La tarde del lunes 31 de enero llovió en La Comuna, un barrio levantado con el esfuerzo exclusivo de sus habitantes, sin papeles ni escrituras, en los alrededores de la avenida Occidental, a la altura del centro-norte de Quito.

Los vecinos se metieron en sus casas hasta que pase el aguacero, menos los amantes del ecuavóley, quienes tenían por costumbre, más en la pandemia, quedarse hasta la noche en la cancha del barrio, aprovechando que tenía techo y luminarias.

La cancha tenía un graderío donde los aficionados armaban sus equipos y esperaban su turno o, simplemente, veían los partidos. Alrededor de los seis jugadores solían instalarse ventas improvisadas.

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Cerca de las 18:00, un aluvión bajó por las laderas del Pichincha con una fuerza que nunca antes se había visto y se llevó todo lo que había a su paso: carros, paredes, árboles… Y gente.

En la noche, la cancha se convirtió en un enorme depósito de lodo y escombros. Los reportes preliminares del Municipio registran al menos 27 fallecidos, de los cuales la mayoría corresponde a los vecinos que salieron esa tarde a la cancha de La Comuna. Los cuerpos fueron encontrados incluso a más de un kilómetro de distancia, a lo largo de la avenida La Gasca, que -por su disposición geográfica: recta y de bajada- se convirtió en el desfogue inevitable del aluvión originado en las faldas del Pichincha.

En La Gasca, un sector de clase media, con una intensa actividad comercial y estudiantil, los habitantes grabaron imágenes que sorprendieron al mundo, debido a la violencia con que la naturaleza irrumpió en plena zona urbana de la capital, arrasando con todo.

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De La Comuna hubo menos imágenes durante las primeras horas de la tragedia. El nombre de este barrio -bautizado formalmente como la comuna de Santa Clara de San Millán- pasó a segundo plano. Sin embargo, con el pasar del tiempo, la realidad reveló que allí, en ese barrio pobre, estaba el centro de la devastación, la zona cero.

La frontera que divide a La Comuna de La Gasca es invisible. No hay un hito marcado, sino la transición de una calle estrecha hacia una avenida de cuatro carriles. Sin embargo, son dos territorios y realidades distintas.

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La Comuna, más de un siglo de historia

QUITO.- La Comuna nació de un asentamiento indígena y mantiene sus tradiciones a pesar de encontrarse en pleno corazón de la ciudad Foto: Tomado del Facebook de La Comuna de Santa Clara de San Millán

En las faldas del volcán Pichincha se encuentra la comuna de Santa Clara de San Millán, lo que da cuenta de su vocación religiosa.

En el trato coloquial es conocida como La Comuna y es uno de los principales accesos al Teleférico y, en la parte baja, se une con el barrio La Gasca.

Fue un asentamiento indígena que, incluso, es mencionado por los españoles en sus crónicas de la fundación de Quito, según recogen los archivos del Municipio capitalino.

Jurídicamente fue reconocido como una organización social en 1911 por el presidente Eloy Alfaro, lo que le otorgó autonomía territorial, es decir, el control directo de las tierras.

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Por ello, los habitantes más antiguos subrayan siempre con orgullo su origen en los comuneros.

Sin embargo, La Comuna ha tenido que adaptarse a la expansión de la ciudad, a la migración y al fraccionamiento de su territorio. Hoy, la avenida Occidental (o Mariscal Sucre) la atraviesa de norte a sur.

En la parte alta, en las faldas del Pichincha, se encuentra la quebrada El Tejado, la que ya colapsó en 1975, causando pérdidas materiales y humanas, según cuentan los habitantes que vivieron el desastre. Sin embargo, aquel aluvión no se compara con el del 31 de enero de 2022, que dejó más de 20 fallecidos.

