El COVID-19 también deja muertes indirectas, como la de un joven en situación de calle que falleció por una sobredosis de droga en medio de la cuarentena.

Él se dedicó a remover los cadáveres acumulados en los hospitales que atienden a las personas con coronavirus o a realizar trámites, por lo que en su momento se obtenía hasta $50, cuenta Julieta Sagnay, directora del plan municipal Por un Futuro sin Drogas de Guayaquil, dinero que se gastaba en el consumo de la hache, mezcla de heroína y otras sustancias.

Dos fotos lo muestran: un chico trigueño, de delgadez moderada y de unos 30 años que pernoctaba bajo un paso a desnivel de Guayaquil, donde solía vivir sobre cartones apiñados. La otra imagen deja ver su paso por un centro de acogida para personas que están en la indigencia.

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Su historia habla del impacto de una pandemia que llevó a las personas con problemas de adicción al confinamiento en sus hogares, que el ahora fallecido no pudo cumplir. Pero sí los 459 que ingresaron al plan municipal y empezaron la terapia en línea desde casa.

Sagnay afirma que solo el 20 de marzo, justo el último día de atención presencial, hubo un récord con más de 200 pacientes que se aglomeraron para ir a recuperación: “Tomaron la decisión porque sabían que iban a estar encerrados o creyeron que la droga se iba a poner cara y querían la medicación para enfrentar la abstinencia que por la heroína incluye tres síntomas básicos: insomnio, malestar y ansiedad, de lo contrario tienen que consumir mínimo 5 gramos diarios”.

De los 459 nuevos y los 2500 que estaban en recuperación se dio una recaída en diez entre marzo y mayo últimos.

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Pero el número va en aumento porque con una mayor movilidad pueden acceder más fácilmente a las dosis de hache, que se venden desde 50 centavos, y algunos quedaron desempleados o perdieron a sus familiares, lo que los deja vulnerables. “Las recaídas pueden ser fatales”, advierte Sagnay.

La desesperación por conseguir la dosis los hace robar, prostituirse o volverse vendedores de droga. Fue el caso en su momento de Charles y Renzo (nombres protegidos), de 31 y 24 años, en su orden. Ambos empezaron el consumo en la adolescencia. El primero con cocaína para derivar en hache, que enganchó al más joven.

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“Viví cosas malas, desde mendigar al traficante, lavarle la ropa, limpiarle la casa y hacerle los mandados hasta robarle a mis hermanos y tener relaciones con homosexuales a cambio de dinero”, dice Charles, quien al igual que Renzo es parte del plan municipal y no ha vuelto a consumir desde hace dos años.

Hubo periodos en los que dormía en la calle, donde caía la noche.

El consumo de drogas varía según el grupo de edades, dice Alejandro Valdevila, jefe de la Unidad de Conductas Adictivas del Instituto de Neurociencias de Guayaquil: “Del 2 % al 15 % de la población ecuatoriana que tiene entre 15 y 40 años se ha puesto en contacto con alguna droga y un por ciento nada despreciable de ellos hace una enfermedad, es decir, en ellos se genera un trastorno adictivo que es cuando la droga empieza a dominar la vida”.

Falta de aire, un síntoma

Las adicciones de mayor consumo son, en su orden, alcohol, marihuana, cocaína y heroína. Pero el síndrome de abstinencia de esta última incluye síntomas como la falta de aire. “Las complicaciones fundamentales de los consumidores de opioides son respiratorias, incluso pueden morir de la misma manera que la cocaína suele producir complicaciones cardiovasculares”, dice Valdevila.

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Charles y Renzo percibieron en su momento estos signos cuando apenas dejaron de consumir.

De ahí que los médicos de los centros de emergencia no la han tenido fácil, ya que la falta de aire también es un síntoma del coronavirus.

“Claro que hay diferenciaciones. El COVID-19 ataca la parte más baja del sistema respiratorio que son los alveolos, colapsa la zona donde se produce el intercambio respiratorio, en cambio, en el consumidor de opioides se da una obstrucción superior por un proceso inflamatorio de la nariz, por pérdida del tabique nasal. A muchos de ellos le levantas la nariz y tienen úlceras”, dice Valdevila.

