Jorge Morán, Aylli Fuentes y William Parra salen adelante con un mismo producto: el encebollado. Cada uno empezó de manera diferente: unos desde un local y otra desde las calles. Y hay quienes empezaron con entregas a domicilio a raíz de la pandemia de COVID-19.

Los tres son una muestra de que la edad no define a un emprendedor y de que tampoco se requiere de una gran inversión, sino de perseverancia.

Diario EL UNIVERSO preparó una edición especial de la serie ‘Así se emprende en Ecuador’, por las fiestas de Guayaquil, donde los seguidores de este medio escogieron los negocios que ofertan el mejor encebollado, como Picantería El Solitario George, La Casa del Encebollado y Picantería Miltiño.

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Jorge Morán: ‘Emprender es para valientes; no lo hace cualquiera’

Jorge Morán es propietario de Picantería El Solitario George. Foto: Carlos Barros. Foto: El Universo

Hace diez años, Jorge Morán quedó desempleado y, ante la urgencia de tener ingresos, su amigo Rodrigo Macías le enseñó a preparar el encebollado. Aprendió; cogió ollas, cucharas, el tanque de gas, una cocineta y una mesa, y se puso cerca de su casa.

Veía a las personas pasar, y unas cuantas compraban; hasta cambiaba de lugar para que mejoraran las ventas. “Vendía poco, pero siempre he sido perseverante. Me iba a la Alborada, al barrio Centenario, en los parques. Pero me inicié solo”, cuenta Morán. Y esa soledad hizo que su negocio se llame Picantería El Solitario George, que ahora tiene un local en el suburbio de Guayaquil.

Para Morán, el estar en varios sitios lo ha ayudado a promocionarse y lograr una estabilidad económica. “Yo vivo para subsistir y mantener a mi familia. Trato de hacer un buen trabajo, y por eso he tenido éxito. He hecho un buen trabajo, lento, pero seguro, como la tortuga”, indica el emprendedor, de 43 años.

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La pandemia de COVID-19 marcó un desafío para su negocio y tuvo que reinventarse a través de las entregas a domicilio. “En la pandemia quebré, pero me volví a recuperar desde cero”, señala, y agrega que en su camino ha ayudado a los demás.

“El logro más grande de mi negocio es ayudar a mucha gente, porque yo hago obra social. He donado las ventas del día para niños con cáncer. Entonces, uno tiene que dar gracias por lo que Dios le da, porque lo material es pasajero”, menciona.

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Morán labora con su familia y atiende todos los días en la 11 y 4 de noviembre, menos los martes, en su local, que cuenta con una capacidad para 40 a 50 personas. Aspira a abrir un segundo local, quizás en el norte de la urbe, y espera que su Picantería El Solitario George no muera.

“Espero con la ayuda de Dios que no muera y siga de largo para todas las generaciones. Pienso que las personas deben luchar por sus sueños y también saber que a veces se pierde y se gana. Por eso, creo que emprender es para valientes; no lo hace cualquiera”, opina.

Aylli Fuentes: ‘Para crecer hay que aprender de los errores y aceptar las críticas’

Aylli Fuentes tiene 25 años y es una de las propietarias de Picantería Miltiño. Foto: Carlos Barros. Foto: El Universo

La pandemia de COVID-19 golpeó a la familia de Aylli Fuentes. Ella quedó desempleada, al igual que su hermano Jacob Fuentes y su cuñado Roger Ibarra.

En una conversación, que al inicio era broma, dijo que podían vender encebollados, puesto que su padre, Milton Fuentes, tuvo una picantería hace varios años. Pero esa idea fue tomando más seriedad y la bautizaron como Picantería Miltiño, de la que Aylli es una de las propietarias.

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Se iniciaron con la venta de ese plato típico entregando a domicilio; cocinaban con la receta de su padre. Sin embargo, en el camino se fue fusionando con los conocimientos de su hermano.

