Dejar atrás en la sociedad frases retrógradas como ‘Pegue o mate, marido es’, atribuida principalmente a la población indígena pero que también engloba comportamientos del resto de etnias, es parte del desafío en el Día de la Mujer, que se recuerda cada 8 de marzo.

La fecha es una oportunidad para hacer un recuento de las conquistas y avances de la mujer, pero sobre todo un momento de protesta social ante la desigualdad de género que aún impera, coinciden activistas locales.

Es una desigualdad que coge cuerpo en actos de violencia y discriminación sistemática con consecuencias económicas y sociales.

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Si bien la mujer consolidó durante el último siglo un derecho que hoy se da por sentado, como ejercer el voto, los desafíos en este ámbito se circunscriben en conseguir que más mujeres ocupen cargos de elección popular o puestos que influyan en la toma de decisiones.

La publicación Atlas de Género del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC) menciona a las más destacadas por ser precursoras y allanar el camino para asegurar el acceso a derechos que les eran negados por razón de género, como educarse, votar o tener mejores condiciones de empleo.

Del siglo XX aparece Matilde Hidalgo de Procel, primera mujer ecuatoriana y sudamericana que reclamó y se inscribió para ejercer su derecho al voto en 1924, hace 99 años, hito conseguido después de someter su solicitud a consulta ministerial. Además, fue la primera en obtener un doctorado en medicina y en ocupar un cargo de elección popular (concejala de Machala).

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También está la activista Nela Martínez, quien participó en la primera Convención Nacional de Mujeres Ecuatorianas, realizada en 1935, en la que se discutieron políticas en defensa de los derechos de la mujer. Igualmente fue parte de la revolución La Gloriosa del 28 de mayo de 1944, durante el régimen de Carlos Arroyo del Río, originada de un alto nivel de represión contra los sindicatos y la clase obrera.

Virginia Gómez de la Torre, activista y directora de la Fundación Desafío, afirma que una de las principales conquistas y avances de la mujer durante el último siglo está en su mentalidad: “En ellas hay un nuevo pensamiento, uno en el que ella es sujeta de derechos, que es igual al hombre, que somos capaces de acceder a puestos de trabajo, al desarrollo personal, a estudiar, ese es el mayor avance en el que todavía hay que seguir trabajando porque estamos en un país desigual. La igualdad, la equidad, la no violencia es un derecho”.

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La mujer, dice la activista, poseía durante las primeras tres décadas del siglo XX un pensamiento muy ligado a la religión cristiana. “Hace cien años y menos las mujeres tenían un pensamiento de sumisión, de postergación, pensaban que no eran merecedoras de la preocupación del Estado, de la familia, del esposo. Un pensamiento mariano muy ligado al sacrificio de la autopostergación”.

El cambio de ahora que hay en un gran porcentaje de mujeres, añade Gómez de la Torre, no significa que quienes las violentan, excluyen, hayan cambiado al mismo nivel.

“Vivimos en una sociedad patriarcal, misógina, que todavía mantiene esta forma de convivencia en donde se plantea que las mujeres deberíamos seguir en la casa, pariendo hijos, cocinando. Solamente en la calle, cuando una mujer hace algún movimiento en un carro le mandan a la cocina. Incluso en las últimas elecciones, una de las expresiones de violencia política es que deben quedarse en la casa porque no son buenas para la política. Hay hombres que también cambiaron de pensamiento, pero en mucho menor porcentaje”.

Hay una mayor conquista laboral con cada vez más mujeres insertadas en el mercado laboral, pero su presencia aún no se equipara a la de los hombres.

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Las estadísticas laborales oficiales de diciembre del 2022 muestran que 3′713.725 mujeres mayores de 15 años tenían un empleo o estaban desempleadas y buscaban uno, es decir, eran parte de la población económicamente activa (PEA) del país.

Mientras, 4′757.811 hombres tenían un empleo o buscaban uno.

Es una brecha que se mantiene en el tiempo durante los últimos años con una PEA integrada en un 56,2 % por hombres y 43,8 % por mujeres.

