Carlos Suárez cuenta que su padre, que vive en la cooperativa Unión de Bananeros, en el sur de Guayaquil, construyó el segundo piso de su vivienda sin ningún tipo de permisos ni medidas de seguridad. Comenta que varios de los obreros, que viven en el mismo barrio, utilizaron técnicas rudimentarias para la edificación.

Cuando soldaron vigas de hierro para el techo conectaron la máquina a los cables de alta tensión y otros los sumergieron en un balde lleno de agua con sal: “Nos dijeron que con eso se ahorra la luz porque la soldadura hala mucha energía, pero sí me pareció arriesgado”, dice.

Además, los albañiles no usaron cascos o arneses de seguridad. Tampoco constataron si la base de la casa podría soportar un segundo piso. Carlos también tiene dudas en la calidad de los pilares que sostienen las paredes: “Mi papá los contrató porque fueron baratos y porque se encargarían de botar todos los desechos. Hubo otro señor, que ha trabajado en obras grandes, pero nos cotizó muy caro”.

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Ese es uno de los problemas de la informalidad en la construcción en Ecuador. Las personas por “ahorrarse” costos no se fija en la calidad de los materiales, en los buenos procedimientos a la hora de edificar y valorar la mano de obra calificada.

Esta informalidad quedó demostrada con lo que pasó en el terremoto de Manabí en 2016, dice Henry Yandún, vocero del colectivo Constructores Positivos. Casas que se convirtieron en edificios, utilización de arena de playa para la construcción de edificaciones, detalla Yandún. Todas esas construcciones colapsaron con el sismo.

En el país el 70 % de las construcciones son informales. Las formales están reguladas bajo una norma con criterios internacionales”, añade.

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La albañilería es un oficio que, por lo general, se aprende haciendo. En el país no existen, actualmente, institutos que enseñen a ser albañil. Eduardo Andrade lleva más de 20 años ejerciendo de albañil. Cuenta que los conocimientos y las técnicas las aprendió de su padre.

Me llevaba a la obra desde que tenía 15 años. Primero empecé pasando herramientas y haciendo mezcla. Era su ayudante y ahora soy maestro”. Cuenta que trata de hacer sus “trabajos” de forma correcta, pero que las personas siempre regatean el precio por lo que, en algunas ocasiones, cambia materiales o procedimientos para abaratar la obra. Reconoce que no usa implementos de protección.

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Señala que la competencia es compleja, ya que hay ciudadanos extranjeros que cobran “regalado” por construir. A él le gustaría capacitarse y aprender más del oficio.

La Organización Mundial de la Salud recomienda asignar entre el 2 % y el 3 % del costo del proyecto para financiar las medidas de seguridad, que incluyen capacitación ante posibles riesgos.

Un estudio del Observatorio Ecuatoriano de Seguridad y Salud en el Trabajo de la Universidad Espíritu Santo (UEES), realizado en el periodo 2014-2019, indica que se reportaron 5.927 accidentes de trabajo en el sector de la construcción al Seguro General de Riesgos del Trabajo del Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social. El número incluye al personal administrativo, operativo y de oficina.

El 64 % correspondió a obreros (3.807), es decir, los que se accidentaron en medio de las obras. Incluso, 167 obreros murieron debido a esos incidentes en los seis años analizados. En el 2020, un año marcado por la pandemia debido al COVID-19, los accidentes de trabajo en la construcción disminuyeron el 60 % respecto del 2019. Estas cifras solo responden al sector formal, por lo que los números aumentarían considerablemente si se sumaran los siniestros registrados en la informalidad.

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Existen empresas privadas que gestionan capacitaciones para los obreros de la construcción tanto en materia de seguridad como en técnicas de construcción. Por ejemplo, Unacem tiene el programa Maestro Seguro. En esta iniciativa han participado, desde el 2012, más de 8.000 obreros.

El oficio de albañil en Ecuador se "aprende haciendo". Por lo regular entre familiares se enseñan las técnicas de construcción. Foto: Archivo

Karina King, jefa de comunicación de la compañía, confirma que aunque en las cifras de siniestralidad hay un subregistro por la informalidad, el sector de la construcción sigue teniendo un alto índice de accidentes.

El Ministerio del Trabajo ya obliga a las constructoras a capacitar a los obreros en temas de seguridad. Entonces, nosotros hemos apoyado en ese sentido”, indica. Este programa antes de la pandemia era presencial. Personal de Unacem iba a las obras y daba charlas de 45 minutos o máximo de una hora e impartía contenidos críticos. Se entregaba un certificado.

