En abril pasado se conoció de la violación de una estudiante del colegio Dillon, en Quito, por parte del chofer del expreso que la llevaba a la unidad educativa. Este hecho generó protestas y marchas de los compañeros de la víctima para exigir justicia. Las violaciones a menores de edad no son hechos aislados en Ecuador. Tíos, primos, padrastros, padres, abuelos, amigos, vecinos, profesores o conocidos son denunciados por abusar sexualmente de menores de edad.

En octubre de 2021, un infante de 8 años fue violado por un hombre cercano a su familia, en Manta. Otro de los casos que sacudieron al país fue el de un hombre que abusó de forma constante de sus dos hijastras menores de edad en Naranjal, Guayas. Según la Fiscalía General del Estado, entre 2017 y 2021 se registraron más de 2.200 violaciones a menores de edad. Sin embargo, esta cifra no revela todo el panorama, ya que la mayoría de los abusos no son denunciados por las víctimas debido al miedo, por la presión psicológica que les genera su agresor o por la reserva de la familia. Ante esta cruda realidad surge la pregunta, ¿podemos identificar a un pedófilo o a un pederasta?

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Primero se deben conocer la diferencias entre estos dos perfiles. Al pedófilo le atraen los niños, busca un objeto sexual a través de la pornografía infantil, autoestimulándose y observando a los infantes, pero no mantiene relaciones sexuales con el niño o niña.

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En cambio, el pederasta es aquel individuo que tiene fantasías sexuales con infantes y que son llevadas a la realidad, es decir, existe la penetración vaginal o anal entre el adulto y el menor. En la investigación Perfil personológico del pedófilo y pederasta, así como los tratamientos psicológicos más efectivos, realizada por la psicóloga clínica Damariz Hernández y publicada por la Universidad Técnica de Machala, se indica que un pedófilo puede convertirse en un pederasta.

En el documento se afirma que los contextos familiares del pedófilo y del pederasta, por lo general, han sido complejos. Sus padres tuvieron problemas con el alcohol y uso de drogas, vivenciaron u observaron maltrato intrafamiliar o extrafamiliar. En muchos de los casos, en el contexto familiar se ha dado el abuso sexual de generación en generación, violencia psicológica, rigidez y una relación distante y conflictiva entre padre e hijo.

“No existe una estabilidad familiar, estas situaciones se repiten y existe la posibilidad de que el victimario constituya una familia en la que el incesto aparezca”, dice el estudio.

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Sin embargo, también se han registrado casos en los que personas de conducta intachable, de gran simpatía y de grandes habilidades sociales han cometido abuso sexual contra menores o padecen de pedofilia. De allí la complejidad que tienen los padres para detectar a un pederasta o a un pedófilo.

Para la psicóloga Angélica Santillán, los padres deben estar muy alertas y sobre todo brindar educación con respecto al tema, interiorizar en los hijos o niños medidas de prevención ante posibles situaciones de abuso sexual infantil, ya que no existen características detectables a simple vista en el caso del pederasta o en la persona que tiene el trastorno y aún no ha llegado a la conducta delictiva (pedófilo).

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La Fiscalía registra 2.241 casos de violación sexual a menores de edad desde enero del 2017 hasta septiembre pasado

Falsamente desde el conocimiento común se cree que una persona retraída, reservada, con un extraño comportamiento, que presente un mal aspecto, es la que es capaz de cometer los abusos sexuales. Sin embargo, no vamos a encontrar una caracterización específica, personas de conducta intachable, de gran simpatía, de habilidades sociales, que gocen incluso de prestigio y honorabilidad también pueden ser abusadores sexuales. Por eso la importancia de enfocarse en la prevención desde la educación a los niños, niñas y adolescentes”, afirma.

Los abusadores sexuales de niños pueden ser de cualquier clase social, etnia, raza, religión, estado civil y poseer cualquier nivel educativo. Tienden a tener una mejor relación con los niños y, por lo general, tratan de buscar un empleo cuyo contexto sea infantil, almacenan fotos de niños, pornografía infantil y siempre están predispuestos a cuidar de infantes.

