Jorge Vizcaíno se contagió de COVID-19 hace dos años. Pasó un mes en la unidad de cuidados intensivos (UCI) y finalmente despertó. Sin embargo, después de superar el coronavirus, no podía caminar normalmente ni hacer sus actividades rutinarias.

El artesano de profesión siente cansancio al estar de pie por más de diez minutos. Esto ha complicado su trabajo y vida diaria.

Los médicos le diagnosticaron una neuropatía en miembros inferiores, desgaste físico y también fatiga. Entonces, inició una recuperación en el Hospital Docente de Calderón, pues trabaja cerca de esta casa de salud. Ha soñado con volver a los días en los que podía desenvolverse sin complicaciones y podía atender a sus tres hijas.

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“Mi esposa me contó que le decían que ya no había posibilidad de que viviera, pero en ese entonces mi cuerpo empezó a reaccionar, volvió a arrancar y no paró. Ahora siento un cansancio por el que no puedo realizar ni una tarea básica”, señaló mientras salía de una cita de rehabilitación.

Mauricio Morales, jefe del Área de Fisiatría del Hospital Docente de Calderón, señaló que el 58 % de la población que ha tenido COVID-19, leve, moderado o severo, ha presentado secuelas de fatiga; esa es la principal afectación que tienen los pacientes.

Las demás secuelas que le siguen son tos y debilidad muscular. Esos son los casos que más reciben en los hospitales del país, según el Ministerio de Salud Pública (MSP).

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No obstante, también existen otros síntomas que han sufrido los pacientes una vez que han superado el coronavirus. Entre estos, Morales nombró la pérdida del olfato y del gusto, debilidad muscular, pérdida de la visión, visión borrosa y síntomas gastrointestinales.

QUITO.- Área de Fisiatría del Hospital General Docente de Calderón, en la que brindan atención a pacientes pos-COVID, en el norte de la capital. Foto: Andrés Salazar

El hospital, que está ubicado en el norte de Quito, tiene un departamento de rehabilitación física para los pacientes; y desde este miércoles, 28 de septiembre, cuentan con una sala de rehabilitación pos-COVID.

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El Ministerio de Salud informó que en catorce puntos de salud a nivel nacional se habilitaron estas salas para atender a pacientes pos-COVID. Por medio de diferentes equipos realizan un monitoreo a los pacientes, que permite un conocimiento real sobre el funcionamiento del corazón y pulmones, la saturación de oxígeno y cómo están los gases pulmonares.

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Morales explicó que estos exámenes se hacían de manera invasiva, por medio de una gasometría arterial; pero los actuales equipos permiten, mediante tres o cuatro respiraciones, obtener los resultados.

“El paciente pasa por una fase de valoración funcional de cómo está la mecánica pulmonar, que permite saber el tipo de entrenamiento que se tiene que hacer para la recuperación del diafragma, que es el principal músculo respiratorio”, agregó.

Los médicos estiman que, si el paciente hace su rehabilitación por dos meses, todos los días, al volver a tomar una valoración encontrarán una mejoría del 80 %, y que hasta en seis meses es posible que tengan una recuperación del 100 %.

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“El tratamiento de rehabilitación física es determinante en la recuperación de un paciente. La medicación no va a fortalecer la musculatura, no va a ayudar en eso”, argumentó Morales.

Michelle Grunauer, representante del proyecto Reaching Impact, Saturation and Epidemic Control (RISE), de la organización Jhpiego y la Universidad San Francisco, indicó que aproximadamente 30 de cada 100 personas que tuvieron COVID-19 leve desarrollaron condición pos-COVID, y que mientras más pronto se inicie la rehabilitación es mejor para su recuperación.

Esto lo determinaron mediante el estudio realizado en diferentes provincias del país, desde el inicio de la pandemia. Con ello, crearon un manual sobre la recuperación de los pacientes, el cual se está aplicando en los centros pertenecientes al MSP y se pretende compartir con demás instituciones dedicadas a la salud.

En este estudio han identificado la persistencia de síntomas cuando la persona ya tenía que estar curada de la enfermedad. Grunauer explicó que en este virus están involucrados muchos sistemas del cuerpo humano, y que no todos se afectan en igual cantidad o grado en cada persona. Es decir, no afecta de igual manera a todos.

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“Lo más común es que mantengan fatiga y falta de aire, pero también puede haber compromiso que sea cardiaco; por ejemplo, pueden aparecer arritmias que antes no tenía el paciente y que se generaron con el COVID. También, problemas neurológicos. Tenemos gente que ha perdido la fuerza muscular y que ha necesitado estar en silla de ruedas por tiempos prolongados después de salir del hospital; esto se identificó especialmente en pacientes contagiados con la variante delta”, acotó Grunauer.

Además indicó que, al atacar a todos los sistemas, puede afectar inclusive a la salud mental con episodios de depresión, ansiedad, estrés postraumático, entre otros. Mientras tanto, el virus no ha desaparecido, a pesar de las campañas de vacunación y medidas de prevención de contagios. Ahora, la recuperación de los síntomas posteriores al contagio es el nuevo tema de análisis en el que la salud trabaja. (I)