El primer caso del nuevo coronavirus se reportó en China en diciembre de 2019, oficialmente, para luego dar paso a una pandemia que aún en el primer trimestre de 2021 causa miles de muertes diarias mientras las vacunas creadas tienen una producción pequeña que no alcanza para suplir la gigantesca demanda.

En este contexto, en el que también hay millones de personas que han superado el COVID-19, nace la pregunta sobre la diferencia de inmunidad por enfermedad o por vacunación.

Esto, debido a que para parar la pandemia, según expertos, se necesitaría una inmunidad colectiva de más de 80% de la población. Sin embargo, la aparición de nuevas variantes más contagiosas podrían evitar que eso suceda en el corto plazo.

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Al comienzo de la pandemia los expertos decían que se necesitaba que al menos un 70% de la población desarrollará inmunidad al virus o se hayan vacunado, pero ese número ahora parece bajo y debería ser de entre 80 y 85% si una cepa más transmisible se vuelve dominante, según Jay Butler, subdirector de enfermedades infecciosas de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de los Estados Unidos.

Una clave en esto es que las vacunas puedan mantener su eficacia ante las diferentes variantes. Por ello, preocupa que dos estudios preliminares indicaran que la variante sudafricana y la brasileña podrían evadir la inmunidad de personas que ya hayan sido vacunadas o que tuvieron coronavirus.

Por otra parte también hay optimismo en que las vacunas de Pfizer y Moderna, que usan tecnología ARNm puedan generar niveles altos de anticuerpos y puedan enfrentar estas nuevas variantes. Además hay más laboratorios como Curevac que también están desarrollando este tipo de vacunas.

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Expertos han mencionado que la rápida expansión del coronavirus lo hace peligroso porque cada infección en una persona es una oportunidad para que el virus mute al azar. Así lo mencionó Michael Mina, epidemiólogo de Harvard, al diario Los Angeles Times.

Por ejemplo, la variante sudafricana y la brasileña comparten dos mutaciones que provocan cambios en la proteína S que el virus utiliza para entrar en las células. Eso también puede provocar que los anticuerpos no se acoplen bien al virus para detener su reproducción.

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Cristina Freuler, médica infectóloga y jefa del Departamento de Medicina Interna del Hospital Alemán de Buenos Aires (Argentina), dijo al portal de noticias Infobae que "si en una mutación desaparece en el virus la proteína contra la que está dirigida el anticuerpo, por supuesto que ese anticuerpo dejará de tener efecto sobre el virus". Añadió que hay varias hipótesis de lo que podría lograr los anticuerpos creados por la vacuna o por haber tenido la enfermedad, pero aún hay que seguir estudiando.

En tanto, Laura Palermo, viróloga y profesora de la Universidad Hunter de Nueva York, explicó que si una mutación es muy diferente a la original, una persona que ya tuvo el virus podría volver a enfermarse, las vacunas desarrolladas para la versión original del virus también podrían perder su efectividad.

"Los virus tienen la capacidad de mutar rápidamente, especialmente aquellos cuyo genoma está compuesto de ARN, y el nuevo coronavirus es un ejemplo perfecto de esto. Si bien las mutaciones ocurren al azar, se seleccionan positivamente aquellas variantes virales cuyas mutaciones le confieren a ese virus algún valor adaptativo", dice Palermo, quien añade que la solución sería que se analicen los cambios en las nuevas cepas para rediseñar las vacunas, además de que la población debe seguir usando mascarillas y acatar las medidas recomendadas para evitar contagios.

Incluso Albert Bourla, consejero delegado de Pfizer, ha mencionado que mientras más variantes aparezcan la vacuna de la empresa podría no ser eficaz, pero que es algo que todavía no pasa.

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Aunque expertos también dicen que si aparecen mutaciones que evadan las vacunas eso no provocará que toda la inmunidad adquirida hasta ese momento en la población se venga abajo, puesto que habría escalas de inmunidad. En ese escenario sería necesario volver a vacunar, sobre todo a los grupos más vulnerables. Algo similar ya ocurre con el virus de la gripe actualmente, ya que hay vacunas que sirven para tres cepas. Pero aún es muy pronto para decir qué se va a hacer.

Algo que también podría ayudar, según Alessandro Sette, inmunólogo del Instituto de Inmunología de La Jolla, es que investigaciones han visto que los anticuerpos desarrollados en los que ya tuvieron el virus los han mantenido de manera sólida hasta por ocho meses.

Sette dijo al diario The Washington Post que en resultados preliminares se ha visto que la respuesta inmune está medida por células T que no se verían afectadas por las variantes que se han encontrado hasta ahora. Además de que esta protección se da tanto por vacunación como por infección.

Anthony Fauci, director del Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas de EE. UU., ya ha mencionado que se debe seguir de cerca los cambios en el coronavirus por este motivo y acelerar la vacunación actual antes que surjan más mutaciones, pues podría aparecer alguna que sea más peligrosa. (I)