Ser emigrante y desempeñarse en un ámbito tradicionalmente de hombres no fueron limitantes para Bertha Jiménez, una ecuatoriana que actualmente reside en Nueva York y que logró crear una innovadora empresa en esa ciudad estadounidense.

Bertha se graduó de la carrera de Ingeniería Mecánica en la Espol, luego viajó a Portland, en Oregón, para realizar una maestría, y, una vez que la finalizó, volvió al país. Estuvo por un tiempo en Ecuador, pero su pasión por la investigación y el deseo de en algún momento vivir en la Gran Manzana la llevaron a aplicar a un Ph. D. en la Universidad de Nueva York (NYU, por su sigla en inglés).

Ingresar a ese centro de estudios no es fácil, por lo que aplicó al mismo tiempo a otras universidades; sin embargo, fue aceptada y además recibió una beca. Se podría decir que ese fue el peldaño inicial que la llevó a crear Rise, una compañía amigable con el ambiente que utiliza los desechos de cervecerías artesanales para crear una harina única en su tipo.

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Mientras realizaba investigaciones que eran parte del desarrollo de su Ph. D., surgió una competencia en la NYU que invitaba a los estudiantes a aportar ideas sobre cómo lograr mejores ciudades, más amigables con el ambiente. La temática del concurso llamó la atención de Bertha, así que decidió inscribirse.

Bertha Jiménez junto a sus padres. La joven consiguió una beca para estudiar un Ph. D. en la Universidad de Nueva York. Imagen: Cortesía

La joven recordó que hace unos años, cuando laboraba en una compañía que brindaba consultorías ambientales, conoció una empacadora de pescado que no generaba desechos en su proceso de producción. ¿Cómo era posible? Esta empresa aprovechaba al cien por ciento cada pescado: empacaban los filetes y el resto (la piel, espinas y escamas) lo vendían a una empresa de Florida que produce gelatina.

Ese fue su primer contacto con el concepto de simbiosis industrial, que hace referencia al aprovechamiento por parte de una empresa de los residuos, fluidos o emisiones generados por otra compañía.

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Por lo general, las empresas destinan un rubro de su presupuesto para deshacerse de sus residuos, pero este sistema permite que más bien consigan réditos por ellos. Lo que en un sitio son desechos, en otro se convierten en materia prima.

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Esta experiencia se quedó grabada en su mente y consideró que podía ser la respuesta a la interrogante que planteaba la competencia en la que participaba. Presentó su idea con algunos ajustes para que esta sea aplicable en la ciudad de Nueva York.

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Su proyecto estuvo entre los seis seleccionados por la NYU, y ella fue enviada a Shanghái para que adquiriera nuevos conocimientos que le permitieran convertir su proyecto en una realidad y que además sea rentable.

Investigaciones y experimentos

Crear el producto ideal aplicando la simbiosis industrial no fue nada fácil y requirió de mucho trabajo y esfuerzo. Mientras Bertha estudiaba el Ph. D., junto con Ashwin Gopi, cofundador de Rise y quien luego se convirtió en su esposo, comenzó a analizar qué desechos podía utilizar para elaborar algo nuevo.

Su primera opción fue intentar con desechos de empacadoras de pescados, porque es lo que había visto antes, sin embargo, no encontró ninguna empresa de este tipo en la ciudad.

Eso los llevó a investigar las industrias asentadas en Nueva York y a analizar con cuáles podrían trabajar poniendo en práctica sus conocimientos y experiencia. Fue así que identificaron que solo en Brooklyn hay más de 30 cervecerías artesanales y que esta es la zona con más negocios de esta naturaleza en Nueva York, señala Bertha.

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Bagazo que se obtiene de la elaboración de cerveza artesanal. Imagen: Cortesía

Con esa información decidieron recorrer estos establecimientos e investigar sobre sus residuos. Descubrieron que el bagazo que resulta del proceso de la elaboración de la cerveza artesanal iba al basurero, dado que estos negocios se ubican lejos de granjas o criaderos de animales donde podría ser aprovechado como alimento.

“Para dar una idea de la cantidad de bagazo que se forma en el proceso, por ejemplo, de cada six pack se obtiene alrededor de una libra. Las cervecerías más pequeñas tienen la capacidad de obtener dos barriles en cada producción (una o dos veces al día, depende de cada negocio), lo que genera alrededor de 200 libras de bagazo. (...) Son miles de libras de bagazo al día, toneladas al año que se iban al botadero”, explica Bertha.

El producto ideal

Tomaron una cantidad pequeña de estos desechos para realizar diversos experimentos. “Hicimos papel, corcho, exfoliante e incluso lo probamos tratando de hallar el mejor uso según sus propiedades”, detalla.

Finalmente buscaron convertirlo en alimento, pero, aunque lograron que este tenga un buen sabor, la textura era extraña y poco agradable. Pese a esto, continuaron por este camino siguiendo la recomendación de la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos, que señala que lo mejor que se puede hacer con los desperdicios, una vez que se ha creado un producto, es tratar de alimentar personas.

Teniendo en cuenta que el bagazo es altamente nutritivo, ya que proviene del grano de un cereal, Bertha indica que pensaron en que lo mejor era no quitarle su valor y volverlo alimento.

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Determinaron que crear un producto como un pan o unas galletas no era factible para ellos, pero sí lo era producir un ingrediente para la elaboración de esos productos. Así que decidieron deshidratar el bagazo, molerlo y así formar una harina con un aporte nutricional mucho mayor que el de la harina normal. Tiene dos veces más proteína, doce veces más fibra, solo un tercio de carbohidratos y también es más baja en gluten. Cuentan con dos tipos de harina: una clara y otra oscura.

