Theofilos Toulkeridis es de nacionalidad griega. Tiene una maestría en Geología y Paleontología, así como un doctorado en Geoquímica de los Isótopos y Geología. Además es docente investigador de la Universidad de las Fuerzas Armadas (ESPE).

En una entrevista con este Diario se refirió a la situación del volcán Cotopaxi, cuestiona algunas acciones que se están tomando y hace sugerencias ante una posible erupción.

Durante esta semana, el Instituto Geofísico (IG) ha reportado actividad sísmica en el coloso. Ayer, viernes 3 de febrero, hubo caída leve de ceniza en nueve sectores de Quito y Mejía.

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Y el jueves, el material volcánico cayó en Playita y La Cuendina, en la parroquia rural de Amaguaña. En Quitumbe, sur de la capital, cayó leve ceniza en Guamaní, La Ecuatoriana, Quitumbe y Turubamba. También en la Villaflora se presentó este fenómeno, al igual que en Conocoto.

Desde octubre del año pasado se declaró la alerta amarilla en el volcán Cotopaxi. ¿Qué está sucediendo a juicio de ustedes?

Tenemos varios datos para evaluar qué está pasando. Tenemos, por ejemplo, la ceniza que podemos evaluar, caracterizar, y con esto podemos averiguar qué está pasando con el volcán. Por lo tanto, la alerta amarilla se ha dado, pero no se está justificando, porque este fenómeno es de la superficie, no tiene ningún contacto con la cámara de magma.

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Lo que está pasando es por las lluvias más que todo. Tenemos un cráter y un conducto que está caliente: entra lluvia, agua fría, y después se evapora. Cada volcán activo tiene diferentes gases magmáticos, una pequeña cantidad.

En estos momentos, no tenemos una fase eruptiva. Tenemos una fase que es hidrotermal. Tenemos material que sale, que es un reflejo muy claro y muy evidente de la parte de la superficie, es decir, un fenómeno climático más que todo.

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Hidro: agua. Termal: que es de calor. De esos tipos de fenómenos, hidrotermales, tenemos decenas, y pasan antes de una fase eruptiva.

El haber pasado de fase, a su juicio, ¿está mal?

Ni está mal ni está bien. Lo que estamos haciendo ahora es evaluando lo que está pasando.

Tenemos una fase hidrotermal, y no se cambia de la noche para mañana (a) una fase eruptiva. Tenemos tiempo para prepararnos. No nos hemos preparado en 2015, que era ya una primera advertencia.

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Cualquier volcán es peligroso. En cierta forma, depende del alcance de la amenaza volcánica: flujos de lodo, flujos piroclásticos, flujos de lava, grandes explosiones, caída de ceniza... Y depende del volcán, de si tenemos volcanes, como el Reventador, (que) está muy lejos de la población, o el Sangay.

Si estos tienen unas fuertes fases eruptivas, (el peligro) no llega a la población. Pero con el Cotopaxi es al contrario, y tiene el problema de que, si pasa algo, la explosión no mata a nadie, el flujo de lava no mata a nadie, los flujos piroclásticos no matan a nadie, pero los flujos de lodos volcánicos sí, porque pueden llegar muy lejos. Y sabemos (por) la parte histórica que llegan hacia el norte, el sur y el oriente, (donde) tenemos infraestructura y gente.

Se forman flujos laháricos que se van al norte, y estarían aquí en 28 minutos; que se van a Latacunga, (y) en hora y media están allá; que pasan hacia el Oriente, y en cuatro horas y media están en Puerto Napo.

Eso sabemos, y sabiendo todo esto es para nosotros fundamental explicar a la gente dónde están los sitios de peligro.

500 personas participaron de simulacro en Quito por actividad eruptiva del volcán Cotopaxi; hubo quejas y recomendaciones de la ciudadanía

En este momento se están haciendo simulacros...

Sí, sirven en cierta forma para la educación preventiva. El problema es con todos nuestros estudios. Aquí tenemos, por ejemplo, uno de ellos.

Aquí se dice (que), si por la idiosincrasia que tenemos la gente entra en sus carros y bloquea las vías, no tiene forma de salir a tiempo. Si se va caminando, la mayoría de gente va a sobrevivir.

