Édison Dávila tiene 36 años, está a punto de graduarse de abogado y le encanta la música, a tal grado que terminó convirtiéndose en disc-jockey. La mezcla entre canciones con la exactitud necesaria para que la gente se conecte y siga bailando es una capacidad que solo quienes se han preparado lo logran. Édison tiene un reto más grande: él mezcla canciones sin ver.

Cuando nació, de manera prematura, tuvieron que llevarse a Édison a una incubadora. El exceso de oxígeno causó un desprendimiento de retina, por lo que perdió la vista, casi por completo.

Actualmente tiene una visión del 20 % en el ojo derecho; el izquierdo no ve nada. Así es como este ciudadano, que vive en el sur de Quito, se guía por medio de las sombras que alcanza a identificar e intenta llevar una vida normal.

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Su afectación visual es progresiva, por lo que sabe que llegará el día en el que no vea ni las sombras.

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Su encuentro con la música como DJ nació hace quince años, cuando acudía a un salón de eventos de uno de sus familiares.

Recuerda que junto con sus primos se puso a aprender un poco; después fue tratando de buscar a gente que le explicara cómo funciona; de a poco fue educando su oído y, mientras lo hacía, también buscaba en internet para qué sirve cada perilla o botón.

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Ese camino fue duro, pues muchas personas se mostraron escépticas para enseñarle el trabajo de un DJ. “Es complicado, porque decían: ‘Tú tienes discapacidad visual; me puedes dañar los equipos si te presto’. Entonces, a mí me tocó comprarme el mío propio y explorar todo lo que tiene, lo que hace y lo que no”, agregó.

Con su propia consola empezó a descubrir el interesante mundo de la música, cometiendo errores, memorizando el uso de cada botón, manipulando perilla por perilla, hasta que logró completar una transición entre canciones.

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Desde ese día nunca dejó de practicar. En una habitación del primer piso de su casa ha adaptado dos parlantes, una computadora portátil, los audífonos y la consola: ese es su estudio musical.

Ha tocado en eventos públicos, fiestas y reuniones. Lo que dijo haber aprendido en este tiempo fue que el DJ tiene que conocer ampliamente todos los géneros musicales, pues cada público tiene gustos diferentes y tiene que estar preparado para todo.

También le gusta hacer deporte. Está en un grupo de ciclismo para personas no videntes llamado Ciegocleta. Él explicó que son bicicletas dobles: un voluntario va adelante y la persona no vidente va atrás. Ese se ha convertido en su deporte favorito.

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Édison comentó que no ha sido nada fácil surgir en la sociedad como una persona no vidente. Desde la escuela sufrió discriminación: no contaba con las herramientas que lo ayudaran a incluirse en las actividades de los demás.

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En el colegio, recuerda con desazón, lo tuvieron que cambiar de institución educativa, porque su profesor de Matemáticas no encontraba el método para que él aprendiera, así que las autoridades les avisaron a sus padres que tenía que salir del plantel.

QUITO.- Édison Dávila es un DJ no vidente que vive en el sur de la capital. Está próximo a graduarse de abogado y le gusta el ciclismo, a más de la música, que es su pasión. Foto: Andrés Salazar

Actualmente está realizando la tesis de la carrera de Derecho, en la Universidad Central de Ecuador. Aquí también incluyó su gusto por la música, pues el trabajo final tiene como tema la propiedad intelectual.

Édison también trabaja en un centro de atención telefónica, en el norte de Quito. Para trasladarse a su trabajo toma el transporte público, otro de los lugares en donde ha sentido la discriminación. “A veces no nos quieren llevar, porque pagamos medio pasaje”, expresó.

Ante la falta de visión, él reconoce que ha desarrollado de mejor manera su oído; este sentido es el que le permite realizar sus actividades diarias, y mezclar la música. “Creo que todo es más complejo, por mi condición, pero el gusto que uno le tiene a la música es mucho más grande; por eso, ahí le pongo el 200 % al asunto”, dijo entre risas.

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Para él, la sociedad tiene que cambiar muchos elementos con el fin de incluir a las personas con capacidades especiales. Por ejemplo, citó que deben olvidar la idea de que no pueden trabajar, estudiar o divertirse. “¿De qué me sirve que yo sepa hacer música si mucha gente no confía en mi talento? ¿De qué sirve tener una profesión si hay mucha gente que me cierra las puertas y no confía?”, cuestiona.

Sin embargo, también recalcó que sí ha encontrado mucha gente que le ha abierto las puertas y ha apoyado. Así, junto con su hermana y su madre, quienes han sido el apoyo fundamental durante toda su vida, el DJ no vidente practica las mezclas mientras se divierte y adquiere más experiencia en esta actividad musical. (I)