Con ganas e ilusión, José Carlos Fallú seguía adelante con su negocio de venta de comida antes del 2020 en Guayaquil. Tenía muchas aspiraciones de crecer dentro de la ciudad hasta que ese sueño fue derrumbado por la pandemia del COVID-19.

Su esfuerzo se fue en pocos días al igual que el de otros emprendedores en aquel año. Sin embargo, esa mala experiencia no le arrebató sus ganas de continuar trabajando y en esa ocasión decidió enfocarse en su pasión, ahora llamada La Liga del Asado, del cual es propietario y ofrece el servicio de catering y capacitación.

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Invirtió $ 400 para crear su propia parrilla y diseñar camisetas con el nombre y logo. Ya cuando esto estaba listo, recordó que por la pandemia era imposible realizar eventos sociales. “Tuve que ingeniarme y comencé a vender unas empanadas y a mezclar sabores. Vendí a amigos, en redes sociales. También vendí mi chimichurri”, cuenta Fallú, quien junto a su esposa, Carla Luna, se quedaban hasta la madrugada preparando las empanadas en parrilla para entregar los pedidos.

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Hasta que llegó el primer evento de la La Liga del Asado con un cliente en vía a la costa. Llevaron el carbón, los cortes de carne, salsas y demás, recuerda Fallú, de 32 años. “Con nuestro primer evento, el negocio despierta y fue creciendo y tuvo su despunte un año después. Antes eran eventos esporádicos”, señala el propietario de La Liga del Asado.

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Ya con ese servicio, Fallú sintió la necesidad no solo de preparar sino también enseñar y es ahí cuando nacen los cursos. Lo hacía en el patio de su casa o donde un amigo, pero al ver la acogida pensó que era necesario un local. Hizo el esfuerzo de abrir uno en La Garzota, en el norte de Guayaquil.

“Después de unos cinco meses de haber estado así, en febrero del 2022 tuvimos el local. Yo uní mi pasión y el gusto por la carne. He sido autodidacta y he tenido ciertas capacitaciones”, asegura Fallú.

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En la Liga del Asado imparten cursos para principiantes e intermedios. Foto: José Beltrán. Foto: José Beltrán

La Liga del Asado ofrece su servicio de catering y también realiza eventos privados en los que prepara, por ejemplo, matambre de cerdo al limón, costillar de cerdo con cuero crocante o picaña angus ahumada. El grill house tiene un valor de $ 25. Además, realizan una vez al mes un asado en vivo.

Imparten cursos para principiantes e intermedios que se dictan con práctica en una jornada. Se enseñan varios cortes de carne, brindan cerveza y dan obsequios. Cuesta $ 80. No falta en el taller la elaboración de acompañantes como pimientos rellenos, cebollas y papas asadas. Fallú no solo está presente en Guayaquil, también ha ido a las provincias de Santa Elena y Los Ríos.

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La Liga del Asado realiza tres cursos al mes y uno o dos eventos privados cada cuatro semanas. Fallú ya no labora solo con su esposa, ahora tiene contratada a una persona adicional y para ciertos eventos da empleo temporal hasta a ocho personas.

“Es un trabajo pesado. Se hace en unas doce horas porque tenemos que estar cocinando a la hora que es y nuestros cortes son de dos, tres, cuatro horas de cocción a fuego bajo”, explica, y agrega que su obstáculo fueron los comentarios negativos: “Hubo personas que se molestaron con lo que estábamos haciendo”.

El ingeniero en administración turística y hotelera indica que este camino recorrido ha tenido altos y bajos. “Mi padre y mi madre nos inculcaron mucho el trabajo, no como empleo sino como buscar los ingresos, entonces desde que tengo uso de razón vendo algo siempre. A los 14 años, dulces manabitas, me compré mi carro vendiendo chuzos, carne en palito y choclos. He lavado vasos, pelado papas. No hay que ser reacios al trabajo”, sostiene.

Uno de los mayores logros de Fallú fue terminar su carrera universitaria y ahora dedicarse a lo que le gusta, aunque varias veces se ha quemado y, de hecho, tiene esas cicatrices que, afirma, son parte del proceso.

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Algo que también enorgullece a Fallú es que quienes van a capacitarse lo hacen para poner un negocio y ha tenido la dicha de ser parte del proceso de otros emprendedores.

“El tema del asado es una cultura y nos alegra que las personas estén emprendiendo. A veces los restaurantes vienen a darles capacitaciones a sus colaboradores. Hemos servido de inspiración para emprender. Recuerden que no podemos tener la mentalidad de que ya lo sabemos todo. Comiencen a ejecutar un plan y no se queden en las ganas. A veces para emprender no se necesita mucho”, sugiere Fallú. (I)