La condena de la mayor parte de la fauna silvestre rescatada del tráfico de especies es vivir en cautiverio en varios de los centros establecidos en el país.

De ahí que la noticia de la liberación de 93 ejemplares pertenecientes a 9 especies en la Reserva de Producción de Fauna Cuyabeno, en la provincia oriental de Sucumbíos, es positiva para el país.

770 animales al año son retenidos vivos víctimas del tráfico de fauna

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Se trata de caimanes, tortugas, boas y un oso perezoso rescatados por funcionarios del Ministerio del Ambiente y Agua con el apoyo de la Policía Nacional para frenar el tráfico y la tenencia ilegal de fauna en la provincia de Sucumbíos.

Hay especies que son casi imposibles de reinsertar a su hábitat porque ya tienen impronta, el término técnico que significa que el ejemplar es dependiente del ser humano, por lo que al ser liberado lo buscará y será presa fácil de las redes del tráfico de animales.

Las especies soltadas en el Cuyabeno son más fáciles de reinsertar, dice Jorge Flores, director del Centro de Rescate Yanacocha en Pastaza, porque en el caso de los perezosos por lo general son encontrados en las carreteras tras la destrucción de su hábitat y sus instintos salvajes están intactos.

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“No pasa con loros, felinos y tortugas capturadas desde muy pequeños, por lo que han perdido todas sus habilidades de reconocer depredadores, de buscar comida”, dice.

Varios funcionario del Ministerio del Ambiente y Agua cargaron a una boa para ser liberada en la Reserva de Producción de Fauna Cuyabeno. Foto: Cortesía Ministerio del Ambiente y Agua

La base fundamental, agrega, para determinar que un espécimen puede ser liberado es que tenga temor al ser humano. Luego vienen los exámenes médicos para detectar enfermedades, bacterias o virus que puedan causar daño a las poblaciones silvestres de la zona donde serán soltadas.

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La reinserción es compleja. El 95 % de la fauna silvestre rescatada no puede regresar a su hábitat, dice Flores desde su experiencia.

Hay osos que son territoriales, indica, por lo que al ver un ejemplar foráneo pues lo atacan.

Los monos viven en grupos, por lo que tienen que ser liberados de esa forma.

Como las tortugas comen algas, insectos y peces hay que buscar lugares donde este tipo de alimentos abunde para que puedan sobrevivir y así se adapten rápido. Las boas no sobreviven en cautiverio, por lo que las que son reinsertadas por lo general fueron recién capturadas de la naturaleza. Aquello facilita la reinserción.

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Las liberaciones en el Cuyabeno son exitosas porque están dentro de un área protegida, dice Flores. El problema está en las zonas de amortiguamiento donde hay explotación petrolera, minera y tala para la extensión de sembríos y pastizales en el caso de las que están en el Oriente del país.

Que Cuyabeno sea un bosque inundable ayuda en su conservación

El río Cuyabeno da el nombre a la reserva que cumplió 41 años. Foto: Cortesía del Ministerio del Ambiente y Agua

El aislamiento al ser un humedal cubierto por agua en el 60 % al 70 % de su territorio ha implicado que la Reserva de Producción de Fauna Cuyabeno, en la provincia de Sucumbíos, sea una de las mejores conservadas del Oriente, explica Jéssica Pacheco, oficial del Programa de Bosques y Agua Dulce del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF por sus siglas en inglés) en Ecuador.

“Son varias lagunas, por lo que es un ecosistema lacustre. Al igual que el Parque Nacional Yasuní es un refugio de vida del pleistoceno, es decir, se han acumulado algunas especies (ya que el clima fue estable y propicio para albergar la biodiversidad) y es transfronterizo ya que también se extiende a Colombia y Perú y así con corredores se garantiza la conservación de especies como el jaguar, los delfines, las anacondas, las distintas especies de monos”, cuenta.

El Cuyabeno es una de las áreas protegidas donde es más fácil observar fauna silvestre en un solo día, añade. Hay monos ardilla, aulladores, los micos, el chorongo, coatíes, entre otros. Es una zona reproductiva de peces y alberga también manatíes, caimanes y nutrias.

Son 590 112 hectáreas en las que hay comunidades indígenas con las que se desarrolla el ecoturismo y se limita la caza solo a la subsistencia. (I)