Ana Fernández, presidente de la Fundación Mujeres Sin Límites, dice que aún existen barreras y desigualdades que limitan su desarrollo y empoderamiento en muchos ámbitos de la vida. “Seguimos enfrentando discriminaciones, brechas salariales, falta de ellas en cargos de liderazgo. Es por eso que no podemos parar de trabajar. A nivel político hay una falta de representación a pesar de que las leyes están legisladas y las mujeres tenemos la paridad del 50/50, en la realidad no es así. Nos ponen como viceprefectas, como segundas y cuando llegamos no tenemos función”.

Esta ONG planteó una propuesta de un protocolo a seguir a las empresas. “Los gerentes que visito me dicen, yo si tengo mujeres, pero les digo hagamos una auditoría para que se conozca realmente lo que ocurre. A esto se suma que faltan más oportunidades de capacitación y educación para que las mujeres podamos competir con las mismas capacidades”, agrega Fernández.

A ellas se las ve más en puestos de trabajo del sector comercial, en restaurantes, educación, salud y servicios domésticos. “Hay que identificar los retos a los que nos enfrentamos. Por ejemplo, las mujeres ganan menos que los hombres haciendo el mismo trabajo y con la misma experiencia. Otra situación es la discriminación laboral en la contratación, en la promoción, en la asignación de tareas. A esto se añade el acoso sexual en el lugar de trabajo, lo que genere un ambiente hostil e inseguro. La violencia se mantiene en el hogar y otros entornos”.

Un poco más de la mitad de las mujeres mayores de 15 años (que se considera porque están en edad de trabajar) son parte de la PEA del país en 2022, es decir, el 54,7 % de ellas. En el caso de los hombres mayores de 15 años, un 78,2 % de ellos tiene un empleo o lo busca. Es lo que el INEC conoce como tasa de participación global.

Las mujeres participan menos del mercado laboral porque históricamente las contratan menos. “Muchos ven en ellas la posibilidad de un embarazo y no quieren cumplir con las obligaciones laborales en relación a las embarazadas, si se embarazan cuando están trabajando las despiden a pesar de que es ilegal. Hay estereotipos, que se va a embarazar, me toca pagarle los beneficios por maternidad”, afirma Gómez de la Torre.

Ante ello se emplean más en el sector informal de la economía, lo que afecta sus ingresos mensuales.

Por ejemplo, las que tienen empleo ganan un ingreso promedio mensual de 406,3 dólares en 2022, mientras que los hombres obtienen 503 dólares, una diferencia de casi cien dólares.

A las empresas, dice Fernández, he planteado que hagan una auditoría salarial para identificar cuál es la brecha salarial real entre hombres y mujeres. “El objetivo sería eliminar estas diferencias, aumentando el sueldo de las mujeres que estén en la línea de los salarios diferentes”.

También engrosan el desempleo, más que los hombres. El 51,2 % de los desempleados en diciembre del 2022 eran mujeres. Son 188.712 que no tenían empleo frente a los 179.867 hombres que estaban en esa condición.


¿Qué hace falta para generar una sociedad con mayor igualdad de género?

“Las estructuras de pensamiento, de gobierno y políticas no cambian, en ese sentido pues hace falta más esfuerzo de parte de los Estados para incorporar en la mentalidad de las personas este tipo de cambio. Esto se hace con el enfoque de género en los currículos educativos, incluyendo educación sexual integral, haciendo campañas masivas de disminución de la violencia, de cambios de patrones socio culturales y eso no se hace”, plantea Gómez de la Torre.

Es una forma de pensar en la que los hombres consideran que tienen un privilegio al vivir en familias donde las mujeres resuelven los problemas domésticos. “Los hombres y las mujeres crecen en ese modelo patriarcal de convivencia, en la que ellos tienen el poder y las mujeres se someten. Ese poder puede significar que las matan porque ellos se creen dueños de la vida y los cuerpos de ellas”.

El país cuenta con un Plan Nacional para la Erradicación de la Violencia de Género hacia la Niñez, Adolescencia y Mujeres, pero no se llega a ejecutar de forma amplia e integral, agrega. “No existen en los Municipios campañas para enfrentar esta situación, las iniciativas que hay son muy esporádicas, sin impacto generalizado”. (I)