Lo que antes era la cancha de ecuavóley de la comuna de Santa Clara de San Millán y que el 31 de enero de 2022 fue arrasado por un aluvión, seis meses después toma forma un nuevo escenario. En el ingreso tiene una construcción de aproximadamente dos por seis metros en donde funcionan los camerinos y una bodega o boletería. Todo está en obra gris, los bloques están a la vista.

En donde habían construido los socios de la cancha un graderío de cemento, cubierto por la estructura metálica de la cancha, ahí se encuentran unos troncos levantados por bloques ubicados en los extremos.

Parantes finos de madera, unidos por alambre que tiene un color oxidado, el techo cubre la mitad de la estructura, con planchas de zinc que también muestran óxido y que son fijadas por unas llantas viejas que evitan que se vuelen con el viento.

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En donde funcionaba el parqueadero de la cancha sigue la lona con los nombres de los 28 fallecidos que causó este desastre. Pero aunque la obra física intente recuperar lo que el aluvión se llevó, hay vecinos que aún no logran superar aquel episodio que marcó sus vidas.

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En la vía principal por la que desembocó la quebrada El Tejado, la avenida José Berrutieta, funciona una carpintería que pertenece a Manuel Orosco, de 56 años. Él recuerda que esa tarde se encontraba en su local, pero tuvo que salir para atender el pedido de un cliente.

“Uno parece que estaba con la bendición de Dios, una hora antes salí a otro sitio para ver un trabajo que me pidieron, quedó cerrado, en ese instante bajó todo, destruyendo las casas, la cancha, hubo amigos y parientes que fallecieron”, recordó en medio de suspiros.

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QUITO.- Manuel Orosco, de 55 años, sigue trabajando en su carpintería que sufrió daños, pero la recuperó. Foto: Alfredo Cárdenas

El flujo que bajó con toda la fuerza destruyó los candados y dobló la puerta enrollable de la carpintería de Manuel. El barro y agua ingresaron a su lugar de trabajo, perdió algo de material y algunas herramientas. La puerta no quedó bien, pero no ha podido arreglar porque no tiene el dinero.

El mayor problema que dijo el carpintero quiteño que ha tenido es la baja total del trabajo. “El barrio no se ha recuperado, la gente tiene temor. Antes había más trabajo, más gente, algunos mejor se han ido de aquí. Hay gente que desocupó los departamentos y no quiere volver a vivir esta situación nunca más”, agregó.

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Además, dijo que muchos han recibido ayuda, pero entre ellos, “algunos vivos que no merecían”.

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Marcelo Mármol tiene una ferretería, él cuenta que luego de tres meses de inaugurado su local lo perdió todo. “El primer piso de mi casa y mi negocio quedaron destruidos, entraron el agua y el lodo, lo impresionante fue que bajaban unos árboles y piedras inmensos, como haberlos sacado con la mano”.

El departamento que arrendaba a una familia está deshabitado, por el miedo se fueron de ahí. Marcelo recordó que tuvieron más de metro y medio de lodo, y no les quedó otra opción que romper una puerta y derribar una pared para sacar todos los escombros.

Él coincide en que hubo gente que no fue afectada, que vivía en otro lado y que recibió la ayuda. Aseguró que nadie le ayudó, ninguna institución pública o privada. “A mí se me quedó enterrado un carro, estaba guardado, pero el lodo entró hasta más de la mitad de altura y yo no recibí ni una franela. Pagué para hacerle andar otra vez, tuvieron que desarmarle íntegro, porque el lodo entró por todo lado. Gracias a Dios no le cayó ninguna piedra grande, estaba estropeado, pero nada roto”, expresó.

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El ciudadano agregó que perdió aproximadamente $ 20.000 que invirtió en la ferretería. Ahora sacó un crédito y volvió a invertir el mismo valor en su nuevo local.

El gerente de la empresa público EM Seguridad, Jaime Bucheli, puntualizó que el Municipio consolidó un listado con los realizados por otras entidades. Además, señaló que fue puesto a consideración de los mismos directivos de los barrios, quienes aprobaron los listados.

“Esto es un acto de buena fe de las personas, confiamos en lo que nos dicen y comprobamos en los lugares en los que vivían (...) nosotros hemos cumplido con los ofrecimientos en la medida de lo que nos permite la ley”, agregó.

Para Diego Criollo estos seis meses han servido para suavizar de a poco el dolor de haber perdido a su hermano Édgar. Él, como buen amante de los deportes, se encontraba en la cancha de ecuavóley y fue uno de los cuerpos encontrados días después por los rescatistas y familiares que levantaban escombros con incertidumbre.

A quien más le dolió fue al padre de Édgar, pues era su apoyo y sustento. Sin embargo, los otros cuatro hijos se han unido para llenar ese vacío. Diego comentó que la casa de su padre quedó deshabitada, pues es la que recibió la fuerza del aluvión y quedó sentida, así que se mudó a un departamento que queda atrás de su inmueble.

QUITO.- Seis meses después del aluvión que destruyó varias casas y en el que hubo 28 muertos, los barrios La Gasca y La Comuna siguen en proceso de recuperación, el miedo no ha terminado de irse y mucha gente ha decidido mudarse. Foto: Alfredo Cárdenas

El padre de los Criollo y uno de sus hermanos recibieron la ayuda con enseres y línea blanca. “Yo vivo atrás, me dijeron que yo no aplicaba porque no fue muy afectada mi casa, pero mi familia sí recibió el apoyo”, puntualizó.

Los dos hijos de Édgar también recibieron apoyo de fundaciones y cuentan con becas de estudio, agregó su tío, quien estuvo en la búsqueda de su hermano durante la catástrofe.

Las puertas de la casa fueron arregladas, pero por los vecinos. En esto dijo que no recibieron la ayuda de ninguna institución.

La fragmentación de las rocas gigantes

Ante el paso de los carros y el caminar de pocos vecinos, se vive una especie de calma que no se sintió hace seis meses. El colector en donde desemboca la quebrada El Tejado y que fue rebasado por la gran cantidad de lodo que bajó en el aluvión, ahora solo corre un pequeño chorro de agua.

QUITO.- Quebrada El Tejado por donde bajaron lodo y escombros que taparon el colector y luego se precipitó sin control hasta desembocar en la avenida La Gasca. Foto: Alfredo Cárdenas

Se escucha el martillazo de dos obreros que mediante caminos de estacas intentan fragmentar unas rocas gigantes que fueron arrastradas por el aluvión y que la Empresa de Agua Potable (Epmaps) está rompiendo para transportarlas.

Las casas por las que pasó el lodo, desde la finalización de la quebrada y después de la cancha, todavía tienen marcas de la fuerza con la que el aluvión arrasó todo lo que había a su paso. Las marcas del lodo pintado sobre las construcciones son evidentes.

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En donde se ubicaba una de las casas que desaparecieron por completo y una carpintería, ahora hay una estructura con pedazos de zinc y madera. La calle tiene su adoquinado que luce limpio, sin embargo, la marca del dolor que se vivió los días posteriores al 31 de enero no se ha logrado borrar de la mente de los habitantes. (I)