Por Gabriel Fandiño*

Un día como hoy, hace 200 años, 70 jinetes patriotas se enfrentaron a 200 de la caballería realista en un pequeño llano cubierto de paja llamado Totorillas, cerca de Guamote (provincia de Chimborazo). Pese a ser superados en número, los independentistas lograron una sorprendente victoria frente a sus enemigos, los cuales huyeron del llano en completa derrota.

En la historia de nuestra independencia, este es el primer combate entre caballerías cuyo resultado fue de victoria para los patriotas. También fue el único encuentro de la campaña de 1820-1822 que debió su éxito al liderazgo de un militar nacido en los territorios de la Real Audiencia de Quito y no a uno extranjero, como era lo usual.

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En aquel momento, el triunfo de Totorillas fue celebrado en los pueblos andinos y en Guayaquil, y sus protagonistas recibieron el reconocimiento de los más altos jefes del ejército. Pero transcurridos dos siglos, dicha acción de armas está ausente en casi todos los libros de historia, siendo prácticamente ignorada en las cronologías militares de la campaña. ¿Cuales son los motivos de esta omisión histórica?

La vanguardia de caballería patriota

El general Antonio José de Sucre llegó con su ejército a la ciudad de Cuenca el 22 de febrero de 1822. Venían de subir la montaña desde Machala hasta el valle de Yunguilla, recibiendo en Saraguro a las tropas auxiliares peruanas enviadas por el Libertador del Sur José de San Martín.

Los enemigos habían abandonado Cuenca al conocer de esa reunión de fuerzas, y marcharon hacia el norte para reorganizarse. El venezolano estableció su cuartel en la principal ciudad del austro por cerca de 45 días, a la vez que enviaba a varios grupos de caballería en persecución de los realistas, con el fin de molestar su retaguardia.

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Esos contingentes reunían a elementos de los Dragones del Sur y Los Granaderos a Caballo. El primero de esos cuerpos estaba constituido por jinetes provenientes de Guayaquil y Daule, además de rudos llaneros venidos desde Venezuela. Los Granaderos eran jinetes de origen argentino, gallardos y de gran fama.

Los Dragones y los Granaderos llegaron al pueblo de Alausí en los primeros días de marzo, y se pusieron a las órdenes del capitán alauseño José Antonio Pontón.

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José Antonio Pontón

Pontón era uno de los pocos patriotas sobrevivientes de la revolución quiteña que aún se mantenía operativo en la lucha armada. Caudillo de gran influjo popular en la sierra central, Pontón y sus guerrillas habían causado estragos entre las tropas enemigas apostadas entre Guamote y Riobamba.

Historia de José Antonio Pontón, combatiente de la independencia, es recogida en libro de Gabriel Fandiño

Siguiendo órdenes de Sucre, Pontón condujo a los jinetes guerrilleros y a la vanguardia de caballería por los caminos de la zona, con el fin de impedir que el enemigo recuperara la zona de Tixán y Alausí.

Los 70 valientes de Totorillas

El 8 de marzo de 1822, 25 Dragones del Sur, 25 Granaderos a caballo, y 20 guerrilleros montados de Alausí (70 jinetes en total) se presentaron en el llano de Totorillas. Eran el escuadrón patriota ubicado más al norte, pisando los talones de la retaguardia enemiga.

Los realistas reaccionaron y enviaron a 200 jinetes de su temible unidad élite, Los Granaderos de la Guardia. Contra todo pronóstico, los 200 jinetes realistas fueron vencidos por los 70 patriotas a caballo. Una decena de muertos y varios heridos quedaron tendidos en el campo, y los hombres de Pontón hicieron prisioneros y tomaron parte del armamento enemigo abandonado en el campo. No hubo bajas entre los patriotas.

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Esta brillante victoria hizo que los 70 jinetes argentinos, venezolanos, guayaquileños, dauleños y alauseños liderados por Pontón fueran recibidos con flores y aclamaciones en Tixán, población a la que se dirigieron luego del combate. Entusiasmado, el capitán Pontón tomó pluma y papel y envió una carta con la noticia de la acción al general Sucre, todavía acantonado en Cuenca.