QUITO.- Túnel de La Comuna de Santa Clara de San Millán, por donde pasó el aluvión el pasado lunes 31 de enero Foto: Carlos Granja Medranda

Edwin Llumipanta conoce la historia del nombre de la comunidad por herencia de sus antepasados. Sabe que los indios libres de La Comuna construyeron la iglesia de Santa Clara de Asís, porque encontraron una imagen y se hicieron devotos de esta. “Además, fuimos adoptados por un cura que se llamaba Barros de San Millán, esto en tiempo de la colonia. Por eso se llama La Comuna de Santa Clara de San Millán”, cuenta.

La Comuna, actualmente, está conformada por unas 12.000 personas, dice Llumipanta. “Como estamos en pleno corazón de la ciudad y hay gente de Colombia, de Venezuela, de la Costa y del Oriente del país que han llegado. Por ejemplo, mi esposa es de Manabí”, agrega.

Afirma que el bosque protector pertenece a la comunidad y que allí funciona una junta de aguas.

Sin embargo, hoy La Comuna no está regularizado como un barrio formal en el Municipio. “No es que no queramos ser barrio; lo que pasa es que para llegar a serlo deberíamos ser tomados como una invasión o asentamiento. Esa es la parte legal que nosotros no vamos a aceptar nunca. No somos una invasión, estuvimos antes de la ciudad”.

Explica que se rigen como un gobierno local autónomo y que mantienen una coordinación con el Municipio de Quito.

En la comuna de Santa Clara de San Millán se celebran dos fiestas al año. Desde el 6 al 8 de agosto de cada año son las fiestas patronales de Santa Clara de Asís. Y han tomado al 25 de julio como fecha de fundación, pues corresponde a cuando se les dio la personería jurídica en 1911.

Los habitantes más tradicionales tratan de continuar con las costumbres de sus ancestros. Para ello está la casa comunal, la organización entre socios y la toma de decisiones en asambleas. Todo ese saber comunitario se activó para la reconstrucción de La Comuna, que se convirtió en la “zona cero” de aluvión de este año.

La Gasca, la puerta al Quito moderno

La Gasca -levantada sobre un enorme relleno- es varias cosas. Es una avenida corta -dos carriles de subida y dos de bajada, separados por un parterre con árboles- que nace en la avenida Occidental, como se le conoce en el común a la Mariscal Sucre, y que llega hasta la calle Gaspar de Carvajal o, para mayores referencias, hasta “el Supermaxi de La Gasca”, tan importante para los vecinos como las canchas de fútbol, las farmacias, los restaurantes de comida rápida o las “huecas” ubicadas a lo largo un kilómetro y medio.

La inclinación de esta avenida es tan pronunciada que, en 2019, el Municipio de Quito la eligió como escenario de la última de las tradicionales carreras de coches de madera.

Allí, las aceras hierven. Todos los días, miles de estudiantes y visitantes -una suerte de población flotante- se mezclan con los habitantes del sector, lo que ha provocado, con los años, un gran crecimiento de la actividad comercial y, a la par, de la delincuencia.

Los accidentes de tránsito también son comunes: un mal cálculo o un desperfecto en los frenos pueden resultar fatales.

Esa disposición alargada y recta de esta avenida, que apenas tiene una curva en la parte alta, puede explicar cómo se convirtió en el conducto de toneladas de sedimentos del aluvión que el lunes pasado se originó en las faldas del Pichincha, bajó por La Comuna y llegó hasta la parte baja de la ciudad, llevando lodo, piedras y palos, incluso a la zona de La Mariscal, a unos kilómetros de la zona del desastre.

QUITO.- Avenida La Gasca, en el centro norte de Quito, zona afectada por el aluvión del pasado 31 enero de 2022 Foto: Andrés Salazar

Pero, además, La Gasca es un barrio residencial de clase media, que se consolidó en los años setenta, como un pilar del Quito moderno.

Entre los sitios más conocidos están el Seminario Mayor, la Universidad Central o el colegio Juan Montalvo. Buena parte de sus habitantes son “chagras” llegados de provincias a estudiar en la capital. (I)