Quito, capital del Ecuador, es el cantón que más aporta al PIB (Producto Interno Bruto), indicador que expresa el valor monetario de la producción de bienes y servicios de demanda final de una ciudad o país durante un periodo determinado.

A este cantón le sigue Guayaquil. Sin embargo, la brecha se cierra en los últimos años, y el Puerto Principal del país superó en 2020 al PIB de Quito, si se excluye el rubro de administración pública en ambas ciudades.

El denominado valor agregado bruto (VAB) —principal componente del PIB— del Puerto Principal alcanzó los $ 20.106 millones en 2020, frente a los $ 19.901,3 millones de Quito, considerando solo lo que produce el sector privado. Esto no se había dado al menos desde el 2007, que es el periodo publicado en el sitio web del Banco Central del Ecuador con fines de comparación y análisis.

Publicidad

La tendencia de desaceleración del VAB quiteño total frente al guayaquileño (cierre de la brecha) ya se evidenciaba desde antes de la pandemia del COVID-19 a partir del 2018.

En ese año se dio una diferencia de $ 3.489,9 millones entre ambos polos de desarrollo, y la brecha se redujo a $ 2.831,4 millones en 2019 y a $ 2.986,6 millones en 2020. La capital nacional sigue primera en valores totales, pero con una menor diferencia.

Las mayores brechas fueron de $ 3.871,8 millones en 2017 y de $ 3.822,9 millones en 2014.

Publicidad

Tatiana Macías Muentes, profesora de economía de la Universidad San Francisco de Quito (USFQ), afirma que las cifras indican que Guayaquil supera en 2020 a Quito por primera vez al menos en los últimos 14 años, excluyendo lo asignado a la administración pública, pero con una diferencia mínima de $ 204,7 millones.

“Hubo variaciones en cómo compraban los guayaquileños y los quiteños (en el 2020). Diría que en Guayaquil hubo un tema emocional mucho más amplio porque la pandemia se dio más fuerte primero en esa ciudad, entonces la gente reaccionó y se abalanzó a las compras porque no sabían que iba a suceder después”.

Publicidad

La situación se volvió muy crítica en Guayaquil a partir del segundo trimestre del 2020 cuando el factor emocional influyó en los hábitos de compra y en el comportamiento respecto al consumo.

Alberto Acosta Burneo, director de la revista Análisis Semanal, afirma que el cierre de la brecha entre Quito y Guayaquil viene de antes de la pandemia y se da a partir del fin de la bonanza petrolera (que se mantuvo hasta el 2014) cuando hubo abundancia de ingresos petroleros que se registran en la capital del país.

“Esto permitió la expansión de la inversión y del gasto público, pero cuando se acaba la bonanza, el motor de Quito empieza a perder impulso”.

El VAB es producto de la resta de la producción total de bienes y servicios y el consumo intermedio, que incluye el valor de los bienes y servicios utilizados como insumos en el proceso de producción.

Publicidad

¿Por qué Guayaquil superó a Quito excluyendo la administración pública?

Guayaquil potencializó sus ventajas con un incremento de lo generado por el sector de la agricultura y ganadería al igual que la manufactura, que crecieron del 2019 al 2020 pese al confinamiento y las medidas de restricción, mientras que en Quito se contrajeron en ese mismo periodo.

La salud y la producción de las canteras y minas subió en ambas ciudades, pero en la capital también aumentó de forma marginal la actividad financiera, que es el fuerte de Quito. También subió un 22 % lo destinado para la administración pública, mientras que en Guayaquil hubo una reducción en estas dos últimas áreas.

Luis Espinosa Goded, analista y catedrático de la Universidad San Francisco de Quito (USFQ), afirma que “hay un discurso permanente sobre Guayaquil como una ciudad de empresa privada comercial frente a Quito como la ciudad burocrática y de la administración, que tiene en gran parte verdades cuando se lee los datos del PIB”.

Esta lectura, agrega Espinosa, se sustenta en las cifras, pero también en realidades, como que la actividad financiera se concentra en la capital nacional, ya que es la sede matriz de los principales bancos. “Esto se ha dado de manera histórica, de tal manera que no es tanto que se genere toda la actividad bancaria en Quito sino que en esa ciudad se registra gran parte de la actividad bancaria”.

Esto en la línea de que no es fácil medir el PIB por cantones, añade, ya que, habitualmente, si una empresa tiene la sede en Quito o Guayaquil, gran parte de las ventas que se producen en el conjunto del país se trasladan a esa matriz.

Las actividades profesionales e inmobiliarias son las que más generan producción de valor agregado en Quito, seguidas por la manufactura, la administración pública y el transporte, información y las comunicaciones, según la composición del PIB de la capital por áreas en el 2020.

