La anunciada llegada del gigante sueco de la moda H&M con sus tiendas a Guayaquil y Quito para finales de este año y otras marcas internacionales que ya aterrizaron en el mercado ecuatoriano con sus tiendas propias en el último trimestre del 2021, generan el interés y preocupación entre expertos y actores de la industria nacional.

Esta actividad genera ventas anuales que superan los $ 1.000 millones y que al cierre del último año muestra señales de una recuperación, lo cual puede estimular la atracción de inversión extranjera directa, señala la consultora Oikonomics.

Parte de la recuperación de esta actividad puede ser vista en el incremento de las importaciones de prendas y complementos de vestir. Según el informe de la consultora, en 2021, Ecuador importó $ 225 millones en prendas de vestir, lo que representó un crecimiento del 39 % frente a 2020.

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A pesar de ello, el monto importado en 2021 no logra igualar a los valores registrados en 2019, presentando una reducción del 10 %. En este mismo año, los principales países encargados de vender prendas de vestir a Ecuador fueron China (31 %), Colombia (26 %), Bangladesh (7 %), Turquía (6 %) y Vietnam (5 %).

Estas cinco naciones proveen el 75 % de las prendas de vestir que se importan en el país.

Andrés Rodríguez, gerente de Oikonomics, indicó que las ventas nacionales de prendas de vestir generaron en 2021 un total de $ 1.084 millones, un valor mayor al registrado en 2020, con un crecimiento anual del 35 %. Las ventas nacionales incluyen las prendas importadas y las producidas por la industrial local, especificó Rodríguez.

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Sin embargo, al igual que en el caso de las importaciones, las cifras de 2021 no superan los valores presentados en el año prepandemia, mostrando un decrecimiento del 17 % frente a 2019.

Respecto a la composición de las ventas de prendas de vestir, el 57 % son ventas al por menor, las cuales se realizan en establecimientos especializados (tiendas de ropa), puestos de venta y mercados. Mientras que, el porcentaje restante está compuesto por las ventas al por mayor, en las que se incluye la comercialización de ropa deportiva, accesorios de vestir, prendas de cuero y piel.

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Más del 80 % de las empresas dedicadas a las actividades de venta al por menor y mayor de prendas de vestir están ubicadas en Guayaquil, Quito y Cuenca.

El anuncio de la llegada de H&M a Ecuador generó expectativas de que los precios que maneje la marca sean similares a mercados como el de Estados Unidos y Europa, y también preocupación por efectos en la industria textilera nacional.

Al respecto, Javier Díaz, presidente de la Asociación de Industrias Textiles del Ecuador (AITE), indicó que el crecimiento de las importaciones de ropa al país afecta a la industria nacional, pero no están en contra de ellas. “Al contrario, bienvenida siempre la competencia cuando es legal. El problema real, lo que impacta negativamente a nuestra industria, es la altísima presencia de informalidad en el mercado de ventas de textiles y sus confecciones, tanto de aquellos que se dedican al contrabando, como también de productores que incumplen las leyes ecuatorianas”.

No obstante, reveló que lo que ya siente la industria nacional con la llegada de marcas internacionales es que se pierde espacio en los centros comerciales, lugar donde compiten las marcas locales, y que según Díaz están siendo desplazadas.

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“Los propietarios de los malls privilegian la entrada de dichas marcas en desmedro de las locales”, sostuvo el dirigente, quien añadió que otra preocupación es el impacto que puede tener en el retail ecuatoriano que se provee de productores ecuatorianos, pues estos grandes comercios minoristas podrían sustituir el suministro ecuatoriano por importado para bajar sus costos y poder competir con estas marcas internacionales que generalmente ingresan con precios bastante bajos.

“Todos tienen sus estrategias de precios, el asunto desde una óptica de competencia es que la demanda no crece al mismo ritmo que la oferta, entonces terminará pasando que habrá menos espacio para los oferentes actuales”, explicó el dirigente, quien estima que la presencia de producto de origen nacional ha ido perdiendo espacio en los últimos 20 años, lo que hace presumir que en la actualidad no llega a superar el 50 % de participación en el mercado local.

El analista económico Jorge Calderón señaló que el establecimiento de precios en el caso de las marcas extranjeras no solo se trata del costo de traer o elaborar la prenda, sino también las cargas impositivas con las que se pueden encontrar en los mercados a los que ingresan.

“Tenemos el costo de producción, los costos de importación, tasas e impuestos que pueden existir. En España esa marca (H&M), por ejemplo, maneja en euros el coste y el tipo de cambio podría beneficiarle en algunos momentos y otros no”, explicó.

Sobre la competencia, coincidió con Díaz al señalar que lo importante es que se dé en las condiciones adecuadas, es decir, que no haya contrabando y que se paguen las tasas que están reguladas adecuadamente para su ingreso.

Calderón cree que el ingreso de estas nuevas marcas al mercado ayudará a la empresa ecuatoriana a mejorar su producción y buscar innovar para evitar desaparecer.

Sin embargo, la industria local viene perdiendo plazas de empleos desde mucho antes del ingreso de marcas foráneas.

Según Díaz, la industria generaba más de 170.000 plazas a nivel nacional en 2019, pero la pandemia destruyó miles de puestos de trabajo, lo que provocó que al final del 2021 cierren con cerca de 130.000 personas directamente vinculadas a la industria, de las cuales más del 70 % son mujeres.

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No obstante, aseguró que el deterioro del empleo en el sector se profundizó desde el 2016, cuando contaban con alrededor de 200.000 personas vinculadas a la actividad.

“Este daño definitivamente está vinculado al incremento de importaciones de ropa subdeclarada de origen especialmente chino”, aseguró el presidente de la AITE, quien señaló que actualmente la industria textil y confección nacional tiene registradas cerca de 500 empresas en la Superintendencia de Compañías.

A esto se deben sumar los actores calificados como artesanos o de la economía popular y solidaria, que según sus representantes rondan los 3.000. (I)