¿Quiénes son amigos en la era digital marcada por las interacciones en las redes sociales?

La amistad hoy tiene nuevos códigos en medio de una mayor conexión mundial, concuerdan psicólogos. El 30 de julio se conmemora el Día Internacional de la Amistad, fecha determinada por la Asamblea de Naciones Unidas desde el 2011 con el fin de que los lazos entre personas, países y culturas “puedan inspirar iniciativas de paz y presenten una oportunidad de tender puentes entre las comunidades”.

Daniela Ziritt, directora del centro Oasis Bienestar y Salud, afirma que el concepto de amistad, muy relacionado con compartir una intimidad, ir a un concierto o a un lugar para tener vivencias juntos, es decir, un lazo afectivo en el que la otra persona esté presente en los momentos que la necesitamos y viceversa, se ha limitado en la circunstancia actual de pandemia y confinamiento.

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Sin embargo, el cambio viene desde antes con las nuevas generaciones que tienen otras formas de acceder y relacionarse.

“En el pasado se creaban por la fuerza de la costumbre, al compartir un mismo espacio, ya sea en el colegio, en la universidad o en los trabajos. Ahora hay la necesidad de crear lazos a partir de lo que nos hace sentir seguros y de la forma como nos podemos mostrar”, asegura refiriéndose a los perfiles en las redes sociales.

“Hay un impacto fuerte a través de esta representación de sí mismo ante los demás, lo que está mediado por los medios de comunicación. Justamente las redes sociales manejan las relaciones a partir de las representaciones que hacemos de nosotros mismos”, añade.

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El psicólogo Andrés Carrera considera que se debe comprender que las dinámicas sociales van cambiando. “Una mirada adultocéntrica invalida estos nuevos procesos de relaciones que tienen adolescentes y niños, que son los que crecieron en la era digital”.

Pero sí se deben tomar en cuenta los factores de riesgo. “Se han dado casos de personas que han optado por cambiar su identidad para acercarse y tener algún tipo de relación con un menor de edad. Sin esta mirada adultocéntrica se pueden prevenir estas situaciones”, afirma Carrera.

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Los adultos no crecieron con los alcances tecnológicos de la actualidad y aquello genera un choque. “No se entienden los nuevos códigos de amistad cuando la perspectiva viene desde los adultos hacia los adolescentes y menores que manejan estas estrategias, cuando ellos los crean no desde su individualidad sino desde las evoluciones sociales”, menciona.

Tras el reconocimiento vienen las diferenciaciones, ya que hay redes que permiten interacciones más cercanas y otras de forma más limitada. Unas permiten hacer llamadas como Facebook o Instagram, y en Twitter, por ejemplo, solo se sigue a alguien para ver su contenido.

Ziritt afirma que estas interacciones se dan mediadas por símbolos, como imágenes, textos o manifestaciones como la ropa, un tipo de música, lo que se comunica a través de otro lenguaje. “Los jóvenes están más cómodos en el uso de esta simbología porque sienten que pueden evitar el rechazo y acercarse a las personas mostrando aquello que realmente ellos sienten que son”.

De ahí se deriva el uso de stickers o la colocación de ciertas frases con un color y fuente particular, lo que ayuda a sentir más seguridad porque muestran ciertas cosas que desean que el resto conozca de ellos.

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“Eso afecta la percepción que tenemos de los otros, a partir de allí se van desarrollando las amistades de la actualidad, nuevas formas de hacer amistad. Muchos adolescentes se empiezan a relacionar de forma virtual a través de los videojuegos en línea, con lo que no es necesario compartir cosas personales o íntimas”, dice Ziritt.

¿Son realmente amistades los contactos que tenemos en Facebook o a quienes se sigue en Instagram, Twitter o TikTok?

En el fondo, este tipo de amistad mediada por lo digital es más superficial, ya que no hay la cercanía afectiva, ni los gestos, ni la palabra. Todo está mediado por un medio virtual. “Esto viene tras la última década en la que se dio una fuerte presencia de abuso escolar y de relaciones de poder entre adolescentes y niños”, responde Ziritt.

Pero no todo es negativo, ya que las redes sociales pueden ser un escenario en el que se practican las habilidades sociales, sin necesidad de tener este temor a ser rechazado. “Luego ya en el mundo real se puede expresar de la forma que uno se sienta más seguro”.

No todos los contactos de los perfiles son nuestros amigos

Su uso sí acarrea peligros, ya que hay mucha manipulación en estas redes al mostrarnos como personas en las que los demás pueden confiar. “Pensar que todas las personas con las que interactuamos en una red social son amigos es un error, hay que ir creando estas diferencias, hay que cumplir ciertas expectativas antes de afirmar que esta persona es un amigo verdadero”.

Un ejercicio de filtración sería preguntarnos, cuestionarnos. ¿Mantengo estas amistades porque hay algo que no quiero mostrar de mí mismo?, o ¿conservo a esta otra persona porque así me siento mucho más seguro y de esta manera puedo mostrar únicamente lo que más me agrada de mí?

Si es así, dice ZirItt, se requiere un proceso más profundo de autoconocimiento para no sentir que la única manera de que me acepten es a través de una pantalla o un chat, sino sentirnos seguros de cómo nos presentamos a través de la palabra y los gestos en vivo ante alguien.

El yo (perfil) en redes está limitado a aquello que sabemos que los demás van a aceptar a través de los me gusta, likes o compartir. “Ese es el problema, no estamos centrados en establecer relaciones, sino en sentir que las otras personas nos aceptan”.

Mostrar lo que el resto quiere ver hace perder autenticidad y no somos honestos con nosotros mismos. De ahí que en redes se muestran por lo general los resultados positivos, o los momentos de “eterna felicidad”, el logro. “Y eso lleva a que los otros hagan lo mismo o que es lo único aceptable”, afirma la especialista.

Otro ejercicio es limitar el tiempo que se está en redes sociales sin restar las interacciones sociales reales con nuestra familia o las personas cercanas. “Máximo tres horas al día”, recomienda la experta.

Estos nuevos códigos relacionales, sostiene Carrera, han incrementado el propio ego personal a medida que más seguidores o amigos puedo tener en los perfiles. “El problema es que nuestras amistades pasan a ser un indicador de nuestro propio ego. Todos tenemos un ego atravesado que se alimenta de diferentes contextos, al no entender estos conceptos se puede imaginar que el aumento de seguidores es proporcional al número de amigos que se tiene”.

Hay que entender que las personas que crecieron en la era digital hacen estas interacciones virtuales con quienes consideran amigos. “La amistad se puede resumir netamente en este tipo de formas relacionales”, asegura Carrera.

Una guía y reacción positiva sería no cuestionar esta nueva forma de relacionarse, sino ayudar como adultos a los menores a detectar los factores de riesgo. (I)