La situación laboral en el país mejoró entre julio y septiembre de este año, a comparación del segundo trimestre. La tasa de empleo adecuado, según las estadísticas oficiales, pasó del 30,9 % al 32,7 % a escala nacional. No obstante, la recuperación de plazas de trabajo formal es más lenta en las mujeres, quienes, además, registran mayor desempleo que los hombres.

Las cifras confirman las brechas de género en Ecuador; las mujeres tienen más problemas para conseguir trabajo y ganan menos que los hombres. Según la encuesta de empleo del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC), en el tercer trimestre del año el índice de empleo adecuado se ubicó en el 35,6 % en los hombres, pero en las mujeres fue del 24,4 %. En cambio, el desempleo en las mujeres llegó al 6,5 %, mientras que en los hombres alcanzó el 4 %.

Angélica Arguello trabajó por dos años como auxiliar de contabilidad en una empresa privada, pero fue despedida en julio del 2020, a consecuencia de la crisis económica derivada de la pandemia. Desde entonces, ha tenido ingresos esporádicos por realizar declaraciones de impuestos a personas naturales. Con ese dinero, y algunos ahorros, durante más de año pudo mantener a su hija de 10 años.

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En septiembre de 2021, después de postular a varios cargos, logró conseguir un empleo temporal en el área contable de una pequeña empresa. Fue contratada para cuatro meses, hasta que finalice el año.

Ha sido muy difícil encontrar algo. Mi trabajo actual será solo por unos meses, pero al menos tengo un sueldo seguro. Me angustia que el próximo año no pueda encontrar un trabajo estable. Las declaraciones (de impuestos) que hago me ayudan, pero no gano mucho porque no tengo muchos clientes, así que estoy viendo qué más puedo hacer”, dice Angélica.

Como ella, otras 63.389 mujeres pudieron acceder a un empleo formal entre el segundo y el tercer trimestre del año. En el caso de los hombres fueron 110.897 quienes lo consiguieron.

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Women Economic Forum 2021 se realizará en Ecuador

La carencia de un trabajo adecuado somete a 2,4 millones de mujeres a realizar actividades informales para generar ingresos, mientras que otras 232.519 están desempleadas. Ana Ortiz, de 29 años, no ha podido ubicarse en un puesto estable desde octubre del año pasado. Ana es diseñadora gráfica y actualmente hace trabajos independientes. Ella espera ingresar a una empresa para afiliarse al Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social (IESS) y así acceder a los servicios médicos, y más adelante solicitar un préstamo quirografario.

Si bien en el país habitan más mujeres que hombres, cuando se habla de la Población Económicamente Activa (PEA) ellos son mayoría con 4,8 millones de personas, en tanto que ellas registran 3,5 millones.

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El INEC define que la PEA está conformada por personas de 15 y más años que trabajan al menos una hora en la semana de referencia para la encuesta de empleo, o aunque no trabajaron, tuvieron trabajo y están disponibles.

En cambio, cuando se trata de la Población Económicamente Inactiva (PEI) -personas de 15 años y más que no trabajan, no buscan empleo y tampoco están disponibles para trabajar-, las mujeres rebasan por mucho a los hombres. La diferencia es de 1,6 millones de personas.

En la PEI se encuentran personas jubiladas, que se dedican a labores domésticas y de cuidado sin recibir remuneración (amas de casa), estudiantes y gente que desistió de buscar un empleo.

Para Alexandra Moncada, directora de la organización Care en Ecuador, la desventaja de la mujer en el mercado laboral responde, principalmente, al aumento de la pobreza. Por el incremento del empleo informal, que afecta al 50 % de toda la población ocupada del país. Además, por la pandemia las mujeres asumieron más tareas de cuidado, debido a la cuarentena y a cierres de servicios de atención -guarderías, centros asistenciales- por recortes presupuestarios en el sector público y en el privado.

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También se han deteriorado las condiciones laborales de las trabajadoras remuneradas del hogar (empleadas domésticas), que en algunos casos tuvieron que continuar prestando sus servicios, pero sin tener un contrato, dice Moncada basada en denuncias recogidas por la organización.