Rise comercializa su harina en dos presentaciones. Imagen: Cortesía

Contactaron a un par de chefs con el objetivo de que prueben lo que habían creado y así conocer su potencial. Luego organizaron una cena en la que se sirvieron ochos preparaciones distintas hechas a base de su harina, e invitaron a varios posibles inversores; uno de ellos decidió apostar por Rise.

Empezaron a producir a finales del 2017 y a partir de ahí su producto ha llegado a reconocidos restaurantes y ha sido utilizado por chefs con estrellas Michelin, entre ellos, Massimo Bottura, uno de los mejores del mundo.

Bertha indica que en un inicio visitaban a los chefs con recelo, advirtiéndoles que su harina posee un color y aroma especiales, pensando que esto les jugaría en contra. Con el tiempo se dieron cuenta de que eran precisamente esas particularidades las que hicieron que su producto sea popular.

En primer plano, Bertha Jiménez participando de la elaboración de la harina de Rise. Imagen: Cortesía

Un chef les confesó que, desde que usa su harina, agrega menos especias para que sus galletas estén perfectas. Conocen de un sitio donde usan su producto para crear helados de chocolate (sin usar chocolate) y otro donde ya no deben añejar por ocho meses la pasta, porque con su harina en una semana se logra el sabor ideal.

Esto les demostró que el lado ambiental de su producto, elaborado a partir de desechos, no era la razón principal por la que era apetecido, sino por el sabor que este puede darle a las preparaciones.

Postre elaborado con la harina de Rise. Imagen: Cortesía

Los efectos de la pandemia en Rise

La pandemia de coronavirus también trajo complicaciones para Bertha y su equipo, debido a que sus clientes son mayormente restaurantes que tuvieron que cerrar sus puertas. Hasta ese momento, su harina únicamente se vendía por paquetes de cinco libras en adelante, por lo que no llegaba a pequeños consumidores.

En el 2016 se habían contactado con la fabricante mundial de cerveza Anheuser-Busch InBev, propietaria de Budweiser, Corona Extra, Stella Artois, Beck’s y muchas más, pero no fue hasta el 2018 cuando esa compañía los invitó a participar de un concurso para empresas como Rise y fueron escogidos como los ganadores.

Gracias a esta asociación con Anheuser-Busch InBev siguieron investigando y brindando consultorías durante la pandemia, lo que permitió que Rise sobreviva a los estragos provocados por la crisis sanitaria que afecta a todo el mundo.

El taller donde se elaboran los productos de Rise. Imagen: Cortesía

Pero estos inconvenientes también los llevaron a pensar en cómo atraer nuevos clientes. Se dieron cuenta de que, durante el confinamiento, muchos habían optado por hornear en sus casas y que su producto también podía ser aprovechado de esa forma.

Por ello ya iniciaron conversaciones con grandes supermercados como Whole Foods o Walmart para vender su harina en empaques de una libra. Además, planean comercializar mezclas listas para hornear, a las que solo debe añadirse un par de ingredientes para que la preparación de la receta esté lista, algo que se conoce en Estados Unidos como baking mix.

Convertir los obstáculos en oportunidades

El camino de Bertha hacia el éxito no solo fue arduo mientras identificaba y creaba el producto ideal, también enfrentó las desventajas que aún existen en el mundo para las mujeres.

Aunque estudió Ingeniería Mecánica, señala que jamás sintió que tenía menos oportunidades por ser mujer, hasta que supo que no había pasado a la siguiente fase de una competencia porque los jueces consideraron que alguien del sexo femenino no debía liderar un equipo con un proyecto de un área tradicionalmente de hombres.

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“Me dijeron ‘les encantaba tu idea, pero no les gustaba que la líder del equipo sea mujer; no era la parte de la tecnología, no era la parte operacional, fue porque tú eras mujer’. Al saber eso fue como que se me vino un balde de agua fría”, cuenta.

Una amarga experiencia que la llevó a ser más cautelosa al elegir las competencias a las que aplicaba y a las personas con las que hacía alianzas. “Yo quiero que las personas con las que trabajo no solo estén alineadas conmigo en los negocios, sino también a mis valores. Entonces, me quedó bien claro que no debía aplicar a todo, sino que debía ser selectiva en lo que aplico, con quién me reúno, aunque eso hace el proceso más difícil”, expresa.

Bertha Jiménez exponiendo durante un foro organizado por National Geographic. Imagen: Cortesía

Considera que, al hablar de dificultades, debe mencionar también que muchos procesos o trámites han sido más complicados por ser emigrante; sin embargo, tiene en su mente que todo es posible y no se detiene hasta hallar soluciones a los obstáculos que se le presentan. “Una vez que aceptas esta condición, empiezas a acostumbrarte a lograrlo todo con menos recursos. Buscas la forma, dónde puedo buscar, con quién puedo hablar, dónde me puedo mover y así lograrlo”.

Bertha no está cerrada a la idea de en algún momento instalar Rise en Ecuador, o quizás en India, de donde es su esposo. Afirma que el sistema que desarrollaron trabaja con distintos materiales de características similares, no únicamente con el bagazo de las cervecerías, por lo que podría crear un nuevo producto aprovechando otros desechos industriales que se generen en nuestro país. (I)