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¿Dónde está la obra pública de Guayaquil?

Municipio habla de 1.253 millones de dólares en inversiones en obra física entre 2019 y 2022.

En la calle principal del sector de La Ladrillera, en el distrito dos en el noroeste de Guayaquil, hay obra pública municipal que se ejecuta desde el 2020. Foto: El Universo

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El distrito dos, que incluye a los sectores que surgieron más recientemente como invasiones ante la ola de migración de otros cantones hacia Guayaquil, es la parte de la ciudad que concentra el 40 % de la inversión municipal directa en obra pública entre 2019 y 2022, según un reporte que este Diario solicitó al Cabildo respecto a dónde están los recursos destinados para obras.

Son los pedazos de ciudad que se forjan sobre las colinas sinuosas del bosque seco, ecosistema que flanquea el límite urbano de Guayaquil, establecido políticamente en el noroeste, en los que las calles de tierra se abren paso entre capas de polvo y lodo, según la época. Las casas de caña o mixtas se mezclan con otras de ladrillo, pero todas tienen tanques para almacenar el agua potable que se adquiere a diario, ante la falta de una red que distribuya el líquido a través de tuberías en estos sectores.

Es la realidad de asentamientos informales en Monte Sinaí, Voluntad de Dios o algunas de las cooperativas del sitio conocido como La Ladrillera. Un equipo de este medio recorrió esos sectores, dónde el servicio de luz eléctrica, por el que algunos aún no pagan, se sostiene de vetustos postes de madera que llevan cables conectados improvisadamente al sistema nacional de energía.

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Sus habitantes, asentados en el sitio a partir del siglo actual (XXI), han visto como poco a poco son incorporados al resto de la ciudad. Es un desarrollo que se extiende en torno a una vía principal generalmente asfaltada, en la que ahora se concentra la obra pública municipal.

En la calle principal del sector conocido como La Ladrillera hay varios de los frentes de trabajo que incluyen la instalación de tuberías y pavimentación, obras que se iniciaron en 2020 y que siguen tras dos años, manifiesta Gladys Guapi, una de las migrantes proveniente de la región Sierra que vio llegar el agua potable por tubería al sector hace una década seguido del alcantarillado, el transporte público y demás. “Cuando era la pandemia ya estaban trabajando”, recuerda.

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Hoy la zona es más caótica con polvo, congestión y tramos cerrados, lo que reduce las ventas de los locales, como la tienda de abastos de ella. “Está bajísima la venta, por el camino (cerrado) más porque de allí sí había, ahorita los carros se dan la vuelta por allá y los de por aquí compran cualquier cosita nomás”, se queja.

En estos dos años, concuerdan los vecinos, hubo periodos de paralización total.Son los vacuneros que cobran por dejar trabajar y allí (los trabajadores) se fueron por cinco meses”, afirma un hombre mientras juega naipes al pie del local de Gladys. El resto asienta con la cabeza, pero evita dar más detalles.

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Son individuos que llegan en motos a ofrecer protección a los locales comerciales y contratistas, parte de la realidad citadina que enfrentan distintos sectores ante la ola de crímenes e inseguridad.

Uno de los pasos a desnivel que se construyen en el distrito tres de Guayaquil, que abarca el centro de la ciudad y algunas partes del norte. Foto: El Universo

La alcaldesa de Guayaquil, Cynthia Viteri, quien llegó al cargo en mayo del 2019 tras 27 años de administración del Partido Social Cristiano (PSC) al que ella también pertenece, da cuenta de esta situación.

Los contratistas están padeciendo extorsiones, las llamadas vacunas, como ocurre con todo tipo de actividad económica en la ciudad. Efectivamente, esta situación se vive en la zona de La Ladrillera, donde se ejecutan trabajos de pavimentación. En esta parte de la ciudad hay una ausencia total del Gobierno, por lo que la seguridad es nula”, refiere.

