Durante la pandemia por COVID-19 se ubicó a las personas con obesidad dentro los grupos de riesgo para la enfermedad, es decir, quienes tienen una mayor posibilidades de morir luego de ser infectados por el virus.

De hecho, una publicación del British Medical Journal (BMJ) sugiere que existe evidencia creciente que indica que la obesidad es un factor de riesgo independiente para enfermedades graves y muerte por COVID-19.

Según la OMS, la obesidad es una enfermedad, una alteración o desviación del estado fisiológico en el cuerpo. La obesidad cumple con todas estas características y además particularmente ha sido evidenciada su condición inflamatoria, a partir del aumento de un tejido adiposo disfuncional.

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Este tejido adiposo podría sobreexpresar el receptor de la enzima convertidora de la angiotensina, implicado en la invasión intracelular del virus.

En el Reino Unido, una investigación que incluyó a 428.225 participantes -340 ingresados en el hospital con coronavirus confirmado, 44% de los cuales tenían sobrepeso y 34% obesos, se demostró una relación dosis-respuesta entre el exceso de peso y la gravedad de la enfermedad desarrollada.

De cara a la posible llegada de una vacuna contra el nuevo coronavirus son muchos los interrogantes de qué personas recibirán las primeras dosis de la fórmula. Se ha considerado que las personas con obesidad deberían recibir las primeras dosis.

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La obesidad disminuye la función pulmonar a través de una mayor resistencia en las vías respiratorias y una mayor dificultad para expandir los pulmones. Cuando los pacientes con obesidad necesitan ser ingresados en unidades de cuidados intensivos, es un desafío mejorar sus niveles de saturación de oxígeno y ventilarlos.

En este contexto, la OMS está creando directrices para la distribución ética de vacunas contra el COVID-19. Según Soumya Swaminathan, la experta de la OMS, la prioridad serán los que están en primera línea de riesgo, como médicos y policías, así como los más vulnerables a la enfermedad, que son ancianos y diabéticos, a lo que se añade las personas expuestas en zonas de alta transmisión como barrios marginales. (I)