Al llegar la pandemia el programa se suspendió. Actualmente decidieron retomarlo, pero de forma virtual. Junto con la Universidad Técnica Particular de Loja (UTPL) realizaron un estudio para determinar cuáles eran las plataformas que más usaban los obreros en Ecuador. La investigación determinó que WhatsApp y YouTube son las mayoritariamente utilizadas.

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Decidimos retomar el programa a través de videos por WhatsApp y texto en formato PDF para apoyo. Serán tres módulos. En el primero se tendrá análisis de riesgos en la construcción para que los obreros sepan cómo mitigarlos. También está el tema de orden y limpieza. En el módulo dos temas específicos como trabajos en altura, en áreas confinadas. Para el tercero ubicamos temas de cuidados del ambiente como la correcta disposición de residuos”, indica.

En cada módulo hay una evaluación. Al pasar el test, los obreros consiguen la certificación. Según King, así se mejoran los conocimientos de los albañiles y se combate, de cierta manera, los riesgos en la informalidad.

“Nosotros trabajamos con albañiles en obras formales, pero estos, a su vez, también tienen sus trabajos independientes donde ponen en práctica lo aprendido. Recordemos que en ciudades como Quito la construcción es 70 % informal porque la gente quiere ahorrar costos. Tiene su terreno y empieza a construir sin la ayuda de un ingeniero y un arquitecto que realice los cálculos estructurales y buscan a los ‘maestros’ como popularmente se les conoce”, indica.

En 2018, Unacem también impulsó la Escuela de Formación Selvalegre. Donde se capacitó a los albañiles en contenidos más técnicos. El programa estaba dirigido a “maestros mayores”, es decir, obreros que tienen más experiencia y que incluso saben leer planos. 49 alumnos, en cuatro promociones, se graduaron de esta escuela. Por la pandemia tuvieron que suspender la iniciativa, ya que este tipo de capacitación requiere pruebas en laboratorios, pero se prevé retomarla en 2022.

Roberto Beltrán, director ejecutivo de la Fundación para el Desarrollo Empresarial y Social de la UTPL, indica que los albañiles están muy interesados en recibir capacitaciones pese a que la mayoría de ellos solo cuenta con niveles de educación básica.

Indica que la UTPL sugirió a Unacem utilizar el microlearning en su campaña de capacitación. La virtualidad ayudaría a que estos conocimientos se impartan a nivel nacional y ya no de forma específica en una localidad como se hacía de forma presencial.

Analizamos la forma de llegar a esta población en mayor número e impacto. Por eso decidimos aplicar el aprendizaje en dispositivos de uso común como lo es un teléfono móvil. Nuestro trabajo fue adaptar los contenidos a un lenguaje comprensible y que este aprendizaje se lo tome en el tiempo que la persona pueda”, señala.

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Añade que los albañiles buscan este tipo de certificaciones no solo por el tema profesional, sino que hay un componente social: “Se sienten orgullosos de mostrarles un certificado a sus familias y por eso hay un alto grado de compromiso en terminar la capacitación”. El especialista considera importante que más empresas realicen este tipo de programas.

Tanto King como Beltrán afirman que los obreros de la construcción son muy importantes en la economía nacional. Tanto así que “el peso” de la reactivación pospandemia cae, en parte, en sus hombros. Aunque también sufrieron, de forma dura, los impactos por la actual crisis económica que se ahondó por el virus.

Según la Cámara de la Industria de la Construcción (Camicon), solo entre enero y febrero de este 2021 quedaron cesantes 6.000 personas en este sector y entre el 16 de marzo de 2020 y el 8 de abril de 2021, el Ministerio del Trabajo recibió 83.390 actas de finiquito.

Los interesados en inscribirse en las iniciativas de Unacem pueden acudir a sus perfiles en redes sociales.

Capacitación en carpintería

Hay empresas ecuatorianas que imparten talleres o capacitaciones de oficios como parte de sus programas de responsabilidad social. Por ejemplo, Mueblerías El Bosque en alianza con Fundación Acción Solidaria realizan el programa social Aprender para Emprender. Una iniciativa integral enfocada en la capacitación de técnicas en habilidades productivas asociadas al negocio de muebles, como ensamblaje, pintura, tapizados y reparaciones, con el objetivo de brindar herramientas necesarias para generar microemprendimientos y una red de servicios complementarios a sus clientes.

La iniciativa está abierta para todo tipo de persona que quiera aprender el oficio. Empezará las capacitaciones con las familias que viven en las cercanías del sector de la Prosperina, en Guayaquil. Las inscripciones se iniciaron el 15 de noviembre pasado y se extenderán hasta finales de diciembre de 2021. La fase de registro y selección de participantes estará a cargo de la fundación. El programa ofrecerá 80 horas de capacitación. (I)