“El negocio empezó el 10 de mayo de 2020. La preparación fue una fusión del encebollado de mi papá y de mi hermano, que estudió para ser chef. Y crearon una nueva receta. Nosotros hemos aprendido de errores, aceptando críticas y mejorando”, señala Aylli.

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Ya para agosto de 2020 lograron abrir su primer y único local en Samanes 5 Mz. 928 Villa 11, en el norte de Guayaquil. Y sumaron más variedades del encebollado, como con camarón, uñas de cangrejo, curtido de pescado y otras.

Ha sido un poco sacrificado, porque tener un negocio de comida lo es, pero a mí me gusta; y, cuando a uno le gusta lo que hace, nunca ve si está cansado, solo lo hace porque le nace. Es duro sacar un emprendimiento, y nosotros sabemos que tenemos un buen producto”, dice Fuentes, quien aspira a que su negocio sea reconocido por los guayaquileños.

La atención en Picantería Miltiño es de jueves a domingo. Han ganado la Estrella Culinaria de Plata en 2021, pero con su cazuela marinera.

“Aún recuerdo cuando me quedaba hasta las 03:00 y 04:00, y cada esfuerzo que se hizo desde el primer día fue llenando esa inspiración. Por eso, recomiendo que confíen mucho en su producto, porque, si no crees, no vas a alcanzar nada”, señala.

Fuentes, con 25 años, se siente orgullosa de trabajar cada día junto con su familia y no se arrepiente de que su vida social se haya reducido: “Si quieres algo, tienes que lucharlo”.

William Parra: ‘Invertíamos $ 50 y ganábamos $ 10, pero siempre fuimos perseverantes’

William Parra es el propietario de La Casa del Encebollado. Foto: Carlos Barros. Foto: El Universo

La mejor herencia que pudo recibir William Parra fueron los conocimientos y experiencias vividas con sus padres. De ellos aprendió a preparar el encebollado y, tras el fallecimiento de ambos, decidió estudiar y especializarse en la cocina profesional.

Con mucha ilusión se aventuró a abrir su primer local, llamado La Casa del Encebollado, hace doce años, que ahora se encuentra en la Alborada, 8.ª etapa Mz. 838 Villa 20, en el norte de la ciudad. Su comienzo no fue nada fácil, que hasta lloraba.

“Como en todo negocio, nada es fácil. Nosotros empezamos en este lugar, donde no hay comercio y teníamos competencia. Yo sabía que tenía un buen producto. Invertíamos $ 50 y ganábamos $ 10; se me salían las lágrimas de ver que no podíamos pagar a las personas que nos ayudaban ni sacar la inversión. Pero seguimos mes tras mes, y la gente nos recomendaba hasta lo que tenemos ahora”, expresa Parra, de 54 años.

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Ese crecimiento llevó a que La Casa del Encebollado ahora tenga nueve locales en Guayaquil y uno en Cuenca, y hasta al punto de ofertar este plato típico congelado. Este último producto es más solicitado por quienes viajan fuera del país.

Parra emplea a 50 personas en Guayaquil y a 7 en Cuenca. Ganó la primera Copa del Encebollado en 2017.

“Este camino ha sido difícil. No hemos ganado cantidades inmensas, pero ya tenemos una clientela que nos conoce. Hemos luchado contra eso de que las personas quieren más económico y un mejor producto, y hemos tratado de cuidar eso: que mi producto salga bien”, comenta.

Parra mira con mucho agrado a aquellos emprendedores que buscan iniciar un negocio, sea de alimentos u otros. Señala que la dedicación y el estilo marcan una diferencia. “Que se dediquen a hacer lo que les gusta: si ellos saben hacer encebollado, pues que se dediquen a eso y le pongan todas las ganas y traten de buscar un estilo propio, que no lo haga como la otra picantería. Que sean perseverantes. Yo lloraba porque tenía un producto bueno y la gente no se me acercaba, pero así fuimos creciendo”, opina. (I)