¡Es una blusa americana!, ¡se va por diez dólares!, “me escribe al número de WhatsApp con el código de descuento enterizo”, “envíos a todo el Ecuador”. Estas son varias de las frases que se escuchan en las transmisiones en vivo que realizan comerciantes para vender ropa nueva o usada. Este formato de venta fue impulsado por la pandemia y se ha mantenido por el tiempo.

Karen Quinde cuenta que al llegar las restricciones que impuso el COVID-19 tuvo que cerrar su local en el centro de Guayaquil donde vendía ropa para mujeres. Su vivienda parecía “bodega” por la mercadería que había comprado: “Pensé que me quedaría varada”, dice. Sin embargo, su cuñada le dio la idea de empezar a vender a través de las redes sociales, en especial de Facebook.

Al principio me daba vergüenza estar frente al celular, pero con el pasar de los días me fui acostumbrando”, indica. Comenta que al principio pedía a sus amigos y familiares que vieran las transmisiones y las compartieran para generar comunidad.

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Añade que sus productos de calidad, que son importados de Estados Unidos, y el servicio de envíos a domicilio fueron de a poco atrayendo clientes y tanto fue el éxito de su “emprendimiento online” que contrató a su cuñado, que tiene moto, para que él realice las entregas en Guayaquil.

En tanto, Carmen Macías utiliza la sala de su casa para vender accesorios como carteras y bisutería. Ella, en sus transmisiones, detalla la calidad de sus productos. También realiza entregas a nivel nacional, aunque el pedido debe superar los diez dólares. Comenta que empezó a vender de esta forma al perder su trabajo en 2020. Angustiada por conseguir dinero para mantener a sus pequeños hijos, cuenta, tomó su celular y empezó a transmitir.

Yo vi que eso estaban haciendo otras personas y vi una oportunidad. Invertí en mercadería y empecé. Me va bien, pero es cansado”, afirma.

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Las ventas a través de transmisiones en redes sociales tomaron impulso con la pandemia. Foto: Freepik

En las transmisiones los vendedores se prueban la ropa, tienen maniquíes y armarios llenos de prendas o accesorios. Los en vivo suelen durar entre dos y cinco horas. Varios de ellos tienen miles de reproducciones y cientos de comentarios de usuarios que buscan adquirir algún producto. También se realizan sorteos de prendas entre las personas que comparten las transmisiones.

“Es una forma de motivar a los clientes y también que más personas vean tus productos. Yo en cada transmisión sorteo una blusa, un enterizo o un pantalón entre las personas que comparten”, dice Macías.

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Las llamadas ventas en vivo o live shopping aprovechan la inmediatez y las interacciones de los canales online para conectar con los compradores. En Ecuador no hay cifras que muestran cuánto dinero se mueve por este canal o cuántas personas compran por este medio, pero en países como China 265 millones de usuarios compraron a través de transmisiones en vivo a partir de 2020, de acuerdo al Instituto de Estrategia de Ciberespacio de ese país.

Según una investigación de IResearch, en China las compras por este canal alcanzaron los $ 66.000 millones en 2019 y $ 150.000 millones en 2020, y en la actualidad representan el 20 % de las compras totales.

Me gusta porque puedo ver a las personas en tiempo real mientras prueban los productos y tengo la posibilidad de hacer preguntas y recibir las respuestas al instante”, indica María Intriago, quien ya ha comprado varios productos a través de transmisiones en vivo.

Este tipo de estrategia también es utilizada por comerciantes que tienen locales físicos en zonas reconocidas como la Bahía en Guayaquil. Hay vendedores de ropa y electrodomésticos que realizan transmisiones en redes sociales como Facebook y TikTok para ofertar sus productos, avisar sobre descuentos o promociones.

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La ropa usada que está en excelente estado también ha encontrado un canal de ventas con este método. María Cisneros compra bultos de prendas usadas en buen estado para revender a través de transmisiones en redes sociales.

Estas ventas se diferencian porque hay un momento en que es más parecido a una subasta: “Cuando veo que una prenda no tiene acogida le pongo un precio base de 50 centavos y el que dé más se la lleva y, por ejemplo, si solo una persona ofertó los 50 centavos, pues se lleva la prenda”, dice Cisneros. (I)