Viteri reconoce retrasos en la ejecución de obras debido a esta situación. La ausencia estatal en la zona, agrega, “ha causado una proliferación de bandas que rivalizan entre ellas y extorsionan a los contratistas. Frente a eso estamos coordinando con la Policía Nacional para solventar este problema. Pese a ello, la decisión del Municipio es que se concluya la obra, pese a esta grave dificultad. Es importante destacar que gracias a la inversión que ejecuta el Municipio en esta zona, considerada una de las más pobres de la ciudad, las calles de tierra son cosa del pasado”, recalca.

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La inversión directa en obra pública del Municipio alcanza $ 590,1 millones entre 2019 y 2022. En el distrito dos hay trabajos por 239,3 millones de dólares. Mientras que en el distrito tres se invirtió 167,1 millones de dólares (28 % del total) y en el uno 159,5 millones de dólares (27 %), según los datos del Cabildo.

El distrito uno incluye a vastos sectores del sur de la ciudad como Guasmos, Suburbio, Malvinas e Isla Trinitaria, los que también empezaron como invasiones pero que datan de las décadas de los sesenta y setenta del siglo XX.

Solo la troncal 4 del sistema de transporte público Metrovía que cubrirá la ruta desde el suburbio hasta el centro de la ciudad costó $ 14,5 millones y beneficiará a 414.624 personas, de acuerdo al reporte oficial.

Aquí se observan dos caras de este desarrollo. Una es la de Jhonny Landires, de 67 años de edad, quien posee una tienda en su propiedad ubicada en la calle Venezuela, en el suroeste de Guayaquil, justo del lado por donde pasará el carril exclusivo para los buses articulados. La vereda hoy está flanqueada con una barra metálica que impide el cruce en medio de la cuadra, pero también dificulta el acceso a los garajes.

Son trabajos con los que Jhonny lidia desde inicios del 2020, antes de la pandemia. Él cuenta que luchó para que la contratista no bloquee el acceso al espacio donde guardaba su vehículo. Finalmente accedieron, pero en vano ya que prefirió vender su auto.

Si bien reconoce que la obra es necesaria y genera desarrollo para la mayoría, en su caso sí implica una pérdida. “Nunca nos consultaron si queríamos que pase por aquí el carril, nuestras propiedades en sí bajaron de valor, se depreciaron. Los carros no pueden detenerse a comprar”, refiere Jhonny, que espera jubilarse en dos años más. Ahora vive de lo que la tienda le deja en este sector de Puerto Lisa, también agobiado por la delincuencia.

Los trabajos en la troncal 4 del sistema de transporte público Metrovía aún no culminan en un tramo del carril exclusivo en la calle Venezuela, en el suroeste de Guayaquil y que es parte del distrito uno. Foto: El Universo

El enrejado que cubre toda la fachada del negocio es una muestra. “Aquí los robos y la droga están a la orden del día. Ya me rompieron el candado y tuve que encarcelarme”.

La otra cara, más positiva, son los beneficios que dejan las obras de regeneración urbana y la esperanza de una mayor reactivación con el paso de la Metrovía en el parterre central de la calle Portete, en el mismo distrito uno. “Se ve muy bonito, no hay cableado y en las noches todo es más iluminado”, afirma Jhon Hoyos de 21 años, quien trabaja en un local de vidrios y parabrisas y espera mayor movimiento cuando la troncal 4 esté operativa. En este caso, el carril exclusivo no restringió el acceso a los negocios.

En el distrito tres, que incluye al centro de la ciudad y otras zonas más urbanizadas como los barrios Astillero, La Atarazana, Sauces, Garzota y Urdesa Norte y Central, hay obras de regeneración urbana, pasos a desnivel y adecuación de mercados, parques y plazas.

Mientras tanto, la inversión en obra pública municipal en el distrito cuatro, que abarca las cinco parroquias rurales de Guayaquil y concentra la menor población del cantón, suma $ 24 millones, entre 2019 y 2022, el 4 % de lo destinado con ese fin en esos cuatro años.

Viteri concuerda con la apreciación de su antecesor Jaime Nebot (2000-2019) sobre que el malestar de hoy es beneficio para mañana, al responder a las quejas ciudadanas en torno al cierre de vías o tiempo de ejecución de obras. Indica, por ejemplo, que la pavimentación puede tomar más tiempo, en cuanto a su colocación, pero su durabilidad es mayor que el asfalto.