Decenas de personas protestaron por la violación de una estudiante del colegio Dillon, en Quito. Foto: Archivo

En tanto que Christian Arias, psicólogo clínico y vocero de Crianza Respetuosa Ecuador, afirma que tanto la pedofilia como la pederastia se desarrollan en una persona por múltiples causas, entre ellas factores ambientales, entorno de crianza o genéticos. Lo que sí está comprobado es la importancia de los vínculos tempranos.

Muchos de los criminales sexuales han sufrido abuso sexual cuando eran niños o altos niveles de maltrato infantil y eso ha dejado en sus mentes experiencias altamente traumáticas y esto es un factor altamente determinante para que cometan violaciones. Aunque cabe aclarar que muchas personas también han sido abusadas de niños y no se han convertido en pedófilos o pederastas”, explica.

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El especialista cita el caso de Daniel Camargo Barbosa, quien asesinó y violó a más de un centenar de niñas y adolescentes en Ecuador en la década de los 80. El psicólogo que trató a Camargo indicó que una de las causas para que el violador haya desarrollado este comportamiento fue porque la madrastra lo obligaba a vestirse como niña para ir a la escuela y observó, de niño, cómo sacerdotes abusaban de otros infantes.

En algunos casos el abusador sexual, dice Arias, se siente en una relación de poder invertida, es decir, de niño fue víctima y abusado, pero ya de adulto se convierte en victimario, abusador, maltratador. Añade que el tema es complejo y que la situación de cada abusador dependerá de su historia de vida: “Sería irresponsable dar una respuesta única (a por qué una persona se convierte en un abusador sexual)”.

Indica que uno de los principales errores que cometen los padres de familia es tener exceso de confianza y pensar que sus hijos no serán abusados sexualmente, porque esto “solo se da en el campo o en la clase baja”. Además, tienden a creer que sus familiares cercanos no son capaces de cometer una violación.

Los padres deben estar atentos a cualquier cambio de conducta de sus hijos. Foto: Archivo

También afirma que se necesita involucramiento parental para que los padres puedan detectar ciertos comportamientos en sus hijos para saber si fueron o están siendo abusados sexualmente.

Por lo general, los niños quieren evitar estar cerca de la persona que los abusó. Escuchan que la familia irá, por ejemplo, donde el abuelito, pero el niño se niega y muestra un profundo rechazo. Presenta llanto fácil, agresividad, no puede dormir, tiene pesadillas, se orina en la cama, está intranquilo, alterado. De esto nos podemos dar cuenta si hemos sido padres atentos y preocupados por nuestros hijos”, dice.

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Coincide con Santillán en que es muy complicado identificar a un pederasta sin estudios psicológicos previos: “Puede ser tu compañero de trabajo al que ves todos los días, el vecino que te vende los helados”.

¿Los pedófilos y pederastas pueden ser rehabilitados?

Santillán indica que para la pedofilia existen probabilidades para ser rehabilitado. Sin embargo, acceder a ese tratamiento psicológico y que dicho tratamiento tenga éxito va a depender de algunos factores en los que están incluidos aspectos como conciencia del trastorno en la persona que lo padece; motivación y auténtica voluntad para el cambio; formación y destreza del tema en el profesional que realice el tratamiento, entre otros, que son importantes de analizar en detalle y bajo rigor científico.

Por otro lado, la pederastia, como una conducta social delictiva, es principalmente punible y por obligación el ente encargado debería brindar el respectivo tratamiento psicológico para garantizar la no repetición del delito”, indica.

Sin embargo, Arias dice que no existe tratamiento o cura para los trastornos de la personalidad asociados a un perfil psicopático. Indica que los psicópatas no son personas rehabilitables porque no tienen la capacidad de sentir culpa o vergüenza.

Ese es su estilo de vida, ese es su placer. Por eso, en su momento, con la Asociación Ecuatoriana de Bienestar Infantil impulsamos el pedido de la implementación de la cadena perpetua ante las autoridades competentes”, afirma.

El delito de abuso sexual se encuentra tipificado en el artículo 170 del Código Orgánico Integral Penal (COIP), que en su inciso segundo dispone una pena privativa de libertad de cinco a siete años cuando la víctima es menor de 14 años. Si la víctima es menor de 6 años, la pena asciende a diez años. (I)