En medio del bosque seco de la comunidad de Ligüiqui, en Manta, tres niños buscaban captar señal de internet para recibir las que serían sus primeras clases virtuales.

Esta es una zona rural de Manta, en una población costera donde el servicio de internet es intermitente o nulo, según confirmó Carmen Julia Reyes, presidenta de la junta parroquial de San Lorenzo.

“Desde el año pasado solicité a la empresa CNT que se mejore el internet en comunidades por donde pasa la fibra óptica. Por ejemplo, hoy (ayer) me dijeron que en Ligüiqui algunos chicos subieron a las lomas tratando de conectarse a internet, servicio que es nulo”, citó la presidenta de la Junta.

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La autoridad indicó que en el caso del casco parroquial, algunos padres no cuentan con equipos que permitan la conectividad y por ello algunos creen que al menos en este 2020 sus hijos no tendrán cómo cursar el año lectivo de forma virtual y retomarían las clases el próximo año.

Ante ello señaló que habilitó el Infocentro de la parroquia que tiene ocho cabinas, pero apenas se deja pasar a dos niños para que puedan conectarse. Esto por las medidas de bioseguridad ante la emergencia sanitaria por el COVID-19.

En la comuna Monte Oscuro, del cantón Santa Ana, vive Ana María Vélez con sus seis hijos: dos en universidad (otro que espera cupo en un establecimiento de tercer nivel), dos en colegio y uno en la escuela, pero dijo que no cuentan con una computadora en su hogar ni plan para internet.

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“Aquí para hacer una llamada hay que timbrar tres veces. Los mensajes me llegan al otro día, y preocupa, porque en el caso de los chicos de escuela y colegio nos dicen que por WhatsApp nos enviarán los trabajos”, expresó Vélez.

Eva María Cedeño, también de la comunidad Monte Oscuro, tiene tres hijos estudiando en planteles del centro de Santa Ana. Pero solo uno continuará por falta de recursos.

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“Nunca hemos tenido una computadora, tengo un teléfono, una chatarrita que espero pueda conectarse con el internet de una vecina, a la que hay que ayudarle a pagar”, reconoció Cedeño, quien agregó que solo con el cobro del bono del Gobierno Nacional le permite comprar alimentos.

En la zona urbana de esta provincia la situación no se aleja de la ruralidad. Valeria Reyes tuvo el lunes una mañana más que estresante. Entre hacer el desayuno y atender las primeras clases virtuales de sus cuatro hijos le llevó un poco de tiempo hasta que se adapten.

Reyes reside en el barrio San José del cantón Montecristi. Sus cuatro hijos estudian en la unidad educativa Natividad Delgado de Alfaro. El lunes tuvo que hacer caso a la disposición de una de las maestras, pues apenas tiene dos teléfonos, mientras que tres de sus cuatro hijos iniciaban a las 09:00 sus primeras clases.

“Los profesores me dijeron que debía escoger a quién le daba espacio para que se conecte, porque solo tengo dos teléfonos y uno es de mi esposo, quien cuando se vaya a trabajar se lo llevará, ahí también escogeré quién recibirá clases en caso de que coincidan con el mismo horario”, declaró la madre de familia.

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Ayer el hijo mayor de Reyes, Roddy, fue el sacrificado y no pudo acceder a su primer día de clases virtuales de octavo año. Solo Doménica y Kassandra, sus hermanas, pudieron conectarse; mientras, el más pequeño, Liam, tendría sus primeras clases en los próximos días, por lo que se prevé comprar tarjetas de recargo de internet.

José Burgos, coordinador zonal 4 del Ministerio de Educación, manifestó que en el sector rural donde no hay conectividad se entregarán alrededor de 55 000 guías pedagógicas impresas.

“El ministerio ha pensado e implementado todo lo necesario para garantizar una educación de calidad pese a la emergencia que enfrentamos”, explicó Burgos. (I)