Dicha carta (archivada entre la correspondencia de Sucre, en el Archivo General de la Nación de Venezuela) es casi el único vestigio documental sobre aquel combate.

La victoria olvidada

Totorillas fue la primera victoria patriota tras la terrible derrota sufrida en Huachi, ocurrida 7 meses antes. Por ello, el entusiasmo en Guayaquil fue grande. El general José de La Mar, en aquel momento comandante militar de la ciudad, felicitó a los 70 valientes de Totorillas: “honor a los bravos Dragones y Granaderos a caballo, y guerrillas de Alausí que tan brillantemente han escarmentado a los 200 que se les atrevieron” escribió.

En Cuenca, Sucre utilizó la carta de Pontón para elaborar un informe destinado al ministerio de guerra. Aunque el venezolano se mostró emocionado por el triunfo, terminó por calificar el combate como un “ensayo” y lo diluyó en medio de la narración de las operaciones militares. Su informe ni siquiera mencionaba el sitio exacto del encuentro, lo que contribuyó a disminuir su importancia.

En realidad, Totorillas sirvió para preparar el camino para la siguiente victoria de la caballería patriota ocurrida el 21 de abril de 1822, en las llanuras de Tapi (Riobamba). Este segundo y espectacular choque entre caballerías acrecentó la “sombra” sobre la gesta de Totorillas y en cierta forma, la condenó al olvido.

En las afueras de Riobamba, 96 Dragones del Sur y Granaderos a caballo se enfrentaron a 400 de la caballería realista, siendo esta última derrotada en dos brillantes cargas que le ocasionaron cerca de 50 muertos y 40 heridos.

Estos extraordinarios números superan las cifras de Totorillas, aunque otros aspectos también contribuyeron a la consideración superior que el combate de Riobamba tiene en nuestra Historia.

Por ejemplo, está el hecho de que el general Sucre sí estuvo presente contemplando la batalla —a diferencia de Totorillas, única batalla victoriosa de la campaña en la que Sucre estuvo ausente—. El venezolano, al igual que los miles de soldados de infantería de ambos ejércitos, disfrutaron desde lejos del impresionante espectáculo de un combate de caballería en toda regla (la infantería no participó en el encuentro). Los elogios que Sucre dedicó a la acción de Riobamba rebosan orgullo y satisfacción.

En cambio, el choque de caballerías en Totorillas transcurrió en un escenario más discreto, teniendo como testigos a un puñado de campesinos de la zona.

El triunfo de Riobamba también está aquilatado por la presencia de las más importantes figuras de la caballería patriota: el coronel venezolano Diego Ibarra (edecán de Bolívar) y el Mayor argentino Juan Galo Lavalle. Sus nombres fueron inmortalizados al liderar las brillantes cargas contra los jinetes realistas.

En Totorillas sólo hubo subalternos: el teniente coronel alemán Federico Rasch (por los Dragones) y el sargento argentino Manuel Latus (por los Granaderos). Ambos oficiales, al igual que su líder de combate en Totorillas, el capitán alauseño José Antonio Pontón, se convirtieron en figuras secundarias y casi olvidadas. En las décadas posteriores a la emancipación, sus nombres y la gesta a la que están asociados no concitaron el interés de los primeros grandes historiadores de la independencia, cayendo en el olvido.

En esta conmemoración del bicentenario, es pertinente recordar a los 70 valientes de Totorillas y a su comandante José Antonio Pontón, quienes vencieron por vez primera a la caballería enemiga, elevando la moral de los partidarios de la independencia y preparando el camino para el gran triunfo de Riobamba. Esa es su contribución a nuestra historia, más allá del número de bajas que ocasionó, pues como anotó el pensador mexicano Alfonso Reyes Ochoa, la trascendencia de una batalla debe valorarse “mucho más que por el cómputo de los contingentes en lucha o por el número de cadáveres que deja tendidos”. (I)

*Autor del libro “Coronel José Antonio Pontón, comandante de guerrillas en la independencia”.