Los trabajadores ecuatorianos han logrado que se cumplan sus derechos y mejores tratos a través de huelgas, paros y manifestaciones. Nadie les ha regalado nada, así lo detalla la historia. Una jornada de trabajo de ocho horas, tener días libres de descanso, alza salariales básicas anuales están entre las victorias del movimiento obrero.

Por ejemplo, la jornada de trabajo de los ecuatorianos no estaba reglamentada como en la actualidad. Los obreros laboraban entre 12 a 16 horas sin descanso los fines de semana. Durante años se realizaron huelgas y movilizaciones para exigir la vigencia de una jornada laboral reglamentada de ocho horas diarias.

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Entre 1912 y 1919 se realizaron en el Ecuador más de 20 huelgas de gran escala. Estas paralizaciones tienen como protagonistas a obreros, artesanos, tipógrafos, sastres, transportistas urbanos y mineros. En 1916, después de protestas a nivel nacional, el gobierno de Alfredo Baquerizo Moreno dispuso por ley la vigencia de la jornada de 8 horas diarias de trabajo y el descanso obligatorio los días domingos.

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Sin embargo, a pesar de estar en vigencia esta ley no era acatada por los patronos. Entre el 14 y 15 de enero de 1919 se realizan movilizaciones obreras en Guayaquil y Quito pidiendo mejoras salariales y el cumplimiento de la jornada de 8 horas. En estas marchas, 5 trabajadores son asesinados por la policía.

El 1 de septiembre de ese año los tipógrafos se declaran en huelga pidiendo alza salarial y que se cumpla la ley sobre la jornada laboral de 8 horas. La huelga se prolonga durante 22 días y al final se logran todos los objetivos, desde ese momento se entra ya de manera obligatoria a cumplir las 8 horas de trabajo.

Por las constantes huelgas de trabajadores que pedían mejores condiciones de trabajo y seguridad, el gobierno de José Luis Tamayo decretó, el 6 de octubre de 1921, la Ley de Accidentes de Trabajo. Es de recordar que antes de que esta ley entre en vigencia, los accidentes laborales tenían que ser cubiertos por el propio obrero o por colectas realizadas entre las llamadas cajas de socorro implementadas por los trabajadores del gremio. Si el accidente era grave y dejaba secuelas en el trabajador, este era despedido sin indemnización de ningún tipo.

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Posterior a la caída del gobierno de Gonzalo Córdova en julio de 1925, que inaugura el periodo llamado de la Revolución Juliana, los trabajadores presionan al nuevo régimen para que instaure medidas favorables a la clase obrera. Gracias a estas movilizaciones se dan los siguientes avances en materia laboral:

  • Ley de Contrato Individual de Trabajo
  • Ley de Duración Máxima de la Jornada de Trabajo y Descanso Semanal.
  • Ley de Trabajo de Mujeres y Menores y Protección de la Maternidad
  • Ley de Desahucio de Trabajo
  • Ley de Responsabilidad de Accidentes de Trabajo
  • Ley de Prevención de Accidentes de Trabajo
  • Creación de la Inspectoría General de Trabajo
  • 31 de octubre de 1934: Se decreta el descanso pagado de los sábados.
  • 21 de febrero de 1936: Se expide la Ley Orgánica de Trabajo.
  • 25 de noviembre de 1937: Ley de Control del Trabajo y la Desocupación.
  • 5 de agosto de 1938: Se aprueba el Código de Trabajo (que sigue vigente en la actualidad)

En tanto, en noviembre de 1962, por una propuesta del senador funcional de los trabajadores, Noé Villacreses, se aprueba la creación del décimo tercer sueldo. Y el 25 de octubre de 1968 el Congreso sanciona la ley número 68-010 que establecía remuneraciones por sectores económicos y fija el salario vital mensual para los trabajadores.

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En mayo de 1974 se crea el Consejo Nacional de Salarios. Este ente es el encargado, hasta la actualidad, de la fijación de los sueldos y salarios . En 1989 se realizan reformas al Código de Trabajo, y se determina que los salarios mínimos vitales se hagan por decreto ejecutivo y no por el Congreso.

Todos estos puntos los trabajadores actuales los consideran básicos y muchos olvidan la lucha y el derramamiento de sangre que hubo atrás, como la masacre del 15 de noviembre de 1922, dice Fernando Ibarra, presidente de la Central de Organizaciones Clasistas (Cedoclat).

Añade que actualmente el entorno laboral del trabajador ecuatoriano no es bueno y que se ha retrocedido en muchos de los aspectos por los que históricamente han luchado los obreros. Ubica como ejemplo la jornada de ocho horas, ya que hay empleados que siguen trabajando hasta 12 diarias sin pago de horas extras.

Actualmente los trabajadores se siguen convocando a las calles para luchar contra la precarización laboral. Foto: Archivo

Además, está la precarización laboral en la que caen muchas empresas al contratar empleados por facturas para no pagar liquidaciones, décimos o afiliación a la seguridad social.

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Con esto concuerda Nicolás Lara, secretario de la Sociedad Unión de Panaderos de Socorros Mutuos, una de las pocas organizaciones sindicales que tienen más de cien años en el país. El cataloga como una “ola” la lucha obrera, ya que ha tenido “subidas” (conquistas) y “bajadas” (falta de cumplimiento o supresión de derechos).

Y actualmente, para Lara, estamos en oleaje bajo y que esto se ahonda con la actitud poco combativa que tienen una gran porción de los trabajadores jóvenes actuales que ven al sindicalismo de lejos y son apáticos a la hora de confrontar para exigir sus derechos.

A esto se suma que hay jóvenes que se “distraen” con otras luchas como los derechos de los animales, de la comunidad GLBTI, de la naturaleza, pero no se enfocan en la lucha por la “dignidad del ser humano” que comenzaría en el trabajo, dice Ibarra.

Nada se nos ha dado por bendición divina. Todo lo hemos ganado a sangre y fuego. Los derechos de los trabajadores no son una ventaja, no son un favor, una dádiva sino las reivindicaciones por una vida justa y digna”, afirma.

Para el historiador Freddy Avilés también existe un retroceso en los derechos de los trabajadores, ya que si bien ahora existen leyes, reglamentos y normativos que los protegen, estas no se cumplen o se lo hace a medias.

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Afirma que la pandemia fue un claro ejemplo de cómo el peso de la crisis económica (como hace cien años en la masacre obrera) lo asumió la clase trabajadora al expedirse leyes temporales que permitieron la reducción de salarios o los despidos sin liquidaciones.

“Todo este tipo de explotación es un caldo de cultivo para una explosión social que en su momento va a quemar a la codicia empresarial. No se puede seguir acumulando riqueza en detrimento de la gran población por esta población con nosotros (dirigentes sindicales) o son nosotros va a levantar su voz y se desatará la ira popular”, afirma Ibarra.

Al consultarle al sindicalista que las actuales condiciones laborales pueden generar otro 15 de noviembre de 1922 contestó: “Sí, pero le aseguro que en esta ocasión los muertos no los pondremos los trabajadores, la sangre que correrá no será de los trabajadores sino la de los explotadores que no quieren entender que no pueden enriquecerse a costa de la dignidad de la sociedad ecuatoriana”. (I)