‘Hachero’

Las terapias incluyen la destrucción de resentimientos y procesos de victimización en los consumidores, detonantes para retomar las adicciones.

Los especialistas concuerdan en que las situaciones del hogar con padres, hermanos, tíos, primos o amigos del barrio que consumen alcohol o el trato peyorativo con constantes reproches sobre el pasado pueden provocar una recaída.

En las terapias virtuales, vía Zoom, se han evidenciado los reclamos de los pacientes a sus padres rechazando que los llamen hacheros. “Viste mami, tú me puedes llevar a consumir, les dicen, pero nosotros les respondemos que así como a los que tienen diabetes se les dice diabéticos, asimismo, los que consumen hache, pues se les dice hacheros, es una forma de destruir ese resentimiento y enseñarle a la mamá que no les vuelva a decir así, es una labor compleja”, reconoce Sagnay.

Las reuniones en línea han motivado incluso relaciones más profundas. “Nos hemos introducido en sus modos de vida y el trato se ha vuelto más personal, a pesar de que no estábamos de forma presencial y se dio porque el tiempo ya no fue un limitante”, indica.

Charles participa de estas sesiones en línea. Tuvo el temor de recaer tras la muerte de su padre que murió en medio de la cuarentena con gangrena. Era diabético y no recibió atención oportuna, por lo que sus últimos días los pasó bajo el cuidado del hijo ya recuperado.

“Sé que se fue tranquilo, hice que pase los mejores días de su vida y cuando agonizaba le di las gracias llorando porque él hizo que yo fuera otra persona, las drogas me tenían destrozado como ser humano, a él se lo debo y lucho por no caer en su memoria. Al morir tenía una sonrisa de alegría al verme bien”, sentencia Charles.

El programa municipal atiende de forma móvil y gratuita siguiendo los protocolos. Foto: Cortesía

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atenciones por consumo de drogas dio la red de salud pública durante el 2019 en Guayaquil, Durán y Samborondón.

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atenciones a nuevas personas con adicciones dio la red pública de salud en todo el país durante el 2019, según el Ministerio de Salud Pública.

Habrá internación

Al plan municipal llegan pacientes que tienen desde catorce años de edad. Para los que requieran internación habrá un espacio en el hospital Bicentenario de Guayaquil con capacidad para 40 camas.

Síndrome de abstinencia del hache

Vómito, diarrea, oleadas de frío y calor, temblores, falta de aire, dolor en las articulaciones y sudoración son parte de los síntomas que se empiezan a dar a dos horas de que la persona deja de consumir heroína y se mantienen hasta una semana. Los que entran al programa de recuperación del Municipio de Guayaquil reciben medicación más un parche, un sustituto de los opioides que quita el dolor por una semana, sin que los pacientes y sus familiares conozcan los nombres de los fármacos referidos.

El peligro de las recaídas

La necesidad de consumir se puede acrecentar por un tiempo cada tres meses como parte de un proceso fisiológico, indican los especialistas. La explicación es que la droga dura en la grasa corporal hasta noventa días; en el cabello, seis meses; y en el cerebro, un año y cuatro meses. Incide el aspecto emocional.

Atenciones en la red pública de salud

Los servicios de seguimiento y monitoreo de los Centros Estatales de Recuperación de Adicciones se hicieron a través de la tele asistencia, indica el Ministerio de Salud Pública (MSP).

En marzo del 2020 se activó la línea de asistencia 171 opción 6 para atender las crisis de salud mental que contó con 380 voluntarios capacitados en código amarillo pertenecientes a las diferentes universidades del país las cuales mantienen la carrera de psicología clínica, y la participación de 101 profesionales psicólogos y psiquiatras voluntarios quienes asisten la línea desde el código rojo mismo que aborda problemáticas complejas como el consumo de sustancias, señala el MSP.

Emergencias por adicciones

Para la atención a los usuarios que por consumo problemático requirieron una atención en salas de emergencia se designó a 147 establecimientos de salud para la asistencia a través de los servicios de Unidades de Salud Mental Hospitalaria, servicio que cuenta con profesionales los cuales tienen la capacidad técnica e insumos para brindar la atención de forma adecuada, según el MSP.