La historia ecuatoriana indica que el país vivió dos grandes épocas de exportación del cacao: entre 1790 y 1842, esto es, desde finales de la colonia e inicios de la independencia, y entre 1870 y 1920. En estos procesos productivos aparecen los “gran cacao”, una pequeña élite económica y social que controlaba el poder político de Guayaquil, Guayas y el gobierno nacional, ya que eran los grandes sembradores y exportadores de la llamada “pepa de oro”

El primer boom cacaotero sirvió de plataforma para el desarrollo económico que involucró a una saga de terratenientes de cuatro generaciones, en algunos casos, según un artículo de Roberto Aspiazu Estrada publicado en EL UNIVERSO. Los gran Cacao se identificaron con la ideología liberal que defendía la tesis de la triple libertad: política, religiosa y mercantil.

Los Gran Cacao: el auge económico de una generación

Para el segundo boom del cacao, con una industria más desarrollada y con el impulso de la invención del chocolate, en Ecuador se incrementan las tierras de cultivo, pero fueron acaparadas por los gran cacao. De hecho, disminuyeron los medianos y pequeños productores. El valor y la demanda del cacao se dispara especialmente en Estados Unidos y Europa. Ecuador llegaría a producir entre un tercio y la mitad del grano a nivel mundial.

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Así, los gran cacao acumularon riqueza. Se daban una vida de lujos, importaban vehículos, tenían extensas haciendas y caserones, y organizaban banquetes. En Guayaquil, habitaban a lo largo de la avenida Nueve de Octubre. Sus hijos se educaban en Europa, en especial en Francia, por lo que cuando venían de vacaciones al país traían modales, costumbres y moda de la belle époque de París. Casi todos eran familias criollas descendientes de españoles eventualmente amestizadas.

Sin embargo, estas dos épocas doradas del cacao tuvieron algo en común: el maltrato al trabajador. Los salarios eran pésimos y los trabajos casi que esclavizantes. El acceso a la educación por parte de los obreros y sus hijos era prácticamente nulo.

Los sacos de cacao se podian apreciar en el centro de Guayaquil entre 1918 y 1925. Foto Instituto Nacional de Patrimonio Cultural

En la producción de cacao unos se hicieron ricos, pero los más (clases populares) dieron su vida entera y la riqueza muy poco les llegó. Los Sotomayor, los Luna, los Stag, los Puga, los Aspiazu, los Seminario son, entre otras, las familias de los gran cacao”, indica un reportaje auditivo publicado en la Radioteca, un portal de intercambio de producciones radiofónicas.

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Cines de barrio, charlas y exposiciones fotográficas para conmemorar los 100 años de la matanza obrera del 15 de noviembre de 1922

Según recortes de prensa de años como 1919, un trabajador agrícola de las plantaciones cacaoteras recibía 1,41 sucres diarios, pese a que eran ellos, con su mano de obra, los que impulsaron las ventas del cacao al realizar múltiples prácticas y saberes vinculados al cultivo. Y esto era en la Costa, ya que en la Sierra los indígenas eran, en su mayoría, explotados, recibiendo centavos por su trabajo o un pedazo de tierra de mala calidad por sus servicios.

El estallido de la primera guerra mundial, y la afectación de los cultivos por plagas como la monilla y la escoba de bruja, impactan fuertemente en la economía ecuatoriana al disminuir las exportaciones de cacao, el boom se había acabado. Sin embargo, esta crisis no afectó de manera considerable a los gran cacao, pero sí a los trabajadores.

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La inflación para 1922 se había disparado llegando a más del 60%, los precios de los productos de primera necesidad estaban por las nubes, y los salarios estaban congelados. La depreciación del sucre con el dólar también era un dolor de cabeza. Productos básicos como el arroz, la manteca, la leche y la carne se volvieron casi impagables para las clases populares.

La situación de los trabajadores en otros sectores era parecida. Los obreros del ferrocarril recibían 1,20 sucres diarios, los de los ingenios azucareros s/2,49 y los de la construcción s/1,51. Los sueldos no alcanzaban para alimentar a sus familias.

Muchos buscan ningunear las protestas de los trabajadores del 15 de noviembre de 1922 justificando la crisis del país por la reducción de las exportaciones de cacao. La crisis se fermenta desde 1916 y es por la primera guerra mundial y porque las grandes naciones capitalistas decidieron no importar el cacao ecuatoriano”, dice Freddy Avilés, historiador.

Calle Pedro Carbo en Guayaquil entre 1910 y 1920. En esta calle serían asesinados obreros en el 15 de noviembre de 1922. Foto Instituto Nacional de Patrimonio Cultural

En 1916 los trabajadores lograron que se promulgue la ley de horarios donde se ordenaba la jornada de ocho horas, pero que no se cumplía. Además, en aquellos años no había Banco Central y se permitía que cada banco emita su propia moneda respaldada en oro, pero por la crisis los bancos imprimieron billetes sin respaldo lo que también influyó en la inflación.

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La matanza obrera de hace 96 años aún estremece en Guayaquil

Ciudades como Guayaquil estaban llenas de contrastes. Tenía a los gran cacao que gozaban de vidas ostentosas, pero con grandes cinturones de miseria. Los barrios marginales eran la Quinta Pareja y el sector del astillero. Los precios se triplicaron y aumentaron los despidos”, añade Avilés.

El maltrato al trabajador en aquellos booms cacaoteros fueron parte de la “tradición” que se heredó desde la colonia. El movimiento obrero recién nace como tal en el siglo XIX impulsado por la revolución alfarista. Antes hubo gremios de asistencia mutua. Aunque la primera huelga que se tiene registro en Guayaquil es la de los trabajadores del astillero en el siglo XVII.

Pero no había leyes que amparen a los trabajadores. Eloy Alfaro trató de minimizar un poco la explotación de los trabajadores, pero los trabajadores no tenían derechos, era común que los obreros fueran perseguidos por organizarse en sindicatos. Los dueños de las empresas consideraban al trabajador solo como mano de obra”, dice Avilés.

Recién en la primera década del siglo XX los trabajadores empiezan a exigir normas que ya estaban establecidas en lo que se llamaba el mundo industrializado como, por ejemplo, el sábado inglés. Ese día se trabajaba, pero se lo pagan con sobretiempo. Además, de reconocer el domingo como de descanso obligatorio.

En el boulevar Nueve de Octubre vivían los mayoría de los gran cacao en Guayaquil. Foto tomada entre 1910 y 1920.

Las exigencias de los trabajadores se fueron acumulando hasta que en 1922 comenzó una gran jornada de protestas que empezó con la huelga de los trabajadores ferroviarios en octubre y que luego se fueron plegando a la paralización de obreros de distintos sectores.

La huelga generalizada terminaría con una brutal masacre de los trabajadores protestantes en manos del ejército y la policía el 15 de noviembre. Esta matanza no desanimó al movimiento obrero ecuatoriano sino que lo impulsó a seguir presionando para mejorar las condiciones del mercado laboral, logrando que en 1938 se apruebe el Código de Trabajo, actualmente vigente. (I)