En la cultura shuar, si alguien está mal, todos están mal. Con esta consciencia actúan los miembros de esa comunidad. Trabajan en mingas y, si alguien necesita ayuda, todos acuden a su auxilio; o si alguien enferma, todos lo visitan y lo protegen. “Ese todos es muy fuerte —reflexiona Arutam Antunish, un joven de esa nacionalidad indígena—; si una persona no está bien, hay algo que estamos haciendo mal o algo no está funcionando, y no podemos sentirnos cómodos”.

Esta idea está impregnada en propagandas de radio que intentan sensibilizar a esa población sobre la importancia de la vacunación contra el COVID-19. El mensaje en shuar dice: Iijiumatarum penker matsamsatai, que significa ‘vacúnense todos para vivir sanos’. Varias organizaciones indígenas están transmitiendo esa campaña entre las comunidades de Morona Santiago, que registra el nivel de vacunación más bajo de todo el país.

Tiene apenas el 39 % de su población vacunado con el esquema completo, según las cifras oficiales del Ministerio de Salud Pública (MSP): 79.000 de los casi 201.000 habitantes de esa provincia están inoculados. La brecha con el resto de provincias es grande. Le siguen Pastaza con el 47 % y Cañar con el 50 %. Mientras que las provincias más vacunadas son Galápagos con el 77 % y Pichincha con el 71 %. Guayas registra un 57 %.

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La situación en el interior de Morona Santiago es más preocupante aún. El cantón con menor porcentaje de vacunación es Taisha, que llega apenas al 5 %, es decir, que solo 1 de cada 20 personas ha completado el esquema de vacunación. Tiwintza tiene el 16 % y Logroño el 17 %.

Para el epidemiólogo Marcelo Aguilar, esto es algo que debería preocupar a todo el país. “Las poblaciones no vacunadas son susceptibles de adquirir COVID-19 y pueden dispersar la transmisión a otros no vacunados o de baja inmunidad en zonas vecinas”, argumentó.

La reducida cifra de inoculaciones en esta zona del país se explica por la desinformación que ha girado en torno al coronavirus y los mitos que se han desarrollado con relación a la vacuna, comentó María Pillajo, representante de la Estrategia Nacional de Inmunizaciones (ENI) en los distritos de Limón Indanza y Tiwintza.

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Entre los mitos más populares difundidos por redes sociales constan, por ejemplo, que “la vacunación habría sido creada para que la etnia shuar sea exterminada, o que, incluso, vacunarse podría dejar estériles a los varones”, precisó Pillajo.

Arutam Antunish, que pertenece al cantón Limón Indanza, contó que su familia y amigos dudan en vacunarse. “Mi padre siempre dice que nosotros no necesitamos vacunarnos; aquí creen tener más fortaleza física y biológica para soportar esa enfermedad”, afirmó.

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Al respecto, el coordinador de Amazon Watch en Ecuador, Carlos Mazabanda, enfatizó que la reticencia de las comunidades indígenas amazónicas hacia la vacuna se debe a que el Gobierno no ha difundido suficiente información, que a su parecer debería estar adaptada a la cultura indígena.

“Hay once nacionalidades indígenas en la Amazonía, cada una con su propio idioma; todas culturalmente diferenciadas. Se deben preparar materiales comunicacionales de manera sensible para que esas once nacionalidades puedan entender la importancia de vacunarse”, explicó.

Frente a ello, la Confederación de Nacionalidades Indígenas y Amazónicas del Ecuador (Confeniae), la Federación Interprovincial de Centros Shuar (Ficsh) y otras organizaciones prepararon la campaña que se transmite en la radio.

Además, varios líderes indígenas han tomado la posta vacunándose para que el resto de la población también lo haga. Luis Nawech, presidente de la Ficsh, forma parte de este proceso. Él es optimista. Dice que la gente está perdiendo el temor y que ya se está vacunando.

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Un arduo trayecto

A más de los mitos relacionados con la vacuna, los problemas logísticos dificultan la inoculación en Morona Santiago. Hay comunidades a las que se puede acceder únicamente vía aérea o fluvial, como es el caso de Taisha y Tiwintza, los cantones con menos porcentaje de vacunación.

Por ejemplo, es muy arduo el recorrido para llegar a Tamanzta, una de las comunidades más lejanas en Taisha. Delis Santos, encargada de la vacunación en ese cantón, contó que deben viajar en avioneta por unos 20 minutos y luego caminar tres horas por la selva. Como no hay presupuesto para los vuelos, el personal debe esperar ayuda de la Organización Panamericana de la Salud para hacer ese viaje, afirmó la funcionaria.

La especialista de la ENI María Pillajo explicó que en Tiwintza se aplican tres estrategias: la primera es vacunar a las personas que voluntariamente se acerquen al establecimiento de salud para recibir su dosis; la segunda es inocular en lugares con gran afluencia; y la tercera, visitar a los pobladores puerta a puerta.

Una ‘nueva normalidad’

El MSP ha reportado pocos casos confirmados de COVID-19 en Morona Santiago. En el úlitmo mes se han registrado 384 casos, mientras que en el mayor pico de la pandemia, en julio del año anterior, se registraron 1.231.

Además, la cantidad de muertes inscritas en el Registro Civil ya está en el mismo nivel que los años previos a la pandemia. No hay exceso de mortalidad en Morona Santiago.

Estas cifras hacen pensar que el virus está controlado y eso se ve en la cotidianidad de las comunidades. El líder indígena Luis Nawech cuenta que ya no se usan mascarillas: “Las actividades son normales. Como es nuestra costumbre, incluso tomamos la chica en el mismo recipiente. Aquí no hay miedo”. (I)