A Xavier Hervas, de 48 años, le encantan TikTok, Twitter e Instagram. Así como produce sus videos para la campaña, asegura que él mismo contesta los mensajes, porque “es una manera de democracia participativa”. ¿De dónde salió su candidatura, siendo un desconocido? Siempre cuenta en sus entrevistas que un día un amigo suyo, con el que solía discutir de política, lo llamó y le dijo “Oye, en la Izquierda Democrática (ID) están buscando candidato para presidente”. Un día antes de las primarias, Hervas se reunió con la directiva del partido, vía Zoom, de 14:00 a 17:00, y en la noche su nombre estaba listo para ir a la papeleta.

¿De dónde salió el interés de ser candidato?
Cuando estudiaba Ingeniería de Producción Agroindustrial en la Universidad de la Sabana, Colombia, fui elegido presidente de las facultades de Ingeniería. Eso fue un momento revelador: me permitió sentir la diferencia entre ser espectador o actor.

¿Y, aquí, cómo fue la postulación?
No puedo describir una lógica, porque fue un proceso extremadamente rápido. Un día, conversando con un amigo, me preguntó si seguía interesado en la política y le dije que sí, que el país está cada vez peor, que cómo hago para crear un partido. Él me dijo: “Mira, necesitas 400.000 firmas, que en realidad deberían ser 800.000, porque a muchas no las van a validar; además, calcula de 1 a 3 dólares por cada firma. O sea, más de 2 millones”. Entonces... Pero ese mismo amigo me llamó luego a decirme que la ID estaba buscando candidato. De ahí es que tuvimos la reunión, este Zoom de 14:00 a 17:00.

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¿Y así, directamente, sin experiencia ni carrera política, ser candidato a la Presidencia?
Muchos me dicen que por qué no hice una carrera política, que es lo normal. De repente, concejal, asambleísta, alcalde. Pero el cambio que necesita el país debe venir desde la Presidencia. Lamentablemente, es evidente la pobre gestión, mediocre y corrupta, de los políticos que han gobernado. El pescado se pudre desde la cabeza.

¿Cómo llega un candidato desconocido al votante común?
No soy ingenuo ni le huyo a los retos. No puedo asegurar que vaya a ser el próximo presidente, pero sí que de mi parte no va a faltar ningún esfuerzo ni sacrificio. La mayoría no se ha decidido y está cansada de tanto político tradicional.

¿De aquí empieza una carrera política?
Primero hay que llegar al puente y luego cruzar el río. No puedo adelantarme al futuro.

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¿Cómo se siente en un partido tradicional, cuestionado en sus propias filas, por ejemplo, por el silencio de Rodrigo Borja durante los abusos del correísmo, la negativa de Paco Moncayo para debatir en las elecciones seccionales, las alianzas sin consenso en las provincias o su evidente cercanía al gobierno de Lenín Moreno?
Empecemos por que nadie puede ser candidato a ningún cargo si no es auspiciado por un partido. Segundo, yo no puedo justificar las acciones de la ID ni de ninguno de sus militantes. De hecho, yo no soy militante. Soy nuevo y me atacan mucho por el partido, pero sí puedo decir que comulgo plenamente con su filosofía de centroizquierda, de justicia social con libertad.

Su propuesta hace énfasis en la reactivación económica.
La actividad privada necesita de un Gobierno que marque la cancha y sea un justo juez, que permita el acceso al crédito, a infraestructura y a mercados. Son los tres pilares de nuestra propuesta. ¿Cómo puede ser que la Junta Monetaria, que la pone el presidente, apruebe una tasa de 28,3 % para el microcrédito? En una economía dolarizada debe haber un techo no mayor al 15 %.

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La idea de un techo no le va a gustar a la banca.
Si la banca cierra la llave, se debe tener una banca de desarrollo. Por eso, el presidente Moreno debe parar la venta del Banco del Pacífico, que, al ser convertido en banca pública, coloque créditos al 6 % a 15 años plazo. En el acceso a infraestructura, no se trata de decir “es que no hay presupuesto”, sino de hacer alianzas público-privadas que funcionen. Y en el acceso a mercados, tenemos que potencializar las exportaciones.

¿Y en lo social?
Tenemos que involucrarnos en educación, salud, seguridad. En pleno siglo XXI, en Ecuador, tres de cada diez niños sufren desnutrición crónica, y cinco de cada diez en el sector indígena... Por eso necesitamos gente nueva que se indigne.

Usted ha dicho que es una campaña asimétrica.
Es asimétrica por el presupuesto. Uno no sabe cómo, pero otras tienen millones. También está el tiempo, de solo 37 días de campaña. En esas condiciones, ¿cómo me doy a conocer? Yo mismo respondo el Twitter, el Instagram, el TikTok. A veces no alcanzo, pero es importante que el gobernante conozca lo que la ciudadanía está hablando. Las redes nos permiten eso, es democracia participativa.

Expertos señalan que la realidad de las redes no es la misma que la de las calles y que desubica a los políticos.
Para los que no manejamos troles, esa es la conversación del ciudadano. Las redes sociales son lo que los estrategas llaman la “campaña de aire”; pero nosotros también hacemos “campaña de tierra”, recorremos el país y establecemos contacto con la gente.

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Ecuador es presa de la pandemia, las cuentas fiscales están en rojo, hay polarización política, corrupción a todo nivel... En esas circunstancias, ¿para qué llegar al poder?
Podríamos estar peor, y eso es, precisamente, lo que yo no quiero que suceda. Si pensamos que estamos mal, siempre podríamos estar peor. Y un país tan rico como el Ecuador no merece pasar por estas crisis. Ya hemos recibido suficiente circo de los políticos tradicionales. Se necesita gente nueva y liderazgo en valores.

Algo más...

¿Quiénes están en su círculo más cercano?
Es un equipo propio, puesto que yo no tengo militancia partidista. Por ejemplo, tengo a Mateo Zúñiga, en lo político, y a Gilda Figueroa, en comunicación.

¿Cómo financia su campaña electoral?
En este momento unos pocos amigos están aportando; en realidad, no es una campaña de millones.

Autodefinición ideológica
Soy de centroizquierda y soy un feminista, en el sentido de que a las mujeres las incorporemos a la sociedad.

¿Cuál ha sido el mejor presidente del Ecuador?
No quisiera irme por una línea ideológica, pero Rodrigo Borja puede caminar libremente, sin seguridad, por las calles del país. (I)