Charis (nombre protegido), de 49 años de edad, trabaja en el área de ventas publicitarias y vivió una situación caótica desde que empezó la pandemia del COVID-19, en marzo del 2020, ya que sus ingresos disminuyeron drásticamente y estaba endeudada.

Incluso, un poco antes de las medidas de restricción y confinamiento, había recibido un crédito de $ 30.000 para hacer un departamento en el que iba a vivir uno de sus cuatro hijos que ya tiene un compromiso. “La mayoría de las empresas no quieren dar publicidad en los medios tradicionales y prefieren promocionarse directamente en las redes sociales. Me quedé entre la espada y la pared”, indica.

Su salida fue viajar a Estados Unidos, con visa de turista que obtuvo antes de la pandemia, pero su objetivo real era trabajar. Primero viajó a Nueva York, donde vive su prima, por quince días. Allí se percató de que había plazas de empleo, por lo que retornó para quedarse seis meses, entre julio pasado y enero de este año.

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“En la segunda ida compré un pasaje por tres meses, pero pagué la multa de 260 dólares para cambiar el vuelo de retorno y me quedé finalmente seis meses”, afirma Charis, quien es divorciada.

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Ella vivió momentos difíciles, con una jornada doble de trabajo a la semana en la que dormía apenas una hora, incluso en la parada del tren, entre ambos trabajos. El uno era de jornada diurna, de lunes a jueves, en el que empacaba y ponía sellos en perfumes y medicinas. El otro, de miércoles a domingo, en jornadas nocturnas en un hotel-discoteca, donde colocaba servilletas, recogía vasos y abastecía de papel higiénico los baños.

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Comía una sola comida: un almuerzo que consistía en un ceviche peruano más el arroz, ya sea con una menestra y pescado; este lo comía en tres momentos en el día”.

En el primer trabajo ganaba $ 14 la hora y en el segundo, $ 23. Como tenía visa de turista, pues, recibía el sueldo bajo una identificación falsa, lo que se conoce como ID. “Con eso salen tus cheques, que los cambias en Western Union. De pronto, puedes utilizar tu segundo nombre y apellido”.

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Luego enviaba el dinero a Ecuador a través de couriers con el código de una amiga que ya tiene su situación legalizada. “Ganaba bien, porque también recibía las propinas. Hacía dos envíos semanales, por lo general de $ 900 cada uno, de lo que ganaba en la discoteca”, refiere.

Lo que obtenía del trabajo diurno era para cubrir sus gastos en EE. UU., como el alquiler de un cuarto, por el que pagaba $ 600 al mes, más movilización y comida. En total, dice que obtuvo alrededor de 65.000 dólares durante los seis meses que laboró, los que envió al país para que sus hijos pudieran mantenerse y cubrir las deudas que se acumularon desde el 2020 con el uso de las tarjetas de crédito.

Ya no podía quedarme más tiempo, porque se me cumplía el plazo máximo de estar como turista; de lo contrario, ya me quedaba como migrante y no podía salir. Esa no era mi idea”.

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Charis tiene previsto retornar a EE. UU. en agosto próximo. Ella es consciente de los riesgos que corre; por eso, toma precauciones en el momento de cobrar y enviar el dinero. ”He visto a personas que las han descubierto. Al retorno no te dicen nada; pero, a lo que vas de nuevo, te cogen y te meten al cuarto donde te interrogan, te quitan el teléfono, te revisan todo. Te sacan el cheque que has cobrado, te dicen que has trabajado en tal lado y que no haz ido como turista”.

Su trabajo en Ecuador sigue, ya que coordina todo desde su casa.

La situación de tres de sus cuatro hijos es difícil. El uno es ingeniero civil y encontró un empleo justo en julio pasado, cuando Charis viajó a EE. UU.; pero al mes fue despedido, ya que un familiar de él trabajaba en esa misma empresa, y hasta ahora no consigue otro empleo.

Otro de sus hijos recién encontró trabajo en marzo pasado en un supermercado de Guayaquil. Él tiene una bebé con su esposa, que no labora. Y la otra hija es licenciada en Diseño de Interiores y también empezó a trabajar recién.

Solo su primera hija es casada y vive en otro hogar de forma independiente.

Hay casos de ecuatorianos que también han viajado con visa de turista, pero si se han quedado a trabajar de forma irregular más allá del plazo permitido y ya no pueden retornar.

William Murillo, presidente ejecutivo de 1800Migrante.com, afirma que el país vive el mayor repunte migratorio desde la crisis económica de 1998 y 1999.

Un total de 1′654.188 ecuatorianos viajó al extranjero durante 2021 y 81.758 no regresaron; mientras que en 2020 hubo un saldo migratorio a favor, ya que retornaron más de los que salieron, con un saldo de 1.504 compatriotas.

En 2019 se registró la salida de 1′544.708 ecuatorianos, entraron 1′513.513 y no regresaron 31.195.

En cada uno de los años del periodo 1997-2021 hay un saldo negativo porque salen al exterior más ecuatorianos de los que regresan al país a excepción de 2009, 2011, 2012, 2013 y 2020, según las cifras históricas del Instituto Nacional de Estadística y Censos, lo que refleja el éxodo.

Los 81.758 que no regresaron en 2021 es el número más alto desde el 2004. En el 2003 no se registró el retorno de 127.135 que salieron.

El problema es que algunos ecuatorianos han naturalizado el ir a trabajar a Estados Unidos con la visa de turista, lo que puede afectar a los que sí viajan con ese fin, dice Murillo.

