En 2011, el título de la Superliga china fue ganado por primera vez por el equipo de la ciudad de Guangzhou. Solo un año antes, Evergrande había comprado el club. Financiado por el gigante inmobiliario, Guangzhou ganó en los ocho años siguientes siete títulos más en China, así como dos campeonatos asiáticos.

En 2021, sin embargo, Evergrande tiene una deuda de 261 mil millones de euros, y el futuro del club es incierto. Es una historia que refleja el carrusel en el que ha vivido el fútbol chino durante la última década.

Guangzhou gastó mucho en fichajes espectaculares, incluido el del exinternacional brasileño Paulinho y de entrenadores como Marcello Lippi y Luiz Felipe Scolari, ganadores de la Copa del Mundo.

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Otros clubes, financiados por propietarios susceptibles a la influencia del gobierno chino -para el cual el país más poblado del mundo debe convertirse en una potencia futbolística-, siguieron el ejemplo de Guangzhou.

La espiral alcanzó su punto álgido en el mercado de fichajes de invierno de 2016-17 cuando, en cosa de dos meses, la Superliga china se convirtió en la de mayores egresos en el fútbol mundial, gastando un total de 388 millones de euros en jugadores en ese corto lapso.

El hombre más rico de China se volvió el ‘rey de las deudas’

En diciembre de 2016, cuando el Shanghai SIPG pagó al Chelsea de la Premier League inglesa más de 60 millones de euros por el mediocampista brasileño Oscar Antonio Conte, el técnico del equipo londinense advirtió que el gasto voraz desde China era un “peligro para todos los equipos del mundo”. Las ligas europeas establecidas parecían preocupadas por el ascenso de un nuevo y gigante rival.

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Problemas financieros

Conte tenía razón en cuanto a que gastar era un peligro, pero no de la manera que él vislumbró. Desde 2018, las autoridades chinas, alarmadas por las cantidades de dinero que salían del país por concepto de jugadores, clubes y representantes extranjeros, habían intentado restringir el gasto mediante la introducción de impuestos sobre transferencias, así como de topes salariales.

Eso no fue suficiente para detener al grupo minorista Suning, cuyo club Jiangsu FC ganó su primer campeonato en noviembre de 2020, para se disolverse solo tres meses después. Por su parte, el Guangzhou FC no ha dejado de existir, pero sus días de hegemonía como emblema del fútbol chino seguramente han terminado.

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“La relación entre corporaciones y el fútbol es demasiado estrecha y está mal llevada en China”, dijo a DW Simon Chadwick, profesor del Emlyon Business School especializado en economía del deporte.

“El fútbol en China necesita un nuevo acuerdo, uno en el que la federación nacional de fútbol tenga el poder y la autonomía para regular la actividad y las relaciones con organizaciones como Evergrande”.

Fracaso de China en los Mundiales

En 2016, la Asociación China de Fútbol (CFA) anunció planes para convertir a China en una potencia asiática para 2030 y un líder mundial para 2050.

Regresar a la Copa del Mundo, después de una sola aparición en 2002, se considera fundamental para el desarrollo y el orgullo nacional de ese país.

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“Será muy difícil para China clasificarse para la Copa del Mundo de 2022, ya que todavía hay una gran brecha entre China y los mejores equipos asiáticos como Japón, Australia, Irán, Corea y Arabia Saudita”, dijo a DW Ma Dexing, comentarista de fútbol de China.

En septiembre, China perdió ante Japón y Australia en los dos primeros partidos de la ronda final de clasificación para 2022 y llegar a Qatar ya parece una posibilidad remota, a pesar de la extensa preparación.

Semilleros de talento

En el fútbol,no es ningún secreto que la clave para llegar a la cima reside en producir más y mejores jugadores. Hace una década, el Ministerio de Educación y la CFA iniciaron un programa masivo para que los niños aprendieran a jugar fútbol.

A finales de 2019, 27.000 escuelas en China ofrecían educación especial a unos 27 millones de aspirantes a futbolistas, una cifra que se espera que alcance 50.000 escuelas y 50 millones de canteranos en 2025. Se ha construido o renovado unas 40.000 canchas, y miles de entrenadores han recibido formación.

Tom Byer, un experto en desarrollo del fútbol juvenil en Japón, el país cuyo sistema China quería emular, fue llevado a Beijing para ayudar a expandir la educación futbolística tanto para niños como para entrenadores. Él cree que se ha avanzado y que la partida de las famosas estrellas extranjeras no es del todo mala.

“Pero los extranjeros de alto perfil ocupan posiciones clave que los jugadores chinos ya deberían ocupar”, dijo Byer. “Ahora los entrenadores en China dicen que sus mejores jugadores son los más jóvenes, y les están dando más oportunidades”.

Las listas de goleadores de la Superliga china habían estado dominadas en los últimos años por estrellas extranjeras, pero ahora jugadores como Zhang Yuning y Liu Wenjun están haciendo sentir su presencia. Se necesitan más como ellos. Ma predice que pasarán de 10 a 15 años antes de que China comience a producir mejores jugadores de manera constante. (I)