese a estas reivindicaciones, el clima actual es de rechazo a las protestas. ¿Qué ha provocado el sentir negativo hacia las movilizaciones sociales? Cristian Carpio, analista político, considera que hay diferencias entre protestas sociales y acciones violentas que generan caos y zozobra .

Las primeras incluso están consagradas en la Constitución y son mecanismos válidos para expresar desacuerdos y demandar acciones por parte de un gobierno. Las segundas buscan establecer un esquema de terror.

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Quito fue la ciudad que más daños registró por el paro de junio de 2022. Foto: Carlos Granja Medranda

“En décadas pasadas las protestas perseguían objetivos concretos y tenían fines consolidados que buscaban reivindicar muchos de los derechos colectivos. Pero lo ocurrido en 2019 y 2022 es que las protestas se desviaron, no tuvieron objetivos concretos más allá de que se mantengan los subsidios a los combustibles”, dice Carpio.

En las últimas movilizaciones, según el experto, las demandas eran incoherentes o aumentaban conforme avanzaban los días de movilización. El liderazgo de las personas que convocaron estas manifestaciones en muchas de las ciudades se perdió y no hubo control de las mismas.

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Otra de las diferencias es que los actuales líderes de estas marchas impulsan acciones más radicales, son más confrontativos lo que ha provocado que las movilizaciones lleguen a un punto en el que ya no se buscan reivindicación de derechos.

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“Algo que hay que agregar es la percepción de la ciudadanía que cada vez es más contraria a este tipo de acciones, ya que se han desvirtuado las manifestaciones, no se tienen objetivos claros, se reportan saqueos, actos vandálicos, secuestros. La ciudadanía percibe esto como un ambiente de caos y anarquía”, añade Carpio.

Carlos Tutiven, sociólogo y docente de la Universidad Casa Grande, afirma que también existe en el país una sensación generalizada de que hay un uso “abusivo” de la protesta social.

Añade que si bien han existido manifestaciones legítimas que encarnan demandas y soluciones a problemas laborales, de seguridad, de salud y que son necesarios llevar a la palestra pública, también se percibe, entre líneas, que hay una especie de chantaje político al gobierno de turno.

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“Usan la herramienta de las protestas no solo para viabilizar demandas legítimas sino también intereses creados de dirigentes o sectores políticos y allí viene la sospecha”, indica.

Además, el contexto actual también es importante. La sociedad ecuatoriana está tratando de salir de los estragos económicos de la pandemia y la mayoría de ciudadanos han estado intentando reactivarse productivamente por lo que estas manifestaciones frenan las actividades económicas y siembran el temor.

“Estando en un país en crisis económica profunda y en una crisis de institucionalidad profunda, estas protestas agrava aún más la sobrevivencia material y la misma crisis económica. Los avícolas, pequeños empresarios, agrónomos sienten que estas protestas recrudecen las pérdidas millonarias. Lo peor es que luego de estas protestas no terminamos con un mejor país sino con un peor”, anota Tutiven

QUITO (22-06-2022).- Marcha organizada por la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador (Conaie), desde la Universidad Central del Ecuador hasta las avenidas Amazonas y Naciones Unidas, en el norte de Quito. Alfredo Cárdenas/ EL UNIVERSO. Foto: Alfredo Cárdenas

Pedir la “renuncia” del presidente Guillermo Lasso, exigencia específica de Iza, también es vista como un objetivo político y no como una reivindicación social, coinciden los analistas. Lo que realmente se buscaría es aprovechar la debilidad del Gobierno que se ahondó con los resultados de las últimas elecciones.

A esto se suma la sensación de impunidad que se genera al no castigar a los vándalos o culpables de los actos delictivos. De hecho, la Asamblea Nacional generó un proceso de amnistías masivo para quienes participaron en las protestas pasadas, pero dentro de este grupo hubo personas que estaban acusadas por delitos como minería ilegal. Es decir, desde las propias instituciones públicas se envía un mensaje sobre que el caos puede brillar sin tener algún responsable, dice Carpio.

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EL UNIVERSO solicitó entrevistas con líderes de la Conaie, pero hasta el cierre de este artículo no hubo respuesta. Sin embargo, en reiteradas ocasiones Iza y otros líderes que han encabezado las últimas protestas han acusado a los “infiltrados” y hasta a los gobiernos de turno de ser los responsables de la violencia.

Sin embargo, en las protestas de junio del 2022 se observó a indígenas, con los colores y banderas de la Conaie, tomar la subestación eléctrica de Tisaleo, en Tungurahua, con la consigna de dejar sin energía a ciudades como Guayaquil. También se contaminó el agua potable de Ambato con aceite quemado. Por estos actos de vandalismo y sabotaje no hay detenidos o sentenciados.

Cuando Iza anunció las movilizaciones para el 8 de marzo primero habló de un paro, pero luego reculó y afirmó que eran movilizaciones por el Día de la Mujer, pero la idea es mantenerlas hasta que Lasso renuncie.

Aunque lideresas indígenas como Zenaida Yasacama, vicepresidenta de la Conaie, han afirmado, en varios medios de comunicación, que las marchas de ese día serán dirigidas por mujeres y que Iza no estaría presente. En una rueda de prensa realizada el 2 de marzo afirmó marcharían por los derechos de las mujeres; rechazo a las actividades extractivistas que han generado violencia en los territorios, en este punto exigirán justicia por el asesinato del dirigente Eduardo Mendúa; y reclamar al Gobierno por el incumplimiento de los acuerdos de las mesas de diálogo que derivaron del paro de junio de 2022.

EL UNIVERSO también buscó una entrevista con Yasacama, pero hasta el cierre de este artículo no confirmó la hora y el día. (I)