“El Gobierno norteamericano sabe muy bien quiénes son los ecuatorianos que, teniendo visas de turismo, se quedan seis meses en Estados Unidos. No conozco a personas que tengan la suficiente capacidad económica para irse medio año de vacaciones. Cuando hacen la renovación, allí les cogen, porque les dicen que tenían cinco años de visa de turismo de los que dos años y medio han pasado allá como turistas. Entonces, no les renuevan”.

Las remesas que llegaron al país desde el extranjero sumaron 4.362,6 millones de dólares en 2021, un 31 % más que en 2020. Es una cifra récord nunca antes registrada, desde que el Banco Central del Ecuador emite esta estadística a partir de 1993.

El 64 % de las remesas que llegaron durante el 2021 provinieron de Estados Unidos; el 21 %, de España; y el 4 %, de Italia. Estos son los tres países de donde más dinero se envía.

Yenny y Cecilia Villafuerte Toala son dos hermanas que migraron a Italia justamente en 2000, en la ola migratoria de inicios del siglo XXI. Desde entonces envían dinero. Ahora son $ 120 al mes, como mínimo, para cubrir los gastos de comida y medicinas de su madre, que vive en el suroeste de Guayaquil.

“A veces tienen que mandar más, ya que mi mamá tiene osteoporosis y otras dolencias; ya anda en silla de ruedas”, dice Pilar, hermana de Yenny y Cecilia.

Eulalia Toala, la madre de las tres, tiene 89 años de edad y en su momento también recibió dinero aparte de su mesada mensual de Italia para mejorar su casa.

Pilar no tiene empleo fijo. Hasta antes de la pandemia, era la que cuidaba a Eulalia, pero ahora esa función está a cargo de otra de las hermanas.

La razón es que Pilar ayuda en el negocio de encomiendas que tiene con su hermana Yenny, la primera de su familia que migró a Génova (Italia).

El dinero que fluye desde Italia es vital para esta familia, reconoce Pilar.

Guayas es la provincia que más remesas recibe y, por primera vez, rompió el récord, con 1.186,2 millones de dólares recibidos, 26 % más que en 2020.

Siguen Azuay y Pichincha, pero en la primera se registra un aumento del 46 % entre 2020 y 2021, mientras que en la segunda el incremento fue del 24 %.

El problema de fondo, dice Segundo Camino, profesor de economía de la Universidad de Especialidades Espíritu Santo (UEES), es la falta de oportunidades en Ecuador, lo que obliga a la población a buscarlas en el extranjero. “Esto es síntoma de migración de los ecuatorianos hacia países como Estados Unidos y los de Europa, en su gran mayoría. Hay un mayor número de ecuatorianos que han salido del país”.

Además, el periodo en el que se recibieron menos remesas (2010-2015) y el aumento desde entonces puede responder, agrega Camino, a que el dólar estuvo apreciado respecto al euro, algo que en la actualidad ya no se da. “Los que trabajaban en Europa, aunque ganen más en euros, enviaban menos dólares al país (al cambio), lo que ya no se da, porque ahora hay una depreciación del dólar frente al euro”.

Camino asegura que la recuperación de la situación laboral del Ecuador es aún muy baja y se da lentamente. “El empleo adecuado (que es ganar el sueldo básico de $ 425, o más) apenas ha aumentado un punto porcentual, mientras que el empleo informal ha crecido, y el desempleo ha disminuido ligeramente; no es lo esperado. Al parecer, hay una transición del empleo formal hacia el subempleo o al empleo no adecuado (que son personas con ingresos menores de $ 425), lo que es precarización laboral”.

Charis pide al actual régimen del presidente Guillermo Lasso que se abran más plazas de trabajo, sobre todo para los más jóvenes, y que se anulen medidas de las empresas que considera absurdas.

Tanto que estudian los jóvenes para quedarse postrados en una casa porque no hay empleo. Si tienen juventud, les piden experiencia; si tienen la experiencia, les piden juventud; cuando en otros países no ven eso. Acá no pueden estar dos familiares trabajando en una misma empresa, mientras que en New York están hasta cinco hermanos trabajando en un mismo lugar sin conflictos”.

El envío de dinero desde Ecuador no llega a lo que salía antes de la pandemia del COVID-19

Las remesas enviadas desde Ecuador cayeron 20,6 % del 2019 al 2020, debido a la pérdida de empleos y la reducción del ingreso de las familias en el país en ese periodo.

Del 2020 al 2021 se observa un incremento del 17,2 %, al pasar de $ 507,7 millones a $ 595 millones, pero aún no se llega a lo remitido durante el 2019 (639,2 millones de dólares).

Lo enviado en 2021 es 6,9 % menor a lo registrado en 2019, por lo que aún no hay una recuperación de los valores de antes de la pandemia del COVID-19.

El 97,3 % de lo enviado en 2021 se hizo a través de couriers y remasadoras seguidas por los bancos.

Los países destinatarios que más recibieron el dinero fueron Colombia, México, Perú y China.

Venezuela ocupa el undécimo lugar, pero esto se debe principalmente a que se usan terceros países para enviar los montos o se remite de forma indirecta para eludir el cambio oficial que rige en ese país entre bolívares (la moneda oficial venezolana) y dólares.

Quito, Guayaquil y Cuenca son las ciudades de donde más dinero se envía, seguidas por Ambato y Santo Domingo. (I)