El embarazo en niñas y adolescentes tiene consecuencias económicas y sociales no solo para las madres, sino también para sus familias y países. Muchas adolescentes que quedan embarazadas se ven obligadas a dejar la escuela y cambiar sus objetivos de vida.

Una adolescente con escasa educación tiene menos capacidades, habilidades y oportunidades para insertarse al mercado laboral.

Es por esto que la metodología Milena, aplicada en un informe elaborado por el Fondo de Naciones Unidas para la Población (UNFPA) y la Unicef, ha estimado las diferencias en los niveles de educación entre mujeres que fueron madres adolescentes (MHA) y aquellas que decidieron postergar su maternidad a la vida adulta, y calcula cómo estas se traducen en el mercado laboral.

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El estudio concluye que cuanto menor sea el nivel de educación completado, más bajo es el salario anual que las mujeres perciben.

En Ecuador, mientras las mujeres con nivel de secundaria tienen un ingreso promedio de $ 3.233 anuales, el ingreso de las féminas que completan el nivel de educación superior técnica y superior universitaria asciende a $ 9.002 anuales.

A su vez, las mujeres con posgrado son las que perciben mayores ingresos ($ 16.746 por año) con una media mensual de $ 1.395. Entre las MHA que solo tienen educación secundaria y las mujeres que consiguieron un posgrado y aplazaron la maternidad hay una diferencia del 81 % en ingresos a favor de las últimas.

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Incluso si no se analiza el nivel de educación, las madres que tuvieron su primer hijo en edad adulta percibieron un ingreso de $ 5.189 anuales, mientras que las MHA tuvieron un ingreso de $ 4.015 promedio, es decir, 23 % menos.

En cuanto al nivel educativo de las MHA, el 52,3 % de ellas no tiene educación formal o tiene educación básica incompleta, el 34,7 % completó la educación básica, el 5,5 % tiene educación media completa, el 7,2 % ha accedido a la educación superior técnica o universitaria y únicamente el 0,3 % completó un posgrado.

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En lo relacionado con desempleo también hay diferencias. Las MHA están casi dos veces más afectadas que quienes fueron madres en edad adulta.

Si las mujeres se quedan embarazadas en la adolescencia, esto limita mucho sus posibilidades al mercado laboral. Esto también conlleva a aumentar los índices de pobreza en el país”, dice Joaquín González, jefe de la oficina de Unicef en Ecuador.

Detalla que el costo de estos embarazos ($ 270 millones anuales) también los asume el Estado. $ 187 millones están relacionados con el costo de oportunidad en la actividad productiva, es decir, inactividad laboral, brecha de ingresos y desempleo. Los otros $ 83 millones son del costo de las atenciones realizadas durante y luego del embarazo.

El informe también indica que el Estado ecuatoriano deja de percibir $ 9,6 millones por concepto de los impuesto a la renta y al valor agregado, ya que las MHA no consumen o tributan al mismo nivel de las mujeres que pospusieron la maternidad y tienen estudios superiores.

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Por eso nosotros llamamos a la prevención. Estos $ 270 millones los podríamos ahorrar si invirtiéramos $ 10 o 15 millones anuales para prevenir el embarazo adolescente, tener una educación sexual fácil, amigable e integral”, dice González. (I)