Tienen más oportunidades de trabajo, ganan más, no enfrentan limitaciones para sus carreras. Toda estadística, estudio e idea sobre el mercado laboral para los hombres los mantiene en primer lugar también con la pandemia, pero en condiciones adversas. Son los más despedidos sin indemnización. Los que más han muerto: siete de cada diez víctimas del coronavirus son hombres.

La imagen del padre centrado solo en el trabajo no se refleja en lo que pasa dentro de las empresas. Una encuesta de Deloitte a 96 firmas nacionales y multinacionales muestra que hay una flexibilidad laboral para los padres similar a la que tienen las madres: 31 % les da permisos especiales para eventos familiares, 28 % tiene flexibilidad de horarios y 10 % trabaja en casa. Este año por primera vez se consultó eso en la octava edición del estudio Mujeres Ejecutivas 2020.

Y la idea de que no son buenos para hacer las compras también cambió algo en esta cuarentena. Su presencia en los supermercados ahora es un poco más notoria. Antes de la pandemia los hombres que recorrían las perchas representaban el 40 % y ahora subió a casi 43 %, según datos de Tía.

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Antes del COVID-19, la tasa de empleo adecuado de los hombres era de 44,8 % versus el 30,6 % de las mujeres. Y el desempleo los golpeaba menos: 3,3 % frente al 4,6 % de las mujeres. Son datos del Instituto de Estadística y Censos (INEC) al cierre del 2019.

Actualmente son 1 497 961 hombres con contratos y la mitad se desempeña en el agro, ganadería o pesca; se dedican al comercio o reparación de vehículos; están empleados en las industrias manufactureras o en la construcción, detalla el Ministerio del Trabajo.

En febrero eran 2,4 millones de contratos en general, sin distinción de género. Y ahora se cuentan 180 000 despidos y 47 000 nuevos contratos.

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Población masculina y su condición laboral

Las cifras oficiales de la pandemia –disponibles en coronavirusecuador.com– detallan que de las muertas confirmadas por COVID-19 los hombres son mayoría. Del 12 de marzo que empezó la emergencia sanitaria al 27 de mayo a 12 888 trabajadores se les dio por terminado el contrato por fuerza mayor, figura que no contempla indemnización: fueron 7046 hombres y 5842 mujeres, registró la cartera de Trabajo.

  • 66 % víctimas de COVID-19
  • 55 % despedidos sin indemnización
  • 49,5 % de la población total
  • 31 % permisos relacionados a la familia
  • 28 % flexibilidad de horarios
  • 10 % trabajo desde casa
  • 3,3 % desempleo al 2019

Deloitte incluyó en su estudio Mujeres Ejecutivas 2020 la pregunta sobre políticas de flexibilidad laboral que tienen las empresas para los padres ejecutivos. Son datos que abonan a estadísticas del INEC sobre ingresos, subempleo y desempleo por género.

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Nos tocó vivir la enfermedad para poder conocerla

En los momentos que tenía libre llegaba en su auto y se estacionaba cerca de su casa. Desde allí, a la distancia, veía a su esposa y su hija de 7 años. Como no podía acercarse ni abrazarlas, hablaba por teléfono para escuchar sus voces.

A mediados de marzo, cuando el coronavirus se extendía, Luis Yépez, jefe de Neurología del hospital del IESS de Los Ceibos, estaba entre los médicos que lidiaban con decenas de casos. Dejó su casa y con colegas se hospedó en un departamento para evitar contagiar. Llegaban solo a reposar.

Luis Yépez, jefe de Neurología del hospital del IESS de Los Ceibos. Foto: Cortesía.

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Yépez, de 44 años, cuenta que este periodo ha sido uno de los más complejos. Vio a familias enteras que entraban contagiadas. Hubo frustración al principio, dice, pero satisfacción después al ver a pacientes superar la etapa crítica. Él mismo se contagió, aunque con síntomas leves.

“Fue un proceso de aprendizaje, la primera vez que no tenemos que estudiar una enfermedad de un libro, sino vivirla para conocerla”, dice.

Perdí a mi padre, él me enseñó a dar lo mejor

William Cucalón estaba trabajando en el puerto de Contecon cuando recibió una llamada para comunicarle que su padre había fallecido. Eran las 18:00 del 10 de abril. Ya en Guayaquil se vivían días complicados por el COVID-19.