Tenemos, por ejemplo, el (centro comercial) San Luis Shopping: la gente que estaría abajo va a morir; pero, si la gente se va al segundo piso, va a sobrevivir, porque la estructura resistirá.

Si monitoreamos, si damos planes de evacuación, si evacuamos, igual vamos a perder nuestras casas, y la idea principal es hacer obras de mitigación para parar el fenómeno cerca del volcán, para que estos flujos laháricos muy catastróficos no lleguen a tocar ni la infraestructura ni tampoco obviamente a involucrar las vidas y la salud.

¿Habría que cambiar el concepto de cómo están haciendo los simulacros?

En cierta forma, sí y no. Los simulacros hay que hacerlos porque, si no tenemos, y no tenemos obras de mitigación, la única cosa que nos queda es dos cosas: o simular cómo salir de los sitios peligrosos, o reubicar a la gente, porque esa también es una opción, pero la reubicación cuesta tanto o más que las obras de mitigación.

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¿Qué obras?

Tenemos varias. Depende de qué queremos hacer, porque también el lahar tiene una cierta geometría.

El lahar tiene una cabeza, que es de las rocas grandes. Y en este caso podríamos hacer lo siguiente, que es el concepto de Latacunga, que es atrapar este material con presas de retención.

Hay diferentes conceptos, como romper la fuerza y también la velocidad de esas rocas grandes. Otros, desviar. Podemos hacer un sistema de diferentes obras, de diferentes quebradas.

¿Y quién correría a cargo de estas obras?

Hemos propuesto (que) a través del Cuerpo de Ingenieros del Ejército.

¿Hay un estimado de cuánto tiempo duraría?

El prediseño puede estar en dos meses. Tenemos no solamente ideas; tenemos tesis, varios estudios. Y la obra, implementar la obra, puede ser en cuatro meses.

Si no hacemos esto, perdemos más de 36.000 millones de dólares en daños directos e indirectos.

¿En cuánto saldrían estas obras de mitigación?

180 millones (de dólares) para la parte norte y 420 millones de la parte sur. 600 millones.

¿Correría a cargo del Gobierno?

Sí. No hay otra forma. Hay gente que quiere financiar esto, por ejemplo, aseguradoras. No puedo decir todos los detalles en este momento, pero tenemos también la Embajada de Estados Unidos, que nos visitó y que dice si el país propone algo.

Mientras no tenemos obras, tenemos que seguir con esto que tenemos: hacer prevención en la máxima forma, simulacros, cursos de primeros auxilios, conciencia a la gente, la parte psicológica, la parte de comunicación. Todo esto para que la gente no entre en pánico.

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¿Usted cuestiona lo que hace el Instituto Geofísico?

Yo no quiero comentar nada de eso. Han hecho cosas del pasado que no me gustaron; vamos a decirlo así. Y nosotros hemos propuesto varias veces que podemos trabajar en conjunto. Ellos no quieren.

Con el respeto que se merece esta universidad, el Instituto Geofísico yo asumo que es la institución más preparada en Ecuador para el monitoreo de los volcanes...

Yo no cuestiono que se hace el monitoreo; al contrario, ellos son los encargados y tienen que hacerlo.

Nosotros hacemos vigilancia; es una cosa diferente. En cierta forma, creo que podemos ser complementarios con nuestros estudios.

Tenemos estudios de gases, de simulacros. Tenemos aquí el laboratorio de geomática, donde podemos evaluar el comportamiento humano y ver cómo salen en tiempo de pánico, en tiempo de alerta, y decir: “Si es así el comportamiento de la gente, tenemos que hacer algo diferente”.

¿Lo ideal sería un trabajo complementario entre varias instituciones?

Por supuesto. Nosotros (somos) la mejor universidad en asuntos de seguridad y defensa, y esto es una amenaza. Entonces, en ese sentido, la parte psicológica, de simulaciones numéricas, de evaluar el volcán, en cierta forma, todo esto debería ser complementario a la información que llega a la Secretaría de Riesgos, porque ellos son el máximo órgano para decir y decidir qué va a pasar. (I)