Mariana de Jesús tiene 68 años. Ella no recibe una pensión jubilar ni ayuda estatal de ningún tipo. Hace ocho años decidió emprender con una pequeña tienda que tiene en su vivienda ubicada en la cooperativa Unión de Bananeros, sur de Guayaquil.

Decidió emprender porque “entendió” que a su edad nadie le daría trabajo formal. Sin embargo, cuenta, no ha sido fácil el camino del emprendimiento, en especial por su condición de adulta mayor.

Además del cansancio físico que representa tener una tienda, también está la serie de impuestos municipales que debe pagar. Afirma que incluso en este año, por las repercusiones de la pandemia, no ha cancelado las tasas correspondientes y por eso “siempre” está atenta a la visita de funcionarios municipales para cerrar su tienda.

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Incluso el pago a proveedores y “chulqueros” no la deja dormir tranquila. Cuenta Mariana: “Las ventas están bajas. El negocito me da solo para comer y medio vivir. También hay mucha competencia”.

Cerca de 1,3 millones de personas adultas mayores (que tienen más de 65 años) viven en Ecuador, según el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC). El 54 % de personas de la tercera edad se concentra en tres provincias: Guayas, con 365.980; Pichincha, 274.300; y Manabí, 129.279. El 53 % son mujeres y el 47 % son hombres.

Este grupo etario representa actualmente el 7,9 % de la población total del país. Pese a que la Ley del Adulto Mayor garantiza el derecho al trabajo, esto no se aplica en la realidad.

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Según estadísticas del Ministerio de Inclusión Económica y Social (MIES), la tasa de empleo adecuado en este grupo etario es de 11,3 % y que el inadecuado llega al 86,2 %. Y si analizamos las cifras del INEC la situación sería peor, ya que solo el 3,5 % de los adultos mayores tiene un ‘empleo adecuado pleno’, es decir, que labora 40 horas o más y recibe un salario mínimo o más.

Debido a la falta de empleo para este segmento de la población, el emprendimiento se vuelve una obligación.

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Si bien había iniciativas, especialmente privadas, que apoyaban con capacitaciones a los adultos mayores emprendedores, esta tendencia se frenó a raíz de la pandemia, indica Paola Aulestia, consultora financiera.

“Por el tema de que las personas de la tercera edad son más vulnerables al virus todo el tema de ferias, que antes sí se daban, se ha restringido. Había ferias que buscaban acercar al adulto mayor emprendedor con el consumidor final”, afirma.

A esto se suma lo difícil que se les hace a este segmento de la población acceder a un crédito en el sistema financiero ecuatoriano.

No hay entidades (bancarias) que puedan hacer programas de responsabilidad social empresarial enfocados en este segmento del mercado, que no les dará réditos, pero sí les dará la satisfacción de ayudar a la comunidad y que esta se sienta proactiva y rendir dignamente para ganarse su sustento”, señala Aulestia.

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Mejorar el ecosistema financiero para apalancar el “talento sénior” debe ser una gran meta para Ecuador y toda América Latina, dice Rafael Puyol, residente de la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR) y exrector de la Universidad Complutense de Madrid.

Indica que actualmente en Latinoamérica no se le da el verdadero valor que tiene el conocimiento adquirido por las personas mayores de 55 años, ya que sus poblaciones todavía son jóvenes, pero eso cambiará a mediano y largo plazo como se lo está viendo en Europa.

De hecho, las proyecciones del MIES indican que el 20 % de la población total de Ecuador será mayor de 65 años en 2030.

La disminución de las tasas de natalidad va a determinar que haya menos jóvenes en el mercado laboral y que los trabajadores mayores aumenten de una manera muy significativa. Por esto es importante promocionar el talento sénior, el trabajo, el emprendimiento de los mayores”, afirma.

Concuerda con Aulestia y sostiene que es necesario que las instituciones financieras se convenzan de los atributos que tienen los trabajadores mayores para conseguir que sus emprendimientos sean exitosos.

