“Esto hace rato se salió de control; cada vez se pone peor. Todos los días matan a alguien, roban, nos piden vacunas. Aquí se vive con miedo. No sabemos a quién pedir ayuda, porque ni la Policía puede con ellos”, narra con angustia el propietario de un pequeño establecimiento comercial en Esmeraldas, que pidió mantener su identidad en reserva por temor a represalias.

El comerciante ha vivido en el cantón desde que nació, hace 47 años; abrió su negocio hace 10. Dice que siempre ha habido inseguridad, pero que ahora la situación se ha desbordado y la economía local se agrava. Preocupado, cuenta que los delincuentes exigen vacunas que van de $ 30 a $ 3.000 o hasta más. Por ello, dice, algunas personas han preferido cerrar sus locales y buscan mudarse a otras provincias.

“Pero no todos podemos irnos: no tenemos el dinero. Además, no es justo que tengamos que dejar nuestras casas. Las autoridades deben hacer algo”, lamenta, indignado.

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En mayo de este año, decenas de comerciantes de Esmeraldas recorrieron las calles de la ciudad en una marcha para exigir paz y seguridad.

Sin embargo, lejos de que llegue la calma, el clima de inseguridad no disminuye. Según cifras oficiales, en lo que va del año se registran 413 muertes violentas y 818 robos.

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Los estados de excepción que ha declarado el Gobierno no han sido suficientes para empezar a revertir la situación, coinciden analistas consultados por este Diario.

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No son una solución definitiva estas medidas porque tradicionalmente existen varios factores que inciden en que el problema se prolongue y agudice, advierte Lautaro Ojeda, docente universitario e investigador en temas de seguridad.

“Desde hace muchos años, la institucionalidad pública y privada es muy débil. Segundo, el nivel de pobreza y desempleo es enorme. Tercero, por su ubicación geográfica, Esmeraldas es uno de los lugares preferidos para el tráfico de drogas. Creo que la Policía hace esfuerzos, pero creo que el Estado, la Municipalidad han sido sobrepasados por las características actuales del crimen organizado”, reflexiona Ojeda.

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A criterio del experto, para trazar el camino hacia la tranquilidad de la provincia, las entidades estatales —no solo las involucradas en materia de seguridad— deben levantar un diagnóstico profundo y elaborar un plan de acción.

Por otro lado, Ojeda señala que los recursos asignados a la fuerza pública no deben concentrarse mayoritariamente en la dotación de equipamiento, sino también enfocarlos a la formación de los servidores y a la organización comunitaria de la sociedad civil.

“Esto es un proceso largo; no es cuestión de tomar medidas de estados de excepción”, concluyó el investigador.

La economía de Esmeraldas se ahoga ante ola delincuencial que no la deja reactivarse

Esta semana, el país observó atónito los videos que circularon en redes sociales donde se veía el cierre de locales del centro de Esmeraldas cuando apenas eran las 15:00 o incluso más temprano. Gente que corría o caminaba apresurada en busca de transporte para llegar a sus hogares y ponerse a buen recaudo. Las calles quedaban vacías sin que existiera un toque de queda.

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Todo pasó por el temor a que ocurriera una balacera entre grupos criminales durante el sepelio de uno de los líderes de una banda.

El comandante de la Zona 1 Especial en Esmeraldas, Hólguer Cortez, reconoce la complicada realidad que enfrenta la población y sostiene que no solo se requiere la intervención de las fuerzas del orden, sino la vinculación de autoridades y sociedad civil.

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El abogado y experto en seguridad Stalin Sacoto apunta que el escenario se tornó complejo por la penetración de grupos criminales transnacionales, que estancan el desarrollo económico y social de Esmeraldas.

“Cuando no exista seguridad, no habrá desarrollo ni inversión. Si no hay inversión, si no hay trabajo, hay dos cosas que le quedan a la gente: cruzarse de brazos y morir de hambre, o dar espacio a los grupos criminales. Desgraciadamente, el Gobierno nacional y los Gobiernos autónomos, a mi criterio, están dando paso a que suceda esto”, describe Sacoto.

El especialista anota tres vías para enfrentar el caos: mano dura y cero tolerancia a la delincuencia, desde la propia sociedad; que exista un compromiso entre operadores de justicia, fuerzas del orden y los diferentes niveles de Gobierno para acabar con la impunidad; y mitigar las necesidades sociales para erradicar la pobreza.

Adicionalmente, el experto considera necesario que se analice permitir el porte de armas a civiles que cumplan un perfil para su uso responsable. (I)