Una calle pavimentada tiene una vida útil de más de 25 años; recién a los 10 años se realizan mantenimientos sencillos, a diferencia del asfaltado que es muy susceptible a las inclemencias del tiempo, al aumento del flujo del tráfico y requiere trabajos de bacheo de manera periódica”, asegura.

“Por ello la pavimentación es mucho más beneficiosa en calles que soportan alto flujo vehicular o que son corredores viales”, agrega.

En las obras de regeneración urbana de la calle Portete entre la 21 hasta el puente Portete, en el distrito uno de Guayaquil, se invirtieron 2,6 millones de dólares. Foto: El Universo

A los 590,1 millones de dólares que la Municipalidad de Guayaquil ha invertido de forma directa en obra pública (vías, puentes, pasos a desnivel, infraestructura comunitaria como canchas, parques, unidades médicas, repotenciación de planteles educativos y mercados y obras de regeneración urbana) entre 2019 y 2022 se suman 663,5 millones de dólares en proyectos ejecutados por las entidades que reciben dinero o que coordinan obras con el Cabildo como la Empresa Municipal de Agua Potable y Alcantarillado de Guayaquil (Emapag EP), Autoridad Aeroportuaria de la ciudad y la Empresa Pública Municipal de Vivienda, anota reporte oficial.

Con lo que la inversión municipal en Guayaquil alcanza los $ 1.253,6 millones entre 2019 y 2022. La Municipalidad indica que esta obra pública genera más de 130.000 empleos.

Obras hidrosanitarias concentran la inversión

La planta de tratamiento de agua está ubicada en la zona baja de la isla Puná, una de las cinco parroquias rurales de Guayaquil que conforman el distrito cuatro del cantón.

La migración constante hacia Guayaquil genera vastas áreas que se ocupan sin planificación y después llega la demanda de servicios básicos.

Uno de los mayores rubros de gasto en obra pública municipal corresponde a los proyectos hidrosanitarios, que son los sistemas de agua potable y alcantarillado sanitario y pluvial, para los que se destinaron 455,6 millones de dólares entre 2019 y este año, invertidos por Emapag.

La Municipalidad dice que los trabajos bajo tierra y las plantas de tratamiento dejan 2,8 millones de personas beneficiadas con 303 km de nueva infraestructura en estos cuatro años.

La construcción de la planta de tratamiento aguas servidas Las Esclusas con una inversión de 101,3 millones de dólares beneficiará a más de un millón de habitantes del sur y centro de la ciudad, indica el Cabildo.

A esto se suma el diseño y construcción de la línea de impulsión La Pradera-Esclusas por 35,5 millones de dólares.

Otra obra fue la construcción de la planta de tratamiento de aguas servidas Los Merinos, que actualmente está en ejecución bajo lineamientos del Banco Mundial. La inversión en este último caso asciende a 161,9 millones de dólares.

En las zonas rurales se ha invertido 3,5 millones de dólares para la construcción de la fase 1 del sistema de agua potable de los recintos de la Isla Puná.

Además, se invirtió 879.471 dólares en la construcción del sistema de agua potable para recintos de Tenguel y 2,8 millones de dólares en los sistemas de alcantarillado sanitario y pluvial de la comuna Puerto El Morro, lo que incluye la línea de impulsión, estaciones de bombeo y reconformación de las lagunas de tratamiento de aguas servidas.

Empresa Pública Municipal de Vivienda ejecuta cinco proyectos habitacionales

Con una inversión de 124,5 millones de dólares la Empresa Pública Municipal de Vivienda ejecuta cinco obras en sectores populares del distrito 2 de Guayaquil.

Cuatro de ellos están en la etapa de ejecución de movimiento de tierra y son Jardines de Sinaí (19 millones de dólares), Mi Lote 3 Bosques del Norte 1 (52 millones de dólares), Mi Dulce Hogar (10 millones de dólares) y Valle Esperanza (un millón y medio de dólares).

Mientras que Mi Lote 4 Bosques del Norte 2 (42 millones de dólares) está en la etapa de ejecución de estudios de prefactibilidad. (I)

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