José Gregorio Hernández nació el 26 de octubre de 1864 en el pequeño pueblo rural de Isnotú, estado de Trujillo, en Venezuela. A los 8 años de edad murió su madre por lo que quedó a cargo de su progenitor.

A la edad de 13 años, el trujillano deseaba estudiar Derecho pero su padre lo alentó a cursar la carrera de Medicina, consejo que seguiría años después al ingresar a la Universidad Central de Venezuela (UCV), con sede en la capital Caracas, en 1881. Fue el estudiante más destacado de su promoción al graduarse en 1888.

Sus estudios fueron tan exitosos que el presidente venezolano de ese entonces, Juan Pablo Rojas, le otorgó una beca para estudiar Microscopia, Histología Normal, Patología y Fisiología Experimental en París, Francia.

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Al regresar de la Universidad de París (donde tuvo una formación de posgrado), en 1891 ingresó como docente de la UCV para dictar las cátedras de Histología Normal y Patológica, Fisiología Experimental y Bacteriología.

A través de su obra Elementos de bacteriología” (1906) fue el primer científico en escribir sobre el tema en Venezuela.

En 1908, después de llevar a su familia a Caracas, fue aceptado como novicio en un monasterio en Italia, para dedicarse solo a Dios, según Informa ACI Prensa, la agencia de noticias de la religión católica con sede en Lima, Perú.

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Entró a la Cartuja de Farneta con el nombre de hermano Marcelo, pero algunos meses después se enfermó y su superior le ordenó volver a Venezuela para recuperarse.

Retornó a Caracas en abril de 1909 y ese mismo mes recibió permiso para ingresar en el Seminario Santa Rosa de Lima, pero siguió anhelando la vida monástica. Volvió a Roma luego de tres años, hizo algunos cursos de Teología en el Colegio Pío Latinoamericano, pero una vez más enfermó y tuvo que volver a Venezuela en 1913.

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Comprendió que Dios lo quería laico y ya no intentó volver a la vida religiosa. Decidió servir curando a los enfermos.

Dedicaba dos horas diarias para servir a los más pobres, a quienes atendía gratuitamente.

Un día, mientras cruzaba la calle para comprar medicinas para una anciana muy pobre, fue atropellado y llevado a un hospital, donde un sacerdote pudo impartirle la unción de los enfermos, antes de morir a sus 54 años el 29 de junio de 1919.

Caracas se conmovió y muchos decían: “Ha muerto un santo”. Fueron tantos los que asistieron a su velatorio que las autoridades tuvieron que intervenir para organizar a la multitud que quería despedirse de él.

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La esquina del caraqueño barrio de la Pastora, donde ocurrió el accidente, es hoy el escenario de pinturas e inscripciones en su honor. Incluso muchos de quienes pasan por allí a diario se santiguan al hacerlo.

En el punto vende cigarrillos para ganarse la vida el ecuatoriano José Pacheco: “Siempre que me duele algo, le pido y me alivia”, cuenta a BBCMUNDO.COM.

Se le atribuye la sanación de una niña que recibió un balazo en la cabeza

La fe por el Hermano Gregorio ha trascendido las fronteras venezolanas, en Guayaquil lo visitan cada 27 del mes en la iglesia San Antonio de Padua, en Urdesa Norte.

La Congregación para la Causa de los Santos promulgó el 19 de junio de 2020 el decreto con la autorización del papa Francisco para la beatificación de José Gregorio Hernández. Es el cuarto beato venezolano.

El milagro atribuido a la intercesión de José Gregorio Hernández fue reconocido el 9 de enero de 2020 por la Comisión Médica de la Congregación para las Causas de los Santos, según un comunicado de ACI Prensa.

Se trató de la curación inexplicable de una niña llamada Yaxuri Solórzano.

Ella recibió un balazo de escopeta en la cabeza en marzo de 2017 cuando delincuentes intentaron robar la moto de su padre. El hecho ocurrió cerca de su vivienda en el caserío Mangas Coveras del estado venezolano de Guárico. La menor tenía un pronóstico reservado. De recuperarse quedaría con secuelas permanentes.

Su madre declaró haberle rezado a José Gregorio durante su convalecencia y la comisión eclesiástica que estudió el caso concluyó que el doctor obró la curación desde el cielo.

“A pesar de muchas circunstancias adversas: lugar lejano, mucho tiempo transcurrido entre el incidente y la llegada al hospital, y del pronóstico inicialmente negativo de los médicos, la niña se curó totalmente, de manera inexplicable por causas naturales”, dijo el arzobispo emérito de Caracas, cardenal Jorge Urosa, a ACI Prensa.

Para la sanación de la menor se pidió la intercesión de don Gregorio Hernández y “a él se atribuye la intervención de Dios para la curación de la niña”, mencionó.

El cardenal Urosa dijo a ACI Prensa que “don Gregorio tiene fama de santidad desde el mismo momento de su muerte, y a lo largo de los años su personalidad se percibe cada vez más como un ser humano extraordinario, de grandes cualidades y virtudes”.

“Fue excelente profesor universitario, investigador científico, médico acertadísimo y sumamente generoso, hombre querido por toda la comunidad caraqueña de su época, sin distinción de clases sociales”. Asimismo, como católico practicante “brilló por su ardiente caridad hacia el prójimo, especialmente hacia los pobres”.

“Su testimonio nos invita a seguir el camino de Jesucristo, que es el camino hacia la felicidad y hacia la salvación eterna, y demuestra la importancia de la vivencia de la fe para el óptimo desempeño humano”, concluyó Urosa.

Beatificación se hará el 30 de abril de 2021

La Conferencia Episcopal Venezolana (CEV) anunció en rueda de prensa que la ceremonia de beatificación del conocido como el “médico de los pobres” será el próximo 30 de abril.

La memoria litúrgica del beato será su día de nacimiento, el 26 de octubre de cada año. “Ya es tradición para los venezolanos celebrarlo ese día”, destacó la CEV en un comunicado.

En la cita de beatificación estará un relicario que contendrá una pequeña parte de los huesos de Hernández.

El relicario tiene forma de microscopio y en el medio hay una figura que representa un sombrero, característico de la vestimenta del Dr. Gregorio.

La ceremonia comenzará a las 10:00 y será presidida por el secretario de Estado del Vaticano y ex nuncio apostólico en Venezuela, cardenal Pietro Parolin, en el Estadio Universitario de la capital venezolana, Caracas. (I)