Cada una tiene sectores donde es fuerte. Por ejemplo, la capital nacional suma $ 1.696,3 millones en actividades financieras frente a los $ 756,4 millones de Guayaquil. “Muchos de los bancos de la Costa, que eran los más grandes del país, quebraron durante el feriado bancario (en 1999) y habían sido afectados por el Fenómeno de El Niño”, indica Acosta.

En el Puerto Principal, en cambio, los sectores que más generan producción de valor agregado son la manufactura, las actividades profesionales e inmobiliarias , el comercio y la construcción.

Acosta afirma que la pandemia afectó de distintas maneras a las ciudades porque cada una tiene sus propias dinámicas.

Por ser capital Quito concentra la inversión pública y desde allí se distribuye el gasto corriente estatal, lo que demanda una serie de servicios profesionales por parte del sector privado, agrega.

De ahí que Quito genere $ 4.907,4 millones en las actividades profesionales e inmobiliarias, 39 % más de lo que produce Guayaquil en ese rubro. “Mucha de la actividad de servicios al Estado está concentrada en Quito para responder a sus necesidades y no se clasifica como parte del movimiento de la administración pública sino en servicios privados”.

Cuando se acaba la bonanza petrolera en 2014 durante el régimen de Rafael Correa, afirma Acosta, se restringe la inversión pública, entonces se produce un efecto de destrucción de empleos formales sobre todo en la capital nacional y después llega la pandemia, lo que genera un impacto adicional en ese sentido.

“En cambio, Guayaquil depende menos de servirle al Estado y allí tiene una mayor importancia todo el tema del comercio exterior, la agroexportación. La explicación viene por el lado de lo que se dedica cada ciudad y para el caso de Quito ha tenido un golpe fuerte en los últimos años”, indica Acosta.

Otra explicación es que el comercio se redujo un 3,4 % en Guayaquil, mientras que en Quito la caída fue mayor (de dos dígitos) con 10,7 %.

“Lo que ayudó a sostener en algo la actividad económica en Guayaquil es que es muy abierta al mundo. Y cuando vino la pandemia las exportaciones de banano continuaron, las de camarón y eso ayudó a la región a pesar de los problemas logísticos. La agroexportación no se afectó, mas bien tuvo un desempeño mucho mejor. Es un sector privado enfocado en el exterior entonces fueron menos golpeados que los sectores concentrados en el mercado interno”, dice Acosta.

Sí hay una diferencia entre el sector privado de la Costa y el de la Sierra. En el primero pesan mucho las actividades de agroexportación, lo que se dinamizó incluso en el periodo más restringido de la pandemia.

Quito también concentra exportación como la de flores, las que no fueron muy demandadas. “Se cerraron los hoteles, los restaurantes, no había fiestas entonces se dio una afectación más grande. Probablemente otras actividades no cayeron tanto como la exportación de brócoli y otros ciertos productos agrícolas, pero no son sectores tan grandes como el banano o el camarón”, asegura Acosta.

Un análisis de mercado del 2021 de la consultora Kantar, refiere Macías, llegó a la conclusión de que en Guayaquil se impulsó mucho el sector consumo, especialmente por parte del grupo poblacional millennials y los hogares de la Costa. “Este hábito de consumo acelerado se lo atribuyen al cambio de gobierno, más que todo por el factor confianza”.

Entonces se dio una avalancha de compras primero en Guayaquil en el 2020 y ya después ocurre en Quito cuando la situación se puso más crítica, pero la data de esto último se observará luego con quizás también un aceleramiento del consumo en la capital, indica la especialista. No hay aún las cifras del PIB por cantones del 2021.

Además, dejar de gastar en cosas que normalmente se pagaban, como las suscripciones del gimnasio, viajes o comer fuera de casa, generó en su momento un ahorro durante el confinamiento y las restricciones debido a la pandemia. “Había una clase media alta que estaba con ese dinero cautivo para utilizarlo en otras cosas”, indica Macías.

Quito y Guayaquil tienen visiones de desarrollo distintas

La economía ecuatoriana tiene dos polos de desarrollo definidos que son epicentro de conglomerados urbanos con población similar, pero ubicados en condiciones geográficas distintas.

Es una situación parecida, dice Espinosa, a la que se da también en otros países como España con Madrid (capital) y Barcelona (ciudad portuaria) o Bolivia con La Paz y Santa Cruz de la Sierra. “Es muy habitual tener una ciudad puerto que es más comercial y la capital en el centro. Esto es positivo porque genera varios polos de desarrollo y una competencia que es buena, como poner las ciudades más bonitas de lo que están. Quito quiere construir el metro y Guayaquil ya tiene el teleférico, además se activa un sistema de prueba y error de lo que puede funcionar en una ciudad y otra”.

La situación es negativa cuando domina el regionalismo y el enfrentamiento, añade Espinosa. En el caso de Ecuador hay una competencias sana, pero no siempre es así. “Muchas veces es una competencia que cae en el victimismo que es cuando se dice que Quito no puede prosperar porque Guayaquil no sé qué y viceversa, eso es un lastre para el desarrollo”, recalca este especialista de origen español.

