Javier Lliguin, comerciante ambulante, de 37 años, no dejará el uso de la mascarilla. “Todavía no es que estemos al 100 %. Yo sí pretendo utilizar mascarilla”, aseguró.

Estaba de pie, a pocos metros del centro cultural Metropolitano, en el centro de Quito, el viernes. Padeció de coronavirus en enero del 2022 aunque fue leve. Está ya con la tercera dosis de vacuna.

Viviana Jiménez, quien caminaba por el casco histórico quiteño, llevaba en la mano derecha su mascarilla. Esto porque -comentó- si en algunos lugares lo disponen la usará.

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Señaló que ya no cubría su boca, pues hay la disposición gubernamental de no usarla en espacios abiertos, pero lo hará en el establecimiento educativo en el que estudia. La joven mencionó sentirse mejor porque la mascarilla la sofoca.

Para Jéssica Burgot utilizar tapabocas afecta más que el coronavirus. Argumentó que se traga monóxido de carbono. Atendía un local comercial y la mascarilla la tenía en medio de la barbilla.

“Hoy, porque como ya dijeron que no deberían (usarla) la tengo aquí abajo, pero llega un cliente y lo subo”, indicó. Espera que el negocio mejore con la disposición gubernamental.

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“Hay mucho miedo todavía de contagio, pero yo pienso que ya es de cada quien, que uno mismo se cuide”, reflexionó.

Quito pasa a alerta blanca al acoger resolución del COE nacional de ya no usar mascarilla; autoridades sugieren seguir utilizándola en sitios cerrados

Así es cómo recibieron varios ciudadanos de la capital el anuncio del presidente Guillermo Lasso de que tras dos años de pandemia, desde este jueves, 28 de abril de 2022, dejó de ser obligatorio el uso de la mascarilla en espacios abiertos y cerrados. Quito se acogió a la medida del COE nacional, aunque otras ciudades como Guayaquil lo tomaron parcialmente porque aún exigirá tapabocas en lugares cerrados.

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El Comité de Operaciones de Emergencia (COE) nacional dispuso que se mantenga vigente la disposición de presentar el certificado de vacunación con el esquema completo, es decir, tres dosis, para acceder a actividades no esenciales.

Además, recomendó su uso en lugares cerrados, tales como el transporte público, transporte aéreo, aulas de planteles educativos y espacios laborales.

En otras ciudades ecuatorianas hay personas que consideran seguir con la rutina de usar mascarillas, especialmente quienes tienen personas vulnerables, porque tienen permanente contacto con personas o sufrieron de COVID-19.

Mishell Lafuente, una ingeniera de 33 años que tuvo COVID-19 a inicios del 2022 y que reside en Guayaquil, indicó que solo se quitará la mascarilla en lugares abiertos o donde exista ventilación. En su trabajo, una planta de alimentos, todos seguirán usando mascarillas. ”Si voy a un concierto o donde hay mucha aglomeración como en la Bahía, por ejemplo, aún no; al menos no hasta que vea que los índices de contagios no han subido de forma sostenida posterior a la liberación del uso de mascarilla”.

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Annabelle Verdesoto, una comunicadora de 28 años, también seguirá usando mascarilla porque considera que aún muchas personas no están vacunadas. “Y uno no sabe en qué momento se vuelve a alborotar el virus. Ella, pese a los dos años de pandemia, nunca se contagió y su padre tampoco, por eso sigue teniendo cuidados extremos.

QUITO. Después que el COE nacional anunció el uso opcional de la mascarilla en espacios públicos, muchas personas no están de acuerdo en dejar de usarla. Carlos Granja Foto: Carlos Granja Medranda

“Antes de entrar a mi casa aún nos desinfectamos los zapatos y las manos con alcohol”, dijo la mujer.

Juan Miguel Salinas, un jubilado de 62 años, señaló que el anuncio presidencial no cambiará mucho su rutina, seguirá usando cubreboca cuando salga de su casa o cuando deba acercarse a desconocidos.

“Sin duda este anuncio da cierta tranquilidad, pero yo no sé si me contagié o no de COVID, soy un hombre diabético, así que prefiero prevenir. Si en unos meses no suben los contagios, me relajaré un poco más”, indicó Salinas.

Víctor Álvarez, del Observatorio Médico Provincial de Pichincha, consideró que la decisión es un poco apresurada, debía ser paulatina y sustentada en evidencia.

Lo ideal, expresó, es que se hubiese dispuesto la eliminación de la restricción de la mascarilla primero en los ambientes abiertos, luego hacer una evaluación y posteriormente aplicarla en los ambientes cerrados.

Para él es importante que se haga un proceso de educación a la ciudadanía sobre la necesidad de mantener los criterios de cuidado, principalmente cuando se presente sintomatología respiratoria. “Esperemos que en el mes de mayo no tengamos un repunte de los casos”, indicó.

COE de Guayaquil decide mantener uso obligatorio de mascarillas en espacios cerrados, como planteles, mercados y centros comerciales

A Juan Carlos Navarro, biólogo y Ph. D., en epidemiología molecular de enfermedades emergentes, le pareció correcto eliminar la obligatoriedad del uso de mascarilla en espacios abiertos, pero le sorprendió que también sea para espacios cerrados que, en determinadas circunstancias, debería mantenerse.

Si bien recordó que la resolución del COE nacional “recomienda”, mantenerla en sitios como transporte público o aulas no menciona eventos masivos o discotecas.

Es correcto para Navarro que se mantenga en centros hospitalarios y que la sigan usando personas vulnerables.

Las “recomendaciones” deberían asumirse como responsabilidad social, aunque no ocurre la mayoría de las veces, expresó.

¿Cuál es el escenario para Guayaquil tras decisión gubernamental de abandonar uso de mascarillas? Epidemiólogo e intensivistas dan sus criterios

Santiago Ron, profesor universitario y Ph. D. en Biología Evolutiva, el levantamiento de la obligatoriedad del uso de la mascarilla en espacios abiertos es una medida acertada que debió haberse tomado con anterioridad.

Señaló que, por ejemplo, Quito -al momento- tiene pocos casos de COVID-19 y bajas muertes en exceso, aunque se mostró de acuerdo en que es necesaria la mascarilla en ambientes cerrados sin ventilación, especialmente si hay mucha gente por mucho tiempo.

A Andrea Gómez, médica, salubrista y epidemióloga, le preocupa el bajo porcentaje de vacunación contra el COVID-19 de terceras dosis y lo comparó con Chile donde hay el 92 %.

Según el vacunómetro, una herramienta creada por el Ministerio de Salud Pública (MSP) para seguir el proceso de inoculación, hay el 34,68 % de la población (5′812.557 personas) que ha recibido el primer refuerzo o tercera inyección, con cifras al 27 de abril de 2022.

“Se adelantaron países como Italia que tienen una mayor vacunación con tercera dosis que nosotros mantienen el uso obligatorio en lugares cerrados. Estados Unidos volvió a recomendar el uso de mascarilla dentro de las escuelas, colegios, universidades”, opinó Gómez.

Un factor por tomar en cuenta, añadió, es cómo está la inmunidad de la población. Además de las probabilidades de nuevas variantes.

El Gobierno lleva adelante un estudio sobre seroprevalencia en la población ecuatoriana, es decir, busca estimar cuántas personas ya se contagiaron del virus.

“Deben ir de la mano tanto medidas preventivas como medidas de bioseguridad, vacunación y además mantener el uso de mascarilla sobre todo en lugares cerrados”, recomendó la especialista. (I)