William Cucalón, de 40 años, es operador de grúas en el puerto. Foto: Cortesía.

Este operador de grúas recuerda que su padre estaba angustiado porque gente en su barrio había fallecido. Tal vez, dice, no soportó esa preocupación, se deterioró en una semana y murió de infarto.

Fue lo más doloroso que le tocó vivir a Cucalón, de 40 años, en medio de la pandemia en la que tuvo que laborar. Tras el luto volvió al puerto, pensando en lo que su padre le inculcó: ser responsable y ayudar. Sentía que en esos días se necesita más de su esfuerzo, quizás porque en cada contenedor que movía llegaba algún insumo o producto necesario.

El plan de hoy de Cucalón, padre de una joven de 18 años, es reunirse con sus hermanos. “A él siempre le gustaba mantenernos juntos, unidos, será la forma de recordarlo”.

Hay gestos de abonados que impulsan y satisfacen

Antes de la emergencia, Christian Orozco trabajaba en el tendido de fibra óptica de un proyecto de la zona de Engabao, a una hora de Guayaquil.

La pandemia alteró esas labores y en estos meses pasó a ayudar a dar soporte técnico a los usuarios de la Corporación Nacional de Telecomunicaciones (CNT) en la ciudad. Con un grupo de siete técnicos le tocó recorrer Las Garzas, La Chala y la vía a Daule.

Christian Orozco, de 47 años y tecnólogo, labora en CNT. Foto: Cortesía.

Orozco, padre de dos jóvenes, salía con todas las protecciones para evitar algún riesgo para su familia. Cuenta que en estas jornadas trataban de dar lo mejor debido a que sabían que en las casas, por la cuarentena, necesitan los servicios por trabajo o estudios.

Recuerda que en una de esas reparaciones llegaron a Las Garzas por el llamado de un cliente. Detectaron que la avería afectaba a más clientes. Lo repararon y días después llegó una carta de agradecimiento. Orozco dice que aunque eso es parte de su trabajo, hay gestos que lo impulsan a seguir.

Esta labor es de mucho riesgo, pero llena servir

En los 30 años que lleva laborando en el sector eléctrico, Madinson Ruiz ha afrontado tres episodios fuertes: la muerte de tres compañeros que se electrocutaron, el terremoto del 2016, donde tuvo que prestar ayuda para electrificar Jama y Canoa, y la emergencia sanitaria por el COVID-19.

Madinson Ruiz, de 51 años, labora en la Corporación Nacional de Electricidad. Foto: Cortesía.

Pero este último, dice, ha sido uno de los más difíciles por percibir de cerca los días de mayor angustia en Guayaquil. A él le tocó dar servicio en hospitales, cementerios y conectar los contenedores donde se depositaban los cadáveres.

Este tecnólogo, que en 1990 logró entre 120 aspirantes uno de los 15 cupos que se abrieron para contratar a auxiliares de línea en la eléctrica, señala que fue doloroso ver cómo la pandemia golpeaba a la ciudad.
Padre de dos jóvenes de 20 y 27 años, Ruiz indica que aunque esta profesión es de un alto riesgo siente que con su trabajo realiza un aporte a la ciudad, al país, en especial en los momentos difíciles como este de la pandemia.

Se trabajó duro en la calle durante emergencia

La rutina de Mauricio Delgado al regresar a su casa era rigurosa. Se desinfectaba el calzado y se bañaba con agua caliente antes de tener contacto con su familia. Como obrero de Interagua tuvo que estar en las calles en esta emergencia sanitaria para que el servicio de distribución de agua continúe.

Al inicio, dice, fue duro trabajar en esta situación, principalmente al ver que esta ciudad de mucho movimiento se quedaba desolada, con la gente refugiada en sus casas, mientras los casos crecían.

Mauricio Delgado tiene 31 años, de los cuales 8 ha trabajado en Interagua. Foto: Cortesía.

Este padre de un niño de 10 años señala que había temor a contagiarse pese a todas las medidas de protección, pero el deber de proporcionar este servicio esencial para la gente lo animaba a continuar. “Se dio lo mejor, se trabajó duro”, dice.

Él afirma que por su labor en Interagua conoce casi todos los sectores de Guayaquil, a la que ha recorrido los últimos ocho años revisando la presión, cerrando válvulas cuando se registra algún daño o controles de cloro. (I)