El antecedente de España, Estado-nación que enfrenta la problemática del proceso de separación e independencia de la Comunidad Autónoma de Cataluña cuya capital es Barcelona, es una muestra de lo negativo. “El regionalismo en el que ha caído España ha pasado a ser nacionalismo e independentismo y eso pasó no en tanto tiempo. Históricamente hace 50 o 70 años la mayor parte de Barcelona era regionalista. Ese regionalismo sí es muy perjudicial porque lleva a una situación de no asumir responsabilidades”, indica Espinosa.

Macías señala que entre Quito y Guayaquil hay una sinergia y un complemento interesante. “Si nos remitimos a la historia desde la transición de la conquista (española) hasta conformarnos como país sí hubo intentos de estar separadas, pero en la actualidad no hay un mayor regionalismo sino un complemento”.

En ese entonces (en las primeras décadas del siglo XIX), la relación de Quito y Guayaquil, agrega, era como la situación de Madrid y Barcelona en la actualidad.

“Cada una tiene su fuerte pero a su vez se complementan”, añade en referencia al contexto actual sobre la situación de los dos polos de desarrollo del Ecuador.

El camino, menciona Acosta, es multiplicar los polos de desarrollo en el futuro y que cada ciudad se especialice en algo distinto, lo que terminará beneficiando a todo el país. “Hay que diversificar el riesgo, vemos que ciertas actividades enfocadas en el mercado interno tuvieron problemas en la pandemia, pero a las de agroexportación les fue bien y siguieron generando divisas”.

Es positivo que cada ciudad o región del país se especialice en sus potencialidades. ”Si veo un conflicto permanente entre la Sierra, que busca de manera muy frecuente el proteccionismo, cerrarse al mercado internacional o de sustitución de importaciones, aunque las cosas han ido cambiando poco a poco gracias a las flores, las verduras y algunos otros productos de exportación.”

“La región Sierra también está mirando hacia el exterior, pero mucho menos que la Costa cuyo mercado es el mundo y esta región es más favorable a la apertura comercial, a encontrar nuevos mercados. Esto siempre genera un conflicto entre las dos ciudades porque son dos visiones de cómo desarrollarse distintas, pero no es tan grande como para justificar alguna idea de independencia o de separación”, opina Acosta.

2020 fue un año atípico por la crisis económica profundizada por la pandemia

El servicio de envío a domicilio fue uno de los que se dinamizó durante la pandemia del Covid-19 en ciudades como Guayaquil.

El informe titulado Valor agregado bruto (VAB) Ecuador, del Banco Central del Ecuador, indica que el 2020 fue un año atípico en el que “las industrias tuvieron que atravesar diferentes circunstancias económicas por la aparición del COVID-19 y la implementación de la cuarentena, por este motivo trataron de adaptarse a una nueva realidad en la producción, comercialización y servicios para poder sobrevivir en el mercado”.

De ahí que el VAB industrial a precios corrientes fue de $ 93.316 millones, con una tasa de variación negativa del 7 %, es decir, $ 7.555 millones menos que en el 2019.

En términos totales el VAB de Guayaquil del 2020 se redujo $ 1.263,9 millones respecto al 2019, mientras que el de Quito disminuyó $ 1.081,6 millones en el mismo periodo.

Pero si se excluye el factor de lo destinado para la administración pública la contracción fue mayor en Quito con $ 1.978,4 millones menos en 2020 en comparación al 2019. En Guayaquil bajó $ 817,7 millones en igual lapso de tiempo y bajo el mismo criterio.

A nivel provincial, Guayas supera a Pichincha desde el 2018, luego de que esta última lideró el primer lugar como la provincia que más aportó al VAB nacional en cada año del periodo 2012-2017, en plena bonanza petrolera y en medio de un aumento del gasto público.

Pero Guayas retomó el primer lugar como la que más aporta al VAB nacional del país en cada año del periodo 2018-2020, puesto que mantuvo también en el periodo 2007-2011, según las cifras del Banco Central del Ecuador (BCE).

La provincia del Guayas aportó al VAB nacional y lidera en 2020 con $ 26.850,8 millones, seguida por Pichincha ($ 25.761,5 millones), Manabí ($ 5.437,6 millones), Azuay ($ 4.839 millones), Los Ríos ($ 3.841,2 millones) y El Oro ($ 3.362,2 millones). A estas seis provincias les siguen Esmeraldas ($ 3.003,3 millones), Tungurahua ($ 2.335,7 millones), Santo Domingo de los Tsáchilas ($ 2.013 millones), Orellana ($ 1.927,6 millones), Cotopaxi ($ 1.793,9 millones) e Imbabura ($ 1.630 millones).

El resto de las doce provincias sumaron $ 10.381,2 millones. (I)