La medida que frena que se deteriore el historial crediticio de una persona vence el próximo el 31 de diciembre. Este es el plazo establecido en la Resolución 663-2021-F, emitida el 14 de mayo de este año por la antigua Junta de Política y Regulación Monetaria y Financiera. En el documento se detalla que las deudas pasarán a vencidas recién a los 61 días de falta de pago.

Ante la crisis sanitaria, las obligaciones pasaban al estado de vencidas a los 15, 30 y 60 días, según el segmento de crédito y el tipo de deudor. Con esta norma, un cliente podía atrasarse hasta dos meses en la cancelación de sus obligaciones con entidades financieras sin que se dañe su calificación de riesgo.

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De esta manera, no se degradaba el perfil de riesgo de los clientes y, por consecuencia, no había impedimentos para el acceso a nuevos créditos en un año en el que la pandemia por el COVID-19 continúa y la liquidez de las familias aún sigue baja.

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Rocío Villón perdió su trabajo en junio de este año y por la falta de dinero en ese mes y en julio no pudo cancelar la cuota de $ 200 de un crédito que mantenía vigente en un banco. Para octubre, cuando volvió a encontrar empleo, la mujer de 36 años pudo igualarse en las mensualidades caídas e ingresar los papeles para un nuevo crédito en otra entidad bancaria. “No tuve problemas, me revisaron el buró de crédito no se registraron los retrasos. Pude acceder a un préstamo de $ 10.000″, contó.

Asimismo, le resultó a David Villafuerte, quien luego de no poder cancelar dos meses su crédito en una cooperativa, pudo igualarse y optar por un microcrédito para solventar gastos de salud de su madre que padece cáncer de estómago.

David Castellanos, analista económico, explicó que en este año, además de dar cierto alivio a las personas y empresas para que puedan recuperarse y cuadrar el pago de sus deudas hasta el día 61, también se generó un efecto positivo para la banca. El experto considera que esta medida fue un aliciente para que la cartera de crédito de las entidades financieras se incremente en dos dígitos. Esto sumado a que el indicador de morosidad no se desmejoró.

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De acuerdo con datos de la Asociación de Bancos Privados (Asobanca), a noviembre, se revela que la cartera de crédito de la banca privada alcanzó una cifra récord de $ 33.083 millones. Un crecimiento de 13,4 % frente a noviembre de 2020. Mientras que la morosidad se ubicó en 2,36 %.

Valeria Llerena, directora ejecutiva en la Red de Instituciones Financieras de Desarrollo (RFD), dijo que por parte de las cooperativas se ha hecho lo posible por refinanciar las deudas, reestructurarlas o diferirlas para dar opciones a los clientes. Sin embargo, en algunos casos, señaló que se afectó a las entidades porque no se está recuperando la cartera como tal.

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Llerena dijo que, en el caso puntual de las cooperativas, el beneficio no finaliza este 31 de diciembre, sino que se extiende hasta el 31 de diciembre del 2022. Por lo que, asegura, se seguirá otorgando la holgura para que cumplan con sus obligaciones hasta el día 61 sin afectar su historial.

La relación y el carácter de pago

Los expertos recomiendan tener en cuenta dos factores para mantener una relación financiera sana con las entidades bancarias, luego que se termine la medida que protege la calificación de riesgo.

En primer lugar, señala Castellanos, no se debe de faltar a los compromisos de pago, ni ponerlos en segundo o tercer orden. “Las instituciones saben quiénes están pagando más allá de los días en los que deberían cumplir”.

El experto explicó que los clientes deben de cuidar su carácter de pago, este es un indicador que define a cada persona según como honra su deuda. Es decir, quien cancela cuando debe, cuando le exige el tiempo o cuando el banco ejerce gestión de cobranza.

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“Es un tema de responsabilidad que se debe de ir manejando con cautela, ya que, si se tiene un mal carácter de pago, se puede entorpecer el acceso al crédito en un futuro al definirse como un mal pagador”, explicó Castellanos.

En ese sentido y como segundo elemento por considerar, Javier Velasco Pimentel, gerente general de Aval Buró, dijo que la recomendación puntual para clientes que adeudan a las entidades financieras o, que se atrasan muy a menudo, es plantear unos nuevos términos que estén de acuerdo con su capacidad de pago. Esto puede ser, por ejemplo, cuotas más pequeñas y a más plazo.

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Velasco afirma que es cuestión de retomar las relaciones con los bancos o cooperativas, plantear nuevas condiciones y llegar a nuevos términos crediticios de la operación que se mantiene vigente. “Ese es un tema que el Gobierno no puedo arreglar mediante resolución, sino que queda por parte del cliente”, puntualizó.

La importancia del historial crediticio

El historial crediticio es el registro del cliente de acuerdo a cómo cumple con sus obligaciones con las diferentes entidades financieras. Por ejemplo, cuando una persona accede a un préstamo formal se autoriza a que la información de cómo maneja el cumplimiento de sus compromisos de pago sea compartida por el otorgador de crédito a un buró.

El buró es la entidad que va registrando el cumplimiento de esas obligaciones y luego construye un puntaje o ‘score’ de la persona.

Los puntajes llegan hasta 999 y se agrupan en categorías con letras. El mejor pagador es AAA. (I)