Añade que persisten aspectos culturales que limitan las contrataciones de mujeres en las empresas privadas. Todavía existen inequidades, discriminación y violencia de género, por parte de empleadores que tiene prejuicios contra las mujeres y su aporte a los negocios.

Mujeres en pandemia: 48 % perdió su trabajo, 18 % tuvo que renunciar y ahora dependen económicamente de la pareja

Otra desventaja es la brecha salarial. Hasta septiembre pasado, el ingreso promedio de un hombre con empleo fue de $ 327,6 y en una mujer fue de $ 279,1, según el INEC.

Gabriela Borja, la primera mujer presidenta de la Cámara de la Pequeña y Mediana Empresa de Pichincha (Capeipi), destaca que las mujeres aumentan la competitividad y el rendimiento de las empresas. La equidad de género es un beneficio y ayudará a acelerar la reactivación económica, agrega.

La empresaria enfatiza que se deben promover mecanismos que incentiven el aumento del empleo adecuado, no exigir a las compañías que incorporen a mujeres únicamente para cumplir con una ley.

La Capeipi empezó a promover entre sus empresas agremiadas que se contrate a mujeres que han sido víctimas de violencia y se encuentren en situación de vulnerabilidad, ya que sus condiciones económicas son más complejas. La Cámara genera alrededor de 36.000 empleos directos, de los cuales el 47 % es mujer.

Una ley para incentivar la contratación de mujeres y la corresponsabilidad parental

El pasado 19 de octubre, la Comisión de Desarrollo Económico de la Asamblea avocó conocimiento del proyecto de Ley Orgánica para impulsar el trabajo de la Mujer, igualdad de oportunidades y la Economía Violeta. La propuesta se construyó con varias organizaciones sociales y fue presenta por el Gobierno de Lenín Moreno en abril pasado.

En el proyecto de ley se plantea un incentivo tributario para las empresas que creen nuevas plazas de empleo dirigidas a mujeres. Los empleadores podrán deducir impuestos hasta el 150 % adicional de las remuneraciones y beneficios sociales, en función del tiempo de permanencia de la trabajadora .

Por otra parte, se propone que el tiempo de las licencias remuneradas por el nacimiento de un hijo y por el período de lactancia también puedan ser compartidos con el padre. En otros aspectos, la ley aborda la igualdad de remuneración, lucha contra la discriminación laboral, impulse la formación y capacitación.

Desempleo en Ecuador: 6,2 % en septiembre del 2020; 4,9 % en septiembre del 2021

El próximo 17 de noviembre, la Comisión de Desarrollo Económico empezará el análisis del proyecto de ley, para lo cual invitará a representantes de la sociedad civil que puedan aportar ideas, informó la asambleísta Wilma Andrade (ID), vicepresidenta de la mesa. La legisladora calificó a los beneficios para las empresas como un imán para incrementar la presencia de mujeres en más actividades económicas. Se prevé que la aprobación de la norma se concrete el próximo año.

María José Zambrano, vocera de la Organización y Promoción de la Economía Violeta (OPEV), sostiene que el hecho de que la pérdida de puestos de trabajo sea mucho mayor para las mujeres no solo impacta los avances en igualdad de género, sino que también reduce la capacidad de las familias para compensar la pérdida de ingresos, produciendo una recesión más profunda y persistente.

La OPEV elaboró un estudio que concluye que durante la pandemia el 66 % de mujeres perdió su trabajo; de ese porcentaje, el 73% depende económicamente de sus parejas. La organización enfatiza que la aprobación de la ley es crucial para hacer frente a la realidad de las mujeres.

Cecilia Mena, integrante de la Red de Economía Violeta y presidenta de la Acción Ciudadana por la Democracia (ACD), participó en la elaboración del proyecto. A su criterio, la Asamblea debe dar prioridad al tema, con el fin de acelerar su puesta en vigencia. Además, de forma complementaria, el Gobierno debe crear mecanismos que amplíen el acceso de las mujeres al crédito en instituciones financieras.

Para Mena, el mayor aporte de la Ley de Economía Violeta es que al momento de flexibilizar las licencias de maternidad y paternidad, así como otorgar un estímulo tributario, se combate a la idea de que las mujeres representan mayores costos económicos para los negocios. (I)