El ecosistema manglar tiene todas las protecciones, desde la constitucional hasta la penal.

La falencia está en el control. En 2001 se propuso el uso de herramientas satelitales para la vigilancia.

Se contrató a SGS, una certificadora francesa que ganó el concurso público, pero los que hacían el control forestal en ese entonces demandaron la inconstitucionalidad y tiraron abajo el proceso.

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Han pasado casi 20 años y el tiempo dio la razón de que no se puede tener un control efectivo sin esta ayuda tecnológica, pero también se necesita el recurso humano y económico para acudir de inmediato a la zona talada.

La gestión ambiental está fraccionada. En cuatro años han pasado seis ministros del Ambiente, lo que no es normal, y hasta la semana pasada no había coordinador jurídico en la entidad. Podemos tener todas las normas posibles, una Constitución que ayuda si se quiere aplicar, pero hace falta quien practique estas herramientas. No hay personal.

Los manglares son la guardería de la biodiversidad. A él llegan todas las especies, incluso los tiburones. Las crías quedan protegidas en sus raíces, entonces son como un laboratorio viviente.

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La identificación y verificación sería inmediata con alertas que pueden colocarse sobretodo en las áreas protegidas.

El manglar que no está en áreas protegidas pues si tiene amparo legal ya que al tener esa protección singular no requiere de una conjunta.

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Se puede hacer cumplir la norma con el control digital, pero es la combinación con el aporte humano y la facilidad de moverse hacia los sitios lo que hará la diferencia. (O)