“Deben de tomar en cuenta que tienen mayores conocimientos, mayor experiencia y una capacidad para relacionarse más alta que los jóvenes. La tasa de éxito de los emprendedores mayores es superior a la de los jóvenes”, asevera.

Entonces, ¿cómo emprender en la tercera edad?

La capacitación y el manejo de herramientas digitales es clave, en especial, en un escenario pospandemia, dice Aulestia.

“Muchos de los ancianitos que tratamos de ayudar en el norte de Quito para que apalanquen sus emprendimientos en medio de la pandemia no sabían manejar redes sociales”, cuenta.

El manejo de redes sociales para potencializar los emprendimientos y sus productos ya es una obligación para los adultos mayores. Además, deben tener acceso a internet y un teléfono inteligente.

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Sin embargo, apenas el 7,8 % del total de adultos mayores utiliza una computadora. En el país el teléfono móvil es más utilizado que las computadoras en este grupo etario. El 47 % de este segmento tenía un celular activado antes de la pandemia; de este, el 18,9 % tenía un teléfono inteligente.

Los emprendimientos de adultos mayores se enfocaban más en manualidades en Ecuador, pero por las importaciones desde China esto ha cambiado. Foto: Archivo

Por otro lado, el porcentaje de personas que usa redes sociales pasados los 65 años también es muy bajo en nuestro país. Los usuarios de Facebook, por ejemplo, mayores de 55 años son apenas el 9 %, según el informe Ecuador Estado Digital.

Con WhatsApp ocurre algo parecido. Sus usuarios son 73,8 % personas entre 25 y 34 años, mientras que solo el 15,5 % de quienes tienen más de 65 años lo utiliza. No manejar estos canales no les permite conectar con las nuevas generaciones.

En la tercera edad se dedican más al tema de manualidades o todo tema que sea oficio, pero actualmente lo están dejando porque ven una competencia desleal de productos que vienen desde China y que las nuevas generaciones ya no le dan un valor a los productos que ellos desarrollan. Los jóvenes se van por otro tipo de tendencias y no quieren dar una mano a quienes se la dieron antes”, dice Aulestia.

Además, añade Puyol, si se da la capacitación correcta, los adultos mayores son perfectamente capaces de manejar las nuevas tecnologías.

Para el tema del financiamiento hay entidades públicas como BanEcuador que tiene una línea especial de créditos para la tercera edad, aunque los montos otorgados no cubren la demanda que actualmente existe. Según la rendición de cuentas de esa entidad, en 2020 se entregaron $ 25,86 millones en créditos a personas mayores de 65 años. Esta cifra fue el 6,51 % del total colocado ese año.

Empresas deben aprovechar el talento sénior

Los cuatro grandes interlocutores del mercado laboral de las sociedades (Estado, gremios sindicales, empresas y empleados) deben generar condiciones óptimas para el buen desempeño de los trabajadores sénior, indica Puyol.

  • El Estado debe propiciar cualquier tipo de iniciativa para empujar el trabajo y el emprendimiento de los mayores.
  • Los gremios sindicales deben cambiar el concepto de que los mayores le quitan el trabajo a los jóvenes.
  • Las empresas deberían mantener más tiempo y en buenas condiciones a los empleados mayores.
  • Los trabajadores mayores tienen que convencerse de seguir laborando, ya que con esperanzas de vida altas jubilarse a los cincuenta y tantos no tiene ningún sentido, indica el catedrático.

El mantenimiento de las plazas de trabajo del talento sénior depende mucho de las políticas que implementen las empresas. Es indispensable, según Puyol, que las compañías se saquen esa idea de que los trabajadores mayores son más caros.

“Existe edadismo, una especie de discriminación de los mayores en el mercado laboral. Se dice que su productividad es más reducida, que no tienen la misma ilusión, que quitan puestos de trabajo a los jóvenes, que no están preparados para el manejo de las nuevas tecnologías, pero todos estos juicios no son exactos”, dice. (I)