Gobiernos y trabajadores no han tenido una buena relación a través de la historia ecuatoriana, en especial en los siglos XX y XXI. El maltrato de los obreros como herencia de la colonia española ha representado grandes conflictos desde décadas pasadas.

El mecanismo de presión que han ejercido los trabajadores para ejercer sus derechos y peticiones han sido huelgas, paros, manifestaciones. En tanto, los gobernantes se han valido de la fuerza policial y militar para tratar de frenar las aspiraciones obreras.

Cien años de la masacre obrera: Del Ecuador de los gran cacao, que vivían entre lujos y se educaban en Europa, a la matanza de trabajadores que clamaban por trato y salario digno

Uno de los capítulos más sangrientos de la historia ocurrió el 15 de noviembre de 1922. Cuando decenas de obreros fueron asesinados al recibir disparos a mansalva por parte del ejército y la policía cuando realizaban una marcha para exigir mejores condiciones laborales. Los trabajadores exigían mejores sueldos, que se respete la jornada de ocho horas diarias, ya que la inmensa mayoría laboraba 16 horas y algunos hasta 20 horas, un trato digno por parte de los empleadores y que no se les cobre el acceso a la salud, entre otras peticiones.

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En aquel año gobernaba José Luis Tamayo. Era un hombre íntimamente relacionado con la banca y los dueños de las principales empresas del país. La respuesta del presidente Tamayo a los trabajadores fue bala por lo que terminó en masacre.

En esa misma administración, pero un año después (1923), se originó lo que se conoce como la matanza de Leito. En la zona de Pelileo, provincia de Tungurahua, los trabajadores agrícolas de la hacienda Leito se negaron a seguir trabajando por los 10 centavos de sucre que se les pagaba, cuando laboraban hasta 12 horas diarias.

Huelga en l hacienda Aztra, en 1977, terminó en el asesinato de decenas de trabajadores. Foto: Archivo

Los trabajadores se tomaron las instalaciones de la hacienda para reclamar por el alza salarial. El gobierno envió un destacamento del batallón Zapadores de Ambato que ingresaron y reprimieron a los trabajadores, la mayoría indígenas. El saldo fue un total de 39 muertos entre hombres, mujeres y niños y 20 heridos. Entre las víctimas se encontraban los dirigentes del paro, Leonidas Muñoz, Belisario Muñoz y Olimpia Muñoz. Nunca se sancionó a los responsables de las muertes.

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En tanto, en noviembre de 1935 los trabajadores de las minas de Portovelo, administrada por la empresa norteamericana SADCO, realizaron una huelga por mejoras salariales y por mejores condiciones sanitarias en el trabajo, pues las deplorables formas de laboral causaban innumerables enfermedades que mermaban a los trabajadores.

La huelga dirigida por la Asociación Sindical Obrera de Portovelo llamó la atención a nivel nacional e internacional, logrando conseguir el apoyo para sus demandas. Sin embargo, una vez finalizada la la huelga, en enero de 1936, unidades del Ejército ingresan y reprimen con violencia a la población del barrio minero Machala en Portovelo causando 4 muertos y 6 heridos.

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Cien años de la masacre obrera: Salarios miserables, huasipungos, explotación y alto costo de la vida impactaba a los trabajadores antes de 1922

Estas matanzas lejos de amilanar a los trabajadores más bien los llenaron de fervor para seguir luchando por su derechos. En 1938 logran la publicación del Código de Trabajo, que es el que rige en la actualidad, donde se establece de forma oficial las jornadas de trabajo, temas de salarios, entre otros temas. Antes de esta normativa, las leyes a favor de los obreros eran casi inexistentes y las pocas que existían no se cumplían.

A través de la historia ecuatoriana los trabajadores han exigido en las calles que se respeten sus derechos. Foto: Archivo

Pero con el Código de Trabajo no se apaciguaron los conflictos. Otra matanza se registró en Guayaquil entre el 2 y 3 de junio de 1959. En solidaridad con estudiantes de la provincia de Manabí que habían sido reprimidos por la fuerza pública durante el régimen socialcristiano de Camilo Ponce, los estudiantes de Guayaquil declaran una huelga el 2 de junio, plegando también gremios y organizaciones sindicales que expresaban su rechazo al alto costo de la vida.

Producto de las protestas, infiltrados comenzaron a saquear negocios en el centro de Guayaquil, efectivos del ejército acompañados de tanques de guerra ejercieron una represión indiscriminada cumpliendo órdenes del Ejecutivo. La represión, según versiones oficiales, contabilizó 16 muertos y 80 heridos, pero fuentes nacionales e internacionales afirmaron más de 300 muertos y un número no precisado de heridos. La versión del Gobierno fue de que Guayaquil había sido “salvada de la anarquía” y de la delincuencia. No hubo sanción para los responsables.

Los trabajadores durante las siguientes décadas siguieron reclamando por más derechos y que se cumplan los establecidos por la ley. El 18 de octubre de 1977, los trabajadores del ingenio azucarero Aztra declararon una huelga en demanda de aumento salarial y cumplimiento del contrato colectivo.

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El gerente del ingenio, coronel Jesús Reyes Quintanilla., ordenó el desalojo. La policía irrumpió en las instalaciones del ingenio e inició una feroz represión lanzando gases lacrimógenos y disparos, lo que ocasionó la baja de un nutrido grupo de trabajadores.

Según la estadística oficial, murieron 25 personas, pero los trabajadores denunciaron el asesinato o desaparición de 120 compañeros. Como protesta a esa matanza otros dos ingenios (San Carlos y Valdez) paralizaron sus actividades y los estudiantes de secundaria y universidades de Guayaquil realizaron manifestaciones de rechazo a la masacre y condena a la dictadura militar que gobernaba el país.

En cambio, la historia reciente del país nos indica que en 2019 durante once días se realizaron protestas organizadas por la Conaie, grupos sindicales y sociales en reclamo por la eliminación de los subsidios de los combustibles. Las protestas en Quito, Guayaquil, Loja y Cuenca fueron progresivamente subiendo de nivel, igual que la represión por parte de las fuerzas de seguridad. El saldo de la paralización fue de 11 muertos, 1.500 heridos y más de 1300 detenidos.

Y en junio de este año, también producto del alza del precio de los combustibles y los productos de primera necesidad, organizaciones sociales y sindicales junto con la Conaie, decretan un paro de actividades ocho días. El levantamiento tuvo un saldo de 7 muertos, 335 heridos, 155 detenidos y 77 violaciones a los derechos humanos.

Para el historiador Freddy Avilés los constantes conflictos entre los gobiernos de turno y los trabajadores se deben al pensamiento colonialista de pensar que los obreros son simple mano de obra y que darles derechos encarece la producción.

“Además siempre se ha utilizado la justificación que detrás de las marchas obreras siempre hay sectores externos que buscan pescar a río revuelto. Administraciones como la de Tamayo deben considerarse como nefastas y represivas”, dice.

Los gremios sindicales, por lo general, no han tenido buenas relaciones con los gobiernos de turnos en Ecuador. Foto: Archivo

Si bien con la revolución juliana de 1925, indica Avilés, se termina con la dominación bancaria y plutocrática y se ponen en vigencia algunos temas favorables a los trabajadores que se exigían desde 1910 como las cajas de ahorro y el Ministerio de Previsión Social (actual Ministerio de Trabajo), la lucha de los obreros ha sido de forma constante en todas las décadas luego de 1900.

El aparecimiento de organizaciones de derechos humanos, la concientización de la no represión y la tecnología han ayudado que las huelgas o paros de los trabajadores no deriven en saldos trágicos de fallecidos como en 1922. Sin embargo, que los obreros deben seguir exigiendo temas básicos como el respeto a su jornada laboral, un pago justo y sigan siendo reprimidos por salir a las calles.

“Es condenable que todavía sigan muriendo trabajadores en las calles para exigir mejores condiciones laborales y de vida. Han habido avances, pero la lucha obrera deberá continuar. Ni en países más desarrollados los trabajadores han dejado de manifestarse para exigir un trato justo y eso tampoco pasará en Ecuador”, dice Miguel Cantos, historiador.

Incluso, añade, que actualmente el país vive una especie de retroceso: “Muchos de los avances que se consiguieron en las décadas del 30 y 40 están siendo afectados. Las reformas laborales han reforzado la eliminación de derechos de los trabajadores. Ahora hay nuevas formas de contrato